LECCIÓN 3
LA DIVERTIDA CARIDAD

Antonio Mingote tiene en su casa un dibujo de Edgar Neville que supera la genialidad. En él aparece una señora de muy altas virtudes sentada en una butaca. Detrás de ella, de pie, andrajoso y descalzo, se asoma un pobre. El texto del dibujo es el siguiente: «Señora dotada de altas virtudes morales disponiéndose a ir a una procesión con su pobre favorito, que cumpliendo un voto de ella, irá descalzo».

Alvaro de Laiglesia, el inolvidable director de La Codorniz, definía así cierto aspecto de lo que muchos confunden con la caridad. «Es sabido que practicar la caridad, además de contribuir a la obtención de una buena plaza en el otro mundo, ayuda mucho a matar el aburrimiento de las señoras ociosas. Tejer gorritos de dormir para niños que ni siquiera tienen cuna donde dormir no será muy práctico para los niños, pero resulta muy entretenido para las tejedoras».

El presente capítulo no es fácil de escribir, porque la gente se enfada una barbaridad cuando le hacen cosquillas en sus puntos flacos. Está claro que hay obras benéficas magníficas y personas dedicadas a ellas sin interrupción con méritos indiscutibles. Pero también es verdad que, aprovechando las obras magníficas, hay muchos hombres y mujeres que se divierten un montón haciéndose los buenos. Quizá esta gente que utiliza el medio de la caridad para divertirse sea necesaria para alcanzar el fin previsto, pero no se pueden enfadar cuando se les dice que haciendo caridad se divierten como enanos.

Conozco a muy distinguidas señoras que se creen que por trabajar arduamente una semana al año, son buenísimas y van a ir al Cielo. Estas mismas señoras hacen auténticas maravillas para alcanzar su objetivo principal, que no es otro que salir fotografiadas ataviadas con hacendosos delantales en las páginas de ABC. Más de una ha llorado desconsolada por no coincidir con el fotógrafo, culpando al resto de sus compañeras del agravio sufrido. La caridad está muy bien siempre que se cumplan los principios básicos de la misma, y en concreto, el principal. Que tu mano derecha no se entere de lo que hace, trabaja y da tu mano izquierda. Ese supuesto, en el montaje caritativo de la alta sociedad, es imposible. Y conozco a personas malísimas, aunténticos bichos, rebosantes de esnobismo e innecesariedad, que están convencidas de su grandeza moral porque dos veces al año se hinchan sus pies a causa del «enorme trabajo» que tienen en la «Tombolola», el bar Las Superguachis o el restaurante El Porompompero.

Dentro de esos tinglados de «caridad divertida» hay unas cuantas personas que trabajan de verdad todo el año, que siguen los objetivos y los resultados, que cumplen cristianamente con los principios de la caridad y que son fenomenales. Pero esas personas apenas figuran ni aparecen durante los días divertidísimos.

La marquesa de Foliflor colisionó frontalmente con la señora de López Fromage cuando ambas advirtieron en un puesto cercano al fotógrafo de ABC. De resultas del choque, que fue en extremo violento, la marquesa de Foliflor y la señora de López Fromage hubieron de ser ingresadas por contusiones múltiples. Ya en el hospital, de una camilla a otra, la marquesa le comentó a la de López: «¡Pobres niños! ¡Qué será de ellos sin nosotras!», a lo que respondió la de López Fromage: «Y que lo digas, Pichucha, porque mi puesto se ha quedado en manos de la idiota de Tutuca».

La caridad.