CACHO 11
«BABY»

—Enhorabuena, Remigio; tiene usted un «baby» enorme y precioso.

—Muchas gracias, señora marquesa, y que usted lo disfrute.

—Lorenza, la señora marquesa me ha dicho que tengo el babi enorme y precioso.

—La señora marquesa lo que tiene que hacer es preocuparse del babi del señor marqués.

Esta situación tan áspera no se habría producido en las siguientes circunstancias.

Circunstancia a): si la señora marquesa en lugar de expresar su enhorabuena a Remigio por la belleza y tamaño de su «baby», lo hubiera hecho por la belleza y tamaño de su hijo.

Circunstancia b): si Remigio, vaquero de la ganadería de la señora marquesa, hubiera sabido que el «baby» era su hijo y no lo que Remigio se figuraba.

Circunstancia c): si Lorenza, esposa de Remigio, no fuera tan celosa de su marido y tan hiriente con las características del señor marqués.

Pero al no darse ni la circunstancia a, ni la circunstancia b, ni la circunstancia c, los hechos se desarrollaron de manera imprevista y un tanto dolorosa. Lorenza no se dejaba avasallar así como así.

—Señora marquesa, si el babi del señor marqués le parece poco y le gusta el de mi Remigio, ya puede ir buscándolo en otra parte.

—Lorenza, no estoy acostumbrada a que me hablen en este tono.

—Ni tono ni leches. El babi de mi marido es mío y sólo mío.

—Y la finca de mi marido es del señor marqués y sólo del señor marqués. Están ustedes despedidos.

Esta tremenda historia, verídica por cierto, tuvo lugar en Castilla-La Mancha en el mes de marzo de 1993. Y la culpable de su dramático desenlace no fue otra que la mema de la señora marquesa, incapaz de comprender que en Castilla-La Mancha los hijos son los hijos, y no los «babies». Remigio y Lorenza ganaron en el juicio, y a la señora marquesa le salió el «baby» por más de tres millones de pesetas.

Asistía a un ágape de expertos en el arte de la culinaria y se entabló una discusión sobre la personalidad y características de las angulas. Lo de la personalidad lo escribo porque un comensal lo aseveró con contundencia:

—Las angulas tienen personalidad propia.

Uno de los litigantes defendía la tesis de que la angula es la cría de la anguila, lo mismo que el chanquete lo es del boquerón. Para remachar su brillante alocución pronunció la oración que sigue:

—Está científicamente probado que la angula es el «baby» de la anguila.

Dicho esto, fue brutalmente golpeado por el resto de los comensales y falleció horas después en el hospital dé Cruces de Bilbao.

Guardo en el secreto su identidad por respeto a su familia. Su esposa e hijos —«babies»— creen que fue golpeado por exclamar vítores patrióticos en las patronales de Algorta.