TALBY BAJÓ CUIDADOSAMENTE LA ESCALERA y se dirigió hacia el pasillo raramente usado en el centro del Dark Star. El verde resplandor de las luces colocadas en las paredes y techo marcaban el camino hacia el computador central.
Podía haber seguido hacia el puente y usar el anexo allí, pero quería comprobar algo en el mismo computador central. Además, la habitación del computador central estaba más cerca de la cúpula que el puente, y él no veía la necesidad de alarmar a los demás, ahora que disfrutaban de la cena. No había ninguna necesidad de molestarles, al menos que el problema requiriese su ayuda. Él estaba incómodo allí abajo. Extrañó lo nervioso que se estaba poniendo últimamente, lejos de sus amigables estrellas. Había habido un tiempo en que se encontraba perfectamente, como en casa, dentro de la nave. Hacía mucho tiempo.
—Vuelve, Talby —le musitaron los cielos—. Vuelve, Talby.
—Es sólo por un par de minutos, eso es todo —murmuró para sí—. Sólo un par de minutos. Pues si hay una posibilidad de una avería seria, debo comprobarlo. Tú entiendes eso, ¿verdad?
—Vuelve, Talby…
—Tengo que… porque no creo que Doolittle o los otros lo hagan. A ellos no les importa ya.
—Vuelve, Talby —le susurró un gigante rojo, una titánica voz rugiendo dentro de su cerebro—. Vuelve a nosotros, Talby —replicó un suave sol, no muy diferente del viejo sol.
Un fantasmal cuarteto le gemía con voz combinada como el viento que se levanta sobre un lago, un remarcable sistema cuaternario de cuatro estrellas girando una sobre otra.
Él tenía que buscar el fallo indicado. Un interruptor, y la puerta de doble refuerzo se abrió.
—Hey —dijo Pinback, haciendo una pausa a la mitad de un tubo de postre—, ¿os dije alguna vez, cómo entré en esta misión? ¿Os lo conté?
Doolittle indicó la pequeña botella sobre la mesa, y Boiler se la pasó. Consistía en un condimento auxiliar que la computadora de comidas cambiaba cada día. Probó un tubo. Vainilla hoy: interesante, aun con las patatas.
—Sí, ya lo hiciste, Pinback —replicó él.
Pero el sargento siguió, y nada que no fuera una catástrofe le podría parar.
—Es muy extraño, sabéis, la manera en que ocurrió, pero…
—Ya está otra vez —gruñó Boiler suavemente.
—No le excites, Boiler —dijo Doolittle—. No te hará ningún bien y no conseguirás que se calle, él tiene que acabar.
Boiler se dio la vuelta.
—Para empezar, yo no era un astronauta. Espera un minuto. ¿Qué era lo que estabas diciendo?
Naturalmente, él había sido un astronauta. Luego Pinback sonrió interiormente. Podía también contar la loca historia. Era sólo un sueño, por supuesto. Simplemente un extraño sueño que se había repetido a sí mismo durante años. Parecía muy real, pero naturalmente, la mayoría de los sueños parecían reales.
Aun así, era peculiar que se encontrase a sí mismo repitiéndose con tanta frecuencia. Al menos era divertido. Y ahora parecía que lo iba teniendo cada vez menos.
—Para llegar a la clasificación de astronauta tienes que conseguir por lo menos setecientos puntos en el SARE del cuerpo de oficiales —le explicó—. Y yo hice cincuenta y ocho, pero yo quería seguir en el programa. Así es que me pusieron en mantenimiento de fuel líquido en la rampa de lanzamiento, trabajando con los motores de la nave.
»Los motores eran de fuel líquido, naturalmente, ya que el Dark Star no podía usar la hipervelocidad dentro de la influencia gravitacional de la Tierra, era un empleo importante y… —Boiler se volvió para mirarle, pero esta vez falló al intimidarle, justo como Doolittle había indicado—. Ah, naturalmente yo estaba… —Pinback era sabedor del desagradable modo de mirar de Boiler y se esforzó en no mirarle—. Ah, realmente disgustado. Yo quería ser un astronauta a cualquier costo, y no creo que esos exámenes reflejen de verdad tu capacidad…
—Él nos contó esto —musitó Boiler mientras Pinback seguía parloteando— hace cuatro años, ¿verdad?
—Ya sabéis lo que quiero decir; yo tuve siempre ganas de ayudar a pasar las fronteras del espacio, preparar sistemas habitables para naves colonizadoras. En cualquier caso, yo me hallaba de servicio en la rampa cuando se estaba preparando el lanzamiento de la nave, el Dark Star.
Doolittle se bebió a sorbos lo último de su cena.
—No, creo que fue hace cuatro años… Estaba comprobando los niveles del fuel en los grandes tanques KG en aquel momento…
—Eso es lo que dije yo —respondió Boiler confundido. Doolittle le miró y arrugó la frente ligeramente.
