CACHO 10
ANTES MORIR QUE COMPRAR ALGO DE TELETIENDA

—Sé que mi agonía hubiera sido menos cruel con la almohada cervical «Therapy Pilow», pero he preferido la molestia corporal al impudor moral que significa llamar a Teletienda.

Tras pronunciar estas palabras, no exentas de grandeza, rodeado de su mujer y de sus hijos, hermanos y criados, falleció, no en la su villa de Ocaña, pero sí en su piso de la calle Príncipe de Vergara, de Madrid, el conde de Arebanza, de la Dehesa de Burguillo, de Echalar y Castrogonzalo, marqués del Valle del Rudrón y de las Rozas de Argamasa, príncipe de Pío della Lojácono, bachiller superior, y de cuyos escudos, rebosados de campos de gules y leones rampantes, nacen esculpidos dos lemas que pueden leerse en su casa solariega del alto Rudrón, hoy en ruinas: «Rex me fit nobilem et ego aceptavit» y «Non est posibile maiorem sanguine azulem». Su tatarabuelo, don Fadrique de Arebanza, primer marqués del Valle del Rudrón, sobrevivió en las cercanías de Tubilla del Agua, provincia de Burgos, a la sífilis que contrajo como consecuencia de un fin de semana —week end—, de fornicio persistente con doña Urraca de Ulloa y Polientes, hermana de don Anselmo de Ulloa, fundador de los célebres «Radiadores Ulloa», y que nada tiene que ver con los «Ulloa Ópticos», que son los de las gafas. Su bisabuelo materno, don Ruy de Burguillo, tenía mucho carácter. Sólo así se puede entender la dignidad del reciente difunto, que doliente de un mal de cuello, rehusó a adquirir la «Therapy Pilow» que le ofrecía Teletienda acompañada de un colgante de oro de catorce quilates de regalo. La hidalguía es la hidalguía.

Todo lo contrario que el matrimonio Conejo Redondo, que además de optar durante dos años sin fortuna a concursar en el programa «Su Media Naranja», se vio obligado a mudarse a un chalé adosado más amplio por culpa de las almohadas cervicales que fueron acumulando en su casa, con sus respectivos colgantes de oro de catorce quilates de regalo, los juegos de seis fundas para cada pilow y los air bag de conductor y acompañante que se sorteaban cada dos meses entre los solicitantes del «aparato de abdominales» plegable, que se mete en cualquier lugar de la casa y que se envía acompañado de una almohada cervical para cama de matrimonio «Matrimony Pilow», con seis fundas de regalo, un colgante de oro de catorce quilates, y dos papeletas para el sorteo de un air bag para el conductor y otro air bag de acompañante, que irremediablemente les acababa tocando en suerte.

El dolor de cuello, el insomnio producido por tales molestias, incluso la parálisis definitiva, son síntomas de acusada elegancia y distinción. Todo menos llamar al teléfono que sea, o escribir al apartado de correos que se indique, para adquirir, por influencia de Teletienda, una almohada cervical con colgante de oro de regalo.

Mi emocionado pésame a los deudos de tan digno patricio.

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