CACHO 23
«FELIZ ENTRADA Y SALIDA»

—Nosotros vamos a pasar la Nochevieja en el hotel «Ejecutivo Astoria», porque hay muy buen cotillón.

—Nosotros tomaremos las uvas en casa, con nuestros hijos y nietos.

—Pues feliz entrada y salida.

—Igualmente, y que el próximo año no sea peor que éste.

—Peor que éste, imposible. Se quedó preñada la nena, se nos quemó la parcelita de Torrevieja, nos robaron el coche, se complicó el embarazo de la nena, se incendió nuestro piso, tuvimos que hospitalizar a la nena, perdimos el pleito con nuestra cuñada Ceci, se nos murió la nena, nuestra cuñada Ceci no nos dio el pésame y el coche nuevo que compramos no llevaba «air bag» de acompañante como prometía el prospecto.

—Pues nada, ale, ánimo, que peor no puede salir.

—Muchas gracias, y lo dicho. Feliz entrada y salida.

Lo de «feliz entrada y salida» —que habría de ser «feliz salida y entrada»— no se puede tolerar. Para que ustedes calibren la gravedad del dicho, la costumbre y el asunto. Una persona que se instale en su cuarto de baño un bidé con chorrito de agua regulable, que tenga un coche con volante forrado de piel de conejo, que en la puerta de su adosado tenga ídem un azulejo con la leyenda «Dios bendiga cada rincón de esta casa» y que encargue a la Teletienda una «Therapy Pilow» con colgante de oro de regalo de catorce quilates, es distinguida y hasta elegante, si no desea a sus amigos en Nochevieja una «feliz entrada y salida». Para que ustedes calibren la gravedad del dicho, la costumbre y el asunto. Una persona que coleccione Quijotes, que guarde como oro en paño una caja de conchas recogidas por ella misma en la playa, que oculte en su álbum de firmas un pétalo seco de amor recordado, que vaya a las carreras de caballos con sus hijos y los anime en la pradera al grito de «¡Arre, arre!», es distinguida y hasta elegante, si no desea a sus amigos en Nochevieja una «feliz entrada y salida». Para que ustedes calibren la gravedad del dicho, la costumbre y el asunto. Una persona que guarde un mechón de pelo de su primera novia, que practique el «rafting» en verano, que reconozca en público padecer de golondrinos en el sobaco, que anuncie que «va a orinar al wáter», que asista sin falta a las reuniones de antiguos alumnos del colegio y que llame Méndez Sastre a un compañero de su hijo llamado Méndez Sastre, es distinguida y hasta elegante, si no desea en Nochevieja a sus amigos «una feliz entrada y salida». Y como colofón, para que ustedes calibren la gravedad del dicho, la costumbre y el asunto. Una persona con zapatos de rejilla en el verano, con alfombrillas persas en el coche, con «chandal de andar por casa», con vitrina de recuerdos taurinos y con barbacoa de obra en su terraza de «Nuevo Mundo», es distinguida y hasta elegante, si no desea a sus amigos en Nochevieja «una feliz salida y entrada».

Dejen por unos momentos la lectura de este tratado y mediten con hondura. Sólo después de hacerlo están ustedes autorizados a retomar el libro por esta misma página.