—… y este astronauta salió corriendo por detrás del cobertizo de aislamiento de tripulación. Estaba completamente desnudo y tenía su traje espacial en una mano; y bien, yo evalué la situación e inmediatamente supuse que estaba loco. Tiró su traje espacial al suelo. Entonces me vio y me dirigió una mirada extraña, ya sabéis, y luego estuve seguro de que estaba loco, lo que me molestó realmente, porque estos muchachos se suponen ser de lo más estable que debe haber. Luego abrió la tapa del gran tanque KG y saltó dentro —el tono de Pinback se tornó más serio—. Se sujetaba la nariz pero yo estaba seguro que eso no lo cambiaría, muchachos, porque como vosotros probablemente sabéis, el KG líquido está mantenido a unos doscientos veinte grados bajo cero y además es un material bastante corrosivo. Bien, yo estaba realmente sorprendido, os lo puedo asegurar. No sabía qué hacer. Como ya dije, los astronautas se suponen ser superestables, y aquí estaba este tipo corriendo completamente desnudo y saltando dentro del KG.
—¿Puedo comer algo de esto? —Boiler señaló un paquete sin abrir que estaba sobre la bandeja de Doolittle.
Doolittle asintió y se lo acercó al cabo. No estaba muy interesado en bollos líquidos y mantequilla.
—Bien, naturalmente —continuó Pinback implacablemente— yo iba a tratar de salvarle…, aun cuando para esa hora, con todo el frío y lo corrosivo, quedaría poco de él…; pero lo que quiero decir es, ¿qué se puede hacer en tales circunstancias? No podía estarme allí de pie sin hacer nada, ¿verdad? —rechazó el molesto presentimiento de que no debería estar diciendo esto, que había tenido este insano sueño demasiadas veces anteriormente. El presentimiento siguió con él, pero continuó—: Así es que me puse su traje espacial como protección, y me preparé para rescatarle… Correcto, ¿verdad muchachos? De tal manera que lo que pasó antes de que saltase dentro del… —Doolittle le dirigió una triste mirada— este otro tipo vino corriendo. Echó una rápida mirada al identificador sobre el traje espacial y dijo: «Eh, sargento Pinback, tiene que subir a bordo inmediatamente porque vamos a hacer el lanzamiento dentro de veinte minutos»…
La paciencia de Doolittle estaba a punto de agotarse.
—Nos contaste esto hace cuatro años.
—… Y yo traté de decirle —Pinback continuaba ignorando el comentario del teniente— que yo no era el astronauta sargento Pinback. «¿Qué era eso? Espera… ¿Te has vuelto loco o algo así, Pinback? Por supuesto que tú eres el sargento Pinback. ¿Quién más puedes ser sino el sargento Pinback?». Pero no pude encontrar la forma de que la radio del casco funcionase…
—Es extraño, ya sabes —dijo Boiler, tratando fuertemente de recordar exactamente y rascándose la barba—, pero estoy seguro que fue hace cuatro años.
—Quizá —admitió Doolittle.
Estaba empezando a molestarle ahora. Al principio rechazó estos triviales lapsus de memoria. Después de todo, en veinte años era apenas razonable esperar que uno fuera capaz de recordar todos los pequeños detalles que habían pasado.
Pero los lapsus parecían estar aumentando. Y él no estaba solo en esto de olvidar cosas. También Boiler tenía problemas con las mismas memorias —memorias de cosas no directamente conectadas con la operación de la nave—. Pinback, el pobre Pinback, tenía también problemas de esa índole, al igual que Talby.
Doolittle podía recordar todo sobre su vida personal antes de empezar la misión, y todo lo necesario para la operación del Dark Star —pero todo lo que había entre esto le ocasionaba problemas—. Estaba empezando a ser como si no hubiera tenido ninguna vida personal en estos pasados veinte años, como si nada hubiera pasado, como si no se viera envuelto en la misión. Como si su mente ahora, también como su cuerpo, estuviera empezando a llegar a ser una extensión de la nave. Una voz gritó dentro de él: «¡Una bomba más, una caída más, y podrían regresar a casa!». Pero ¿llegarían a tiempo…?
Talby estaba sentado delante del teclado de la computadora. Se fundió limpiamente en la maquinaria. El computador principal, con su pantalla, estaba enfrente de él, iluminado desde dentro, enmarcado por el verde resplandor de la iluminación de la cámara de la computadora.
Es ese momento la pantalla daba ultrarrápidas series de símbolos matemáticos y palabras para la lectura de Talby. Como era usual, él tenía mejor suerte siguiendo los símbolos que las palabras.
Le daba idea de dónde localizar el problema. Los circuitos propios rastreadores de la computadora habían sido aparentemente dañados, lo que daba cuenta de su fallo para localizarlo y anunciar el problema. Necesitaba ayuda, la de Talby.
Volviendo a programar órdenes vía tablero de la computadora, pidió un diagrama del Dark Star.
Más botones pulsados, los gráficos aparecían más detallados.
Iba a tener que descubrir el problema él mismo. Más preguntas fueron hechas al cerebro electrónico de la nave. El área bajo consideración fue pacientemente reducida a una sección, después de chequear varias secciones y comprobar su funcionamiento.
Finalmente, una luz roja intermitente apareció en la pantalla