LECCIÓN 30
LOS TRADUCTORES

En el tomo primero de este Tratado (15 ediciones y más de 150 000 ejemplares vendidos), el agudo autor arremete contra aquellos que sin averiguar el caudal plurilingüístico de su interlocutor, les suelta frases en otros idiomas, que posteriormente, y por si acaso, ellos mismos traducen. Esta costumbre es muy de diplomáticos y personas pertenecientes a la antigua clase dominante, que era la alta. Porque la clase dominante actual no se puede definir como «alta» bajo ningún concepto.

Los diplomáticos van más allá. Cuentan sus experiencias y sus anécdotas apoyados en conversaciones íntegras en otros idiomas. «Y entonces yo le dije al ministro consejero de Tailandia, que era encantador: “Je suis completement en désaccord avec vous, mon ami Bhimadul; le ciel est le ciel et le firmament est le firmament.” Entonces, Bhimadul, que era encantador como antes os dije, soltando una carcajada me respondió: “Hélas! monsieur le ministre de l'ambassade de l'Espagne; Touché! La lune et les étoiles sont affaires distincts.” Y es que Bhimadul, el ministro consejero de Tailandia, era un tipo genial». Y ante el estupor de todos, tras referir la graciosísima anécdota, el diplomático se troncha de risa. Y después la traduce al idioma de todos los presentes, y los presentes se ríen muy poco.

La contraofensiva popular y poco ducha en idiomas no se hizo esperar. Así, públicamente, y tras soportar una anécdota que no se entendía y que narraba en español-inglés el eficiente secretario dé Embajada Manolito López Tramós, uno de los enervados asistentes se la celebró de esta guisa: «To came hell bollow, man hollow!» Extrañado por la expresión, que no entendía, el secretario de Embajada preguntó: «¿Cómo, qué dices?» «Te digo, to came hell bollow, man hollow!, que en cristiano y para que lo entiendas quiere decir ¡tócame el bolo, Manolo!, que hay que ser gilipollas para no comprenderlo». Y Manolito López Tramós no volvió a contar anécdotas en idioma mixto.

En el Diccionario Humorístico de Jorge Sintes se incluyen una serie de traducciones al francés muy apropiadas para callar a los que hablan en francés-español.

Chef d'oeuvre: Capataz.

Petit journal: Salario insuficiente.

Il est tres fier: Es una fiera.

Passe-partout: Persona muy tolerante.

Grand-mere: Océano Pacífico.

Pas á quatre: Pasar al catre.

Curaçao: Cura asado.

Des oeufs brouillés: Huevos enfadados.

Rez de chaussée: Reo descalzo.

Je l'accorde: Yo tengo la cuerda.

Etre admise: Estar en misa.

Hecho verídico que a renglón seguido relato. Pónganse en situación. Mes de agosto en la década de los sesenta. San Sebastián y Biarritz. Una conocida señora viajaba de la capital donostiarra a la distinguida villa francesa en su coche, conducido por su chófer Cipriano —hoy Ciprián—. Pasada la frontera, y entre San Juan de Luz y Biarritz, el coche se paró. Cipriano no sabía nada de francés y la señora menos, como después se comprobará, aunque desconocía sus limitaciones. «Son las bujías, señora, que se han fundido». «No hay problema, Cipriano; hacemos autostop, compramos las bujías en Biarritz, volvemos hasta aquí, usted las cambia y seguimos camino». Y se pusieron a ello.

Ella en la calzada y con el dedo levantado era un espectáculo, y el primer camión que transcurría por allí detuvo su marcha. Ella era la encargada de entenderse en francés. «Monsieur le conducteur. Je suis une dame espagnole et ce petit homme est mon chauffeur. Notre voiture a pinché des bujies et comme vous verá est estropeé. Vous será tan sympatique de transportons á mon chauffeur et á moi a Biarritz?» El camionero asintió y les indicó que subieran a la cabina. Al verla tan pequeña de espacio, la señora le preguntó. «Vous croyez que nous cabrons?» «Oui, oui, madame —confirmó el camionero—; nous cojons». El camionero era español.

Saber idiomas es una maravilla. Dominarlos, más. Pero atosigar con ellos a los que no saben ni el suyo es un acto de provocación. En el caso de los que cuentan anécdotas en idioma mixto hay que exigirles la educación suficiente para preguntar previamente si los que escuchan entienden la otra lengua. En el caso de la señora y el chófer, porque su afán de hablar lo que desconocen lleva al engaño. El simpático camionero, seguramente, se creyó que hablaba y entendía el francés.

C'est la vie.