LECCIÓN 13
EL VIRUS «VANESSA»

Todo empezó con Vanessa. Y la culpable fue Vanessa Redgrave, protagonista de aquel rollo de Antonioni, Blow up que encandiló al gilipolleo progresista y existencial de los años sesenta. Desde aquellos tiempos a nuestros días, el virus «Vanessa» ha hecho estragos en las clases más populares, gracias a los culebrones y las películas. El futuro de España está en manos de Jonathanes, Vanessas, Alexis, Sheilas, Cassandras, Jennifers y Abigails. La influencia del cine es tan grande que los registros se han convertido en notarías de la cursilería nacional. Cuando se estrenó la película Bailando con lobos los niños se llamaron «Kevin», en honor a Kevin Costner. Con anterioridad, y en recuerdo a Mozart, la moda se inclinó por «Amadeus», y menos mal que la cinta ceñía su título en el segundo nombre del genio, pues en caso contrario, en España proliferarían los «Wolfgang», y ese nombre se pronuncia con mucha dificultad incluso en Austria.

Después de la boda del príncipe de Gales con lady Diana Spencer, innumerables niñas fueron registradas como «Ladidí», y entre los nombres de puro sabor venezolano privaron las combinaciones con «Kenneth». Diálogo en Almendralejo, por localizarlo en un lugar determinado:

—¿Habéis visto a Kenneth Miguel?

—Sí, iba con Kenneth Ambrosio a buscar a Kenneth Luis, porque han quedado a las diez en casa de Kenneth Ramón.

El devastador «virus Vanessa» ha hecho estragos en España. Hasta la alta Castilla, templo de la tradición y la austeridad, se ha rendido a las Tiffanys, las Yaniras, los Orson y los Oscar Rubén. En una reciente comparecencia pública, y tras corresponder a las cerradas ovaciones de rigor, tuve el honor de dedicar un libro a un joven gallego que se llamaba Harald Porriño. «¿Por qué lo de Harald?», le pregunté. «Porque mi madre, que lee mucho el ¡Hola! es muy aficionada al rey de Noruega». Siempre se aprende. Hay aficiones rarísimas.

La plaga no encuentra freno, ni dique, ni muro de contención. Se extiende y devora las viejas y distinguidas raíces de un pueblo que siempre se ha llamado José, Juana, Pedro, María y hasta Cojoncio. Los grandes culpables son las revistas del corazón, los culebrones, la televisión y los ordinarios de los padres. Esto no tiene remedio. Por ello, y como medida cautelar de defensa, propongo a través de este Tratado un proyecto de ley que diga más o menos lo siguiente. «Todos aquellos ciudadanos con nombre similar o parejo a la relación subsiguiente tienen sobrado derecho a matar a sus padres sin motivo aparente alguno. Y harán muy bien».

RELACIÓN DE NOMBRES CUYOS PORTADORES TIENEN SOBRADO DERECHO, Y HARÁN MUY BIEN, DE MATAR A LOS CURSIS DE SUS PADRES:

Vanessa, Ladidí, Alexis Jesús, Kenneth Ramón, Tamara, Kevin, John, Tiffanys, Thania, Janelle, Jeanette, Wilmarie, Hildred, Sulián, Constitución, Amnistía, Merelys, Yanira, Zuleika, Idalis, Ámbar Cristal, Melania, Noelia, Zulma Yarelis, Anaida, Yolimar, Sara Wauleska, Sissi, Natacha, Desiré, Wilbur, Eddel, y sobre todo, Mark.

Una cuestión de principios innegociable.