«El equipo se mueve con decidida vocación penetrante, pero no concreta». Esto, tan largo, se traduce así: «El equipo ataca, pero no mete un gol». La cursilería más rotunda se ha adueñado del lenguaje futbolístico, de la jerga informativa del llamado deporte rey. Los comentarios de Jorge Valdano y Jorge D'Alessandro han contribuido generosamente a ello. «El gran problema del Real Madrid es que no desahoga con contundencia la síntesis provocadora de Overmars». «El conflicto ofensivo del Mérida no es el adecuado para romper el inteligente esquema de contención planteado por el Zaragoza, que domina sin fascinación excesiva la parcela inmediata a su guardameta». Es decir, que el Mérida se está equivocando y el Zaragoza se defiende bastante bien. Con el gol llegan los elogios desmedidos. «Impecable el servicio de Pantic a Penev, que ha conectado un zurdazo seco con evidente marchamo de gol. La jugada ha sido de bellísima factura y el búlgaro siempre es propicio a no perdonar».
—¿Por qué el árbitro no ha pitado penalty en la jugada que ha dado lugar al fallecimiento de Popolowsky?
—Ustedes conocen que no es mi costumbre enjuiciar la labor de los colegiados, pero es evidente que la conexión de la bota del defensor con la cabeza de Popolowsky no ha sido especulativa.
—¿Ha visto «mano» en el segundo gol de Pérez?
—Desde el banquillo no se aprecian los detalles con nitidez, pero efectivamente he percibido una vacilación momentánea en el gesto de Pérez que me permite manifestar una severa sospecha de infracción reglamentada.
—¿Por qué ha cambiado a los tres jugadores que estaban mejor?
—Simplemente he pretendido, de acuerdo con mis criterios, documentar al medio campo con argumentos más frescos y menos fatigados por el esfuerzo. Reconozco que el cambio no ha resultado en su conclusión «positiva», pero en el fútbol la ortografía no siempre responde a las reglas de la gramática.
—Después de la derrota ¿se puede hablar de crisis?
—Como dice Gabriel García Márquez, «la crisis es el delirio de los débiles».
—¿Está seguro de que esa tontería es de García Márquez?
—Por supuesto, y no hay confrontación entre la profesión del fútbol y la aceptación de la rica siembra de un talento implorante.
El fútbol ha cambiado de idioma. Paradójicamente, el más claro y menos barroco de los comentaristas habituales es un inglés, que además de conocimientos sobrados tiene un gran sentido del humor. Me refiero a Michael Robinson, que da al fútbol la importancia que tiene, sin pretender ensayos literarios pasados de moda y lugar. Este año, TVE ha contratado como comentarista a Arsenio, que no busca flores en la palabra y habla como las personas normales. El lucimiento semántico es beneficioso siempre que se sostenga en la naturalidad. Es imposible que un equipo de fútbol se mueva con decidida vocación penetrante, concrete o no concrete. En el fútbol no se gana por tres concreciones a cero, sino por tres goles. La verborrea de Macondo no es de recibo en materia tan sencilla. Como decía el estupendo Matías Prats «Pérez pasa a Méndez, Méndez chuta y ¡gol! ¡Bien por Méndez!»
—A pesar de su juventud, sus fundamentos son muy firmes.
Cosas como ésta se pronuncian sin descanso en el periodismo deportivo, que tiene también muy firmes los fundamentos de la cursilería.
—Cuadrado no se resigna por un desacierto gracias a su orientación psicológica.
Nos alegramos por Cuadrado y lo sentimos por el idioma. A este paso, para enterarnos de un resultado en un partido de fútbol importante, tendremos que consultar con el diccionario.
—¿Ha sido gol?
—No, la penetración se ha producido pero no ha concretado.
—Pues menos mal.