John Bardeen (1908-1991) ganó dos premios Nobel de Física: en 1956 y de nuevo en 1972. Era un hombre grande y sereno con maneras elegantes y una voz suave. Para los estudiantes que asistían a sus clases en la Universidad de Illinois era «John el Susurrante». Compartió su primer premio Nobel con dos colegas de los Bell Telephone Laboratories, uno de ellos su amigo de toda la vida, Walter Brattain y el otro el jefe de la sección, William Shockley. Bardeen, que había asimilado la mecánica cuántica durante sus días como estudiante de investigación en Princeton, se dio cuenta, cuando contemplaba el comportamiento de un semiconductor, de que una corriente eléctrica experimentaría una perturbación en la interfaz entre dos regiones cristalinas microscópicas. (Un semiconductor tiene una conductividad eléctrica entre la de un conductor, tal como un metal, y la de un aislante). Tales interfaces se dan en cristales que contienen impurezas y el análisis teórico de Bardeen demostraba cómo cambiaría la densidad de corriente (la concentración de electrones) en esta región. El resultado de esta teoría, y de los experimentos guiados por ella, fue el transistor.
La mujer de Bardeen recordaba cuando su marido volvió del trabajo una tarde de 1948. Aparcó el coche detrás de la casa y entró en la cocina donde ella estaba preparando la cena. «Como usted sabe, su voz era siempre muy queda. Dijo: “Hoy hemos descubierto algo”». En 1956, una mañana en la que él estaba haciendo huevos revueltos para desayunar, oyó por la radio la noticia de que a él y a sus colegas se les había concedido el premio Nobel.
Tras el premio Nobel, el compañerismo del grupo se deterioró pues Shockley estaba evidentemente celoso de la originalidad y el ingenio teórico de Bardeen y decidió negarle la libertad para seguir sus propias inclinaciones. (Más tarde, Shockley se hizo tristemente famoso por su vociferante defensa del determinismo eugenésico y la afirmación de la superioridad de la raza caucásica. Consecuente con estas ideas fundó un banco de esperma para premios Nobel, de modo que la reserva genética norteamericana pudiera rejuvenecerse con una herencia intelectual y moralmente superior). Bardeen dejó Bell para pasar el resto de su vida en la Universidad de Illinois. Fue allí donde, en colaboración con dos de sus estudiantes, formuló una explicación del fenómeno de la superconductividad que había intrigado a los teóricos desde cincuenta años antes [177]. Esto le valió a Bardeen su segundo premio Nobel, el cual compartió con sus dos jóvenes colaboradores. Bardeen habló con su colega de facultad, Charles Slichter, acerca del descubrimiento:
Bardeen le detuvo un día en el vestíbulo del edificio de física en la Universidad de Illinois; era la mañana siguiente a que Bardeen, Cooper y Schrieffer hubieran decidido que tenían la teoría BCS. Slichter informa: «Era evidente que tenía algo que quería decir, pero simplemente se quedó de pie allí. Yo esperé. Finalmente habló. “Bueno, creo que hemos explicado la superconductividad”». «Aunque Bardeen era tímido en muchas cosas», dice Slichter, «si había algo realmente grande que él hubiera hecho, quería contarlo».
La productividad científica de Bardeen sólo terminó con su muerte. La otra gran pasión de su vida era el golf. Slichter habla de que
su compañero de golf de toda la vida en el club le inquirió un día: «Oye, John, hace tiempo que quería preguntarte: ¿A qué te dedicas?». Slichter pregunta: «¿Puedes imaginar eso? Creo que si yo hubiera ganado dos premios Nobel como había hecho John, me las hubiera arreglado para sacarlo en algún momento de cualquier conversación».
De Gloria B. Lubetkin en Physics Today, 45, abril, p. 23 (1992).