En la Real Maestranza de Sevilla en el momento del silencio previo a una faena de Curro Romero.
En un funeral, durante la Elevación.
En un entierro, en el instante exacto en el que es depositado el féretro en la tumba, nicho o panteón familiar.
En el estadio Bernabeu, cuando va a lanzar un penalty un jugador del Real Madrid. En el Vicente Calderón o el Camp Nou, si el penalty lo van a lanzar jugadores del Atlético de Madrid o del Barca, respectivamente, la llamada es correcta.
En sala de concierto, cuando el director levanta la batuta, y aunque no levante la batuta.
En un cine o teatro.
En un barco de vela, momentos después de haber comentado el cursi de a bordo: «¡Qué maravilla es el silencio de la vela!»
En el cuarto de baño, en situación de apreturas urgentes.
En la jura de bandera cuando llega el general. Lo más grave es que el teléfono lo lleve el general. En tal caso, el coronel puede ejecutarlo y presidir posteriormente el acto castrense.
En un campo de golf cuando el contrario va efectuar un golpe de putt.
En una cancha de tenis. Sólo la llamada es correcta si el partido lo juegan Emilio Sánchez Vicario y Sergio Casal. En este caso da igual porque pierden siempre.
En misa cantada, cuando el coro inicia los compases del «Hacia Ti, Morada Santa».
En el coche, en plena curva cerrada y con avispa intrusa en el salpicadero delantero.
En el instante en que el padre besa a su hija, la Fallera mayor.
En el instante en que el padre besa a su hija, la Fallera infantil.
En el instante inmediatamente posterior a un tropezón con caída en la vía pública por torcedura de tobillo, golpe con loseta saliente o vulgar resbalón.
—¿Eres Manolo?
—Sí, soy Manolo.
—¿Cómo estás?
—Fatal, me acabo de caer en la calle.
—¿Te has hecho daño?
—Muchísimo.
—Perdona, pero me estoy meando de la risa.
—Pues a mí no me hace ninguna gracia.
—¿Qué es eso que suena?
—La sirena de la ambulancia.
—Pues ¡hale!, que no sea nada.
—Vale, adiós.
El teléfono inalámbrico debe llevarse siempre desconectado. Sólo así es aceptable su posesión.