Agradecimientos
Como siempre, tengo que dar las gracias a las muchas personas que han soportado mis interminables preguntas con amabilidad y paciencia, y que me dedicaron mucho tiempo. Sobre todo tengo una deuda incalculable con la Policía de Sussex. Mi primer agradecimiento es para Martin Richards, comandante de la policía de Sussex, por ayudarme tanto de forma continuada y, sobre todo, por su sabiduría y su considerable aportación a este libro.
El superintendente jefe retirado David Gaylor, de la División de Delitos Graves de Sussex, que ha sido la inspiración para el personaje de Roy Grace, me ayuda a meterme en la mente de un oficial de policía al cargo de investigaciones, lo que me sirve para asegurarme de que Grace piense como lo haría un investigador avezado, y también contribuye a muchos otros aspectos de mis libros.
El superintendente jefe Graham Barlett, comandante de la policía de Brighton y Hove, también me ha aportado una inmensa ayuda en este libro. El inspector jefe Jason Tingley se ha lucido en esta obra, ayudándome tanto en el aspecto creativo como en el de desarrollo de muchos aspectos de esta historia. Igual que el inspector jefe Nick Sloan, el inspector jefe Trevor Bowles y el inspector Andy Kille.
También tengo una deuda enorme con el superintendente Andy Griffith; el oficial de infraestructuras Tony Case; el agente Martin Light, del Grupo de Apoyo Territorial de la Policía Metropolitana de Londres; el inspector William Warner; el sargento Phil Taylor; Ray Packham y Dave Reed, de la Unidad de Delitos Tecnológicos; el inspector James Biggs; el agente Tony Omotoso; el sargento Simon Bates; la sargento Lorna Dennison-Wilkins; así como con toda la Unidad Especial de Rastreo; la inspectora Emma Brice, del Departamento de Asuntos Internos de la Policía de Sussex; el sargento Malcolm Buckingham y John Sheridan, de la Unidad Táctica de Armas de Fuego; Chris Heaver; Martin Bloomfield; Sue Heard, jefa de prensa y relaciones públicas; Neil (Nobby), Hall; y John Vickerstaff.
Gracias también al inspector de bomberos Tim Eady, a Kathy Burke, de la Brigada de Incendios y Rescates de West Sussex, y a Dave Phillips y Vicky Seal, del Servicio de Ambulancias de la South East Coast.
Un agradecimiento muy especial al Departamento de Policía de Nueva York, al inspector Patrick Lanigan, a la Unidad de Investigaciones Especiales, a la Oficina del Fiscal del Distrito; al subcomisario Michel Moore, del Departamento de Policía de Los Ángeles, y al inspector Jeff Dunn, de la Unidad de Gestión de Amenazas de este cuerpo. Gracias también a Robert Darwell y Philip Philibosian, de Sheppard Mullin.
Y, como siempre, le debo un agradecimiento enorme a Sean Didcott, del depósito de cadáveres de Brighton y Hove. También al doctor Mark Howard, forense de Brighton y Hove; al doctor Nigel Kirkham, patólogo asesor de Newcastle; a Dave Charlton, oficial del Departamento de Huellas, y a James Gartrell, de la Científica; a Tracey Stocker; al podiatra forense Haydn Kelly; a la arqueóloga forense Lucy Sibun; al doctor Benjamin Swift, patólogo forense; a Tony Beldam, forense del Ministerio del Interior británico; y a Alan Setterington, subdirector de la prisión de Lewes.
Gracias también a Michael Beard, director del Argus de Brighton; a mis impresionantes investigadores psicólogos Tara Lester y Nicky Mitchell; a Des Holden, obstetra; a Rob Kempson; a Peter Wingate-Saul; a Rosalind Bridges; a Anna Mumby y a Ceri Glen, por compartir sus conocimientos sobre la obsesión por los famosos; a Claire Horne, de Travel Counsellors; a Hilary Wiltshire; al experto en pirotecnia Mike Sansom; a Valerie Pearce, jefa de Servicios Municipales del Ayuntamiento de Brighton y Hove; a Andrew Mosley del Grand Hotel; a Keith Winter de la Stonery Farm; y a Andrew Kay.
Estoy muy agradecido a la doctora Lorraine Bell por permitirme citar su obra Managing intense emotions and overcoming self-destructive habits, libro profundamente innovador publicado en 2003 por Brunner-Routledge (Hove, Reino Unido).
El equipo del Royal Pavilion no podría haberse mostrado más solícito y colaborador. Estoy extremadamente agradecido a David Beevers, conservador del Royal Pavilion, a Louise Brown, gestora de instalaciones, a Alexandra Loske, guía del Royal Pavilion, y a Robert Yates, director de estrategias de financiación, por su gran ayuda y por permitirme acceder a este magnífico edificio.
Me gustaría señalar que durante la redacción de esta novela me he tomado algunas licencias artísticas en cuanto a algunas de las descripciones de los interiores y los exteriores, equipamientos, seguridad y estado general del edificio, así como en referencia a algunos elementos históricos. También me he tomado ciertas licencias artísticas con la Stonery Farm.
Si, como en mí, el Royal Pavilion despierta la pasión del lector y desea contribuir a su mantenimiento, puede visitar: www.pavilionfoundation.org.
Como siempre, gracias a Chris Webb, de MacService, que nunca me ha fallado a la hora de asegurarse de que mi querido Mac no me juegue una mala pasada, aunque en alguna ocasión me haya dado algún susto en algún rincón remoto del mundo…
Un agradecimiento muy grande y especial a Anna-Lisa Lindeblad, que ha sido una vez más una incansable y maravillosa editora «no oficial» y que me ha brindado sus comentarios a lo largo de toda la serie de Roy Grace; a Sue Ansell, que se ha leído y me ha ayudado con cada libro que he escrito; a Martin y Jane Diplock; y a Joey Dela Cruz.
Con Carole Blake tengo la suerte de contar con una agente maravillosa y una gran amiga; y tengo un equipo de publicidad de ensueño, compuesto por Tony Mulliken, Sophie Ransom y Claire Richman, de Midas PR. No tengo aquí suficiente espacio para dar las gracias como se merecen a todo el equipo James de Macmillan, pero no puedo dejar de mencionar a mi estupendo editor jefe, Wayne Brookes, y a la increíblemente paciente Susan Opie, así como a mi corrector, John English, y a mi genial editor en Estados Unidos, Marc Resnick.
Muchísimas, muchísimas gracias también a mi brillante asistente personal, Linda Buckley.
Helen, como siempre, me ha prestado todo su apoyo y su paciencia; sus sabias críticas y sus constantes ánimos. Mis tres perros, Phoebe, Oscar y Coco, están permanentemente esperando a mis pies, siempre dispuestos a llevárseme de paseo en cuanto me separo de mi mesa…
Tengo que reservar el mayor agradecimiento para todos vosotros, mis lectores. Me habéis brindado un apoyo increíble y es una delicia escribir para vosotros. ¡Seguid enviándome mensajes de correo electrónico, o tweets, o posts a mi cuenta de Facebook y a mi blog!
PETER JAMES, SUSSEX, INGLATERRA