39. El éxito de la operación y la muerte del paciente

Fue a Francis Bacon (1561-1616) a quien comúnmente se le reconoció el primer intento por formular un «método científico». Para entender la Naturaleza era necesario en primer lugar purgar la mente de preconcepciones. La verdad debía buscarse mediante razonamiento inductivo, manteniendo un escepticismo riguroso e ideando experimentos para poner a prueba todas las inferencias. Fue la dedicación de Bacon al enfoque experimental la que le llevó a su fin.

Francis Bacon era un político astuto que fue ennoblecido por sus servicios a la Corona, pero que se atrajo enemigos, en parte al menos, por sus investigaciones demasiado entusiastas sobre el funcionamiento de la Naturaleza; es decir, por «entrometerse demasiado en la filosofía entonces recibida», como más tarde escribió Robert Hooke [63]. Y así cayó en desgracia; acusado de corrupción, fue privado de sus cargos públicos y desterrado de Londres. Tras la muerte del rey James, Carlos I relajó las restricciones y permitió que Bacon visitara Londres. En una de tales ocasiones, un día nevado de marzo de 1626, Bacon viajaba en una diligencia con el médico del rey; la conversación giró hacia los efectos del frío en la conservación de los alimentos. ¿Podía conservarse la carne en hielo de forma tan efectiva como en sal? Bacon y su compañero decidieron ensayar un experimento: en Highgate, entonces una villa al norte de Londres, detuvieron la diligencia y compraron un pollo a una mujer que lo mató y lo destripó. Los dos hombres rellenaron la carcasa con nieve y la envolvieron en más nieve.

Con el ejercicio, Bacon se enfrió y cayó enfermo. Fue llevado al hogar cercano del conde de Arundel, que estaba ausente sirviendo en la Torre de Londres. Bacon fue acostado, pero la cama, pese a la aplicación de un calientacamas, estaba húmeda. Probablemente Bacon había atrapado una neumonía y escribió una última carta al conde diciendo que, aunque ahora estaba mortalmente enfermo, el experimento con el pollo había «tenido un éxito excelente». Unas horas más tarde moría como un verdadero mártir de la ciencia.

Para una exposición de la vida, obra y muerte de Bacon por Mary Hesse, véase el Dictionary of Scientific Biography, vol. I, C. C. Gillespie, ed. (Scribner, Nueva York, 1970).