LECCIÓN 34
LOS CALZONCILLOS

Las prendas de vestir que habitualmente no se ven tienen una importancia que se escapa a muchas sensibilidades. Los calzoncillos, en concreto, merecen toda nuestra atención, y un modelo desafortunado, además de la atención, merece nuestro mayor desprecio. El llamado braslip, y aún más si es de color, no tiene pase. Los calzoncillos deben ser blancos, tímidamente rayados o discretamente estampados siempre que pertenezcan al modelo tradicional. Es decir, largos, de aproximación a las rodillas y con la consiguiente abertura delantera para facilitar los desahogos.

El llamado braslip, además de una ordinariez, es una porquería. Se ajusta dolorosamente a la zona inguinal y sostiene y realza el volumen de las industrias de manera procaz y desagradable. El braslip es prenda carcelaria, de recluso amotinado en el estío. Obsérvese que en todos los documentos gráficos en los que aparece un grupo de reclusos amotinados ocupando el tejado de una prisión, un alto porcentaje de ellos usan braslip de cierto color.

El examen de la elegancia personal pasa indiscutiblemente por los calzoncillos. Si un hombre en calzoncillos no hace reír al prójimo, su grandeza queda demostrada. La estética del calzoncillo tradicional fue estudiada, hacia los años cincuenta, por el sociólogo italiano Carlo de Brunamonti, famoso por su libro Los muslos de la posguerra y las repercusiones del plan Marshall. En dicha y celebrada obra, Brunamonti apunta que «los soldados aliados perdían gran parte de su épico encanto con las mujeres de las aldeas reconquistadas cuando se quedaban en calzoncillos tipo braslip. Los bravos militares —seguía diciendo— quedaban a merced de las risas flojas de las jóvenes holandesas cuando se liberaban de su uniforme. Sólo los soldados británicos y neozelandeses que usaban calzoncillos tradicionales culminaban solemnemente sus pretensiones, a pesar de la excesiva y sobrecogedora blancura de sus piernas».

Todo aquel individuo que, llevado de su ordinariez, consienta en utilizar la breve presión flexible de unos braslips, ha de tener muy en cuenta su error y tomar las medidas oportunas de inmediata rectificación. Calzoncillos antiguos, largos, holgados y preferentemente blancos. De esta guisa, siempre un hombre estará seguro.

Los braslips al cubo de la basura. Enérgicamente.

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