21. De vida y muerte

Isidor Rabi, nacido en Polonia en 1898, creció en un entorno pobre en Nueva York y llegó a ser uno de los más grandes físicos del mundo. Ganó un premio Nobel en 1944 por su descubrimiento de un fenómeno que conduciría finalmente a la espectroscopia por resonancia magnética nuclear, uno de los métodos más potentes para el estudio de la estructura molecular y, más tarde, para generar imágenes de tejido vivo. Esto suponía observar el salto en un campo oscilante de núcleos atómicos que, como se había descubierto, poseían un momento magnético como si fueran minúsculos imanes.

Rabi, que pasó la mayor parte de su vida activa en la Universidad de Columbia en Nueva York, se convirtió tras su premio Nobel en un estadista de la ciencia. Su entusiasmo por el laboratorio parecía haberle abandonado; en cierta ocasión dijo del premio Nobel: «A menos que seas muy competitivo no es probable que trabajes después con el mismo vigor. Es como la dama de Boston que decía, “¿Por qué tendría que viajar cuando ya estoy allí?”. El premio también te aleja de tu campo porque se abren otros caminos».

Pero parecía que en algún lugar en las profundidades de su mente, Rabi seguía dando vueltas a problemas profundos sobre la verdad científica. Como Einstein, había estado preocupado por el significado físico de la teoría cuántica. Rabi estaba en su nonagésimo año y así es cómo se acercaba a su fin:

Un día, en diciembre de 1987, un colega entró en mi despacho de la Rockefeller University para informarme de que acababa de ver a Rabi, el cual le había dicho que quería hablar conmigo. Yo sabía dónde estaba Rabi: al otro lado de la calle, en el Memorial Sloan-Kettering’s Hospital, y también sabía el porqué: era un enfermo terminal de cáncer. Fui allí inmediatamente suponiendo que quería transmitirme algún mensaje final. Allí estaba, con un extraordinario buen humor. ¿De qué quería hablar? De los fundamentos de la mecánica cuántica que, como decía, le habían preocupado durante décadas y que en estas últimas semanas seguían en su pensamiento. Discutimos durante quizá media hora y luego me despedí de él para siempre. El 11 de enero de 1988, Rabi falleció.

La reminiscencia procede de The Genius of Science, de Abraham Pais (Oxford University Press, Oxford, 2000).