CACHO 17
LA «MOUNTAINBIKE»

La bicicleta «todoterreno» o «mountainbike» es uno de los artilugios más nefandos de este final de siglo. Su peligrosidad social es sólo comparable a la almohada cervical para matrimonio —con o sin colgante de oro de regalo—, al letrero «No corras, papá», al chandal de tarde-noche y al escudo de familia en cerámica de Talavera. La «mountainbike» marca el principio del fin de una era, de una cultura y hasta de una paz en la convivencia del hombre con la naturaleza. Porque no hay rincón en el mundo capaz de resistirse a la llegada de una «mountainbike» pedaleada por un ciclista entusiasta.

Sirvan estos ejemplos. En pleno mes de febrero, en el centro de Alaska, en el meollo de Ice Valley —que es el valle más frío del mundo, como su nombre indica—, un oso polar acabó con la vida de Elleanora Spencer, que apareció por allí en su «mountainbike» para probar si los neumáticos de las ruedas eran resistentes a las bajas temperaturas. En pleno mes de julio, en el centro del Senegal, en el meollo del desierto de Monbú —«monbú» en senegalés significa «ni los camellos»—, tres hienas acabaron con la vida de Melchor Juaristi Olmedo, que apareció por allí para probar si la botella de agua incorporada a la barra delantera de la bicicleta tenía la capacidad adecuada para atravesar el desierto. En pleno mes de enero, cuando tres montañeros asturianos celebraban la conquista del Naranco de Bulnes, se les unió un cuarto individuo que llegó hasta la cima en su «mountainbike», circunstancia que los desmoralizó en grado sumo. El sujeto, según narró más tarde a la prensa especializada, «se perdió por la ventisca, siguió subiendo y al oír voces a la izquierda, torció hacia allí y llegó hasta arriba». En la estepa de Mongolia, en la comarca conocida como «Makanou Step» —«la estepa del malvado Makanou»—, cuarenta caballos huyeron despavoridos al divisar a lo lejos el pedaleo de una familia holandesa compuesta por seis personas y siete «mountainbikes», ya que llevaban una de repuesto.

La «mountainbike» no tiene nada que ver con la bicicleta. Hay ejecutivos agresivos, «yuppies» indomables, que para no perder contacto con sus negocios, han instalado un fax en sus «mountainbikes». Una buena «mountainbike», además de ruedas, pedales, faros, sillín y timbre, debe tener:

compartimiento para medicinas,

pequeño armario para muda,

receptáculo adosado al guardabarros posterior para paquete de «Tampax» de doble absorción,

compact-disc,

despensa y nevera portátil,

botella de agua para treinta días,

marco de plata en el manillar delantero con espacio para tres fotografías y la leyenda «No corras, papá»,

espacio para azulejo con la frase «Dios bendiga cada rincón de esta bici».

Si ustedes son decentes y tienen buen gusto, deben renunciar inmediatamente a poseer una «mountainbike». Y si ya la poseen, procedan a su destrucción. Aunque lloren los niños.

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