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Grace estaba bastante contento de cómo estaba yendo el juicio de Carl Venner. Aquel gordo nauseabundo, pedófilo y rey de las películas snuff, además de apasionado de los relojes Breitling, se había puesto las cosas muy difíciles él mismo.
Y, por primera vez en mucho tiempo, Grace tuvo la suerte de pasar toda una semana como oficial superior de guardia sin que se produjera un solo delito grave en la ciudad de Brighton y Hove. Lo que suponía estar disponible día noche para llevar a Cleo al hospital en el momento en que se pusiera de parto.
La amante del rey estaba en su última semana de grabación en Brighton y los alrededores antes de trasladarse a los estudios de Pinewood, y milagrosamente el rodaje llevaba solo cuatro días de retraso. Para alivio de Grace —aunque al mismo tiempo fuera una decepción—, Gaia había dejado de enviarle mensajes. Pese a todo, él le había hecho un par de visitas durante el rodaje, y Gaia le había recibido en ambas ocasiones como si fuera algo más que su nuevo mejor amigo.
Eric Whiteley seguía conectado a una máquina de soporte vital en la UCI, consumiendo valiosos recursos en lo que Grace consideraba una inútil pero prescriptiva guardia policial veinticuatro horas al día.
Era una tarde de lunes de finales de junio y estaba a punto de salir de casa cuando sonó su teléfono. Oyó un voz de acento americano.
—¿Inspector Grace? Soy el inspector Myman, de la Unidad de Gestión de Amenazas del Departamento de Policía de Los Ángeles. Tenemos unos cuantos cabos sueltos relacionados con Gaia Lafayette y, en particular, con el difunto Drayton Wheeler.
—Dígamelo a mí. Estoy trabajando en ello ahora mismo.
—Si pudiera enviarnos a alguien de su equipo para que colaborara con nosotros, nos ayudaría a acelerar el proceso. No lo entretendríamos más de un par de días.
—El problema que tenemos ahora mismo es de presupuesto —confesó Grace.
—Eso no es problema. El Departamento de Policía de Los Ángeles podría hacerse cargo del billete de avión, y nos ocuparíamos de quienquiera que venga. Envíenos al mejor hombre de su equipo. ¿Usted, quizá?
Grace se lo pensó. El obstetra había sugerido que Cleo ingresara en la Maternidad del Royal Sussex County Hospital el lunes siguiente, para que le practicaran una cesárea. Aunque cabía la posibilidad de que el parto se adelantara, así que él no podía ir de ningún modo. Pero a Branson le iría bien romper con la rutina, con lo deprimido que parecía últimamente.
Le dijo a Myman que le llamaría más tarde.
En el momento en que colgó, su teléfono emitió un pitido y recibió un mensaje:
¡Eh, ojazos de Paul Newman! El jueves por la noche tengo algo de tiempo libre. Me voy el fin de semana. ¿Puedo invitarle a mi suite para una copa de despedida? XXXX.
El jueves era la noche de póker con sus colegas, tradición que mantenían desde hacía años y, a menos que se lo exigiera el trabajo, procuraba no perderse ni una partida. Quizá podría ir a tomarse una copa rápida antes de ir a ver a los chicos. Pasaría por allí y luego se iría a jugar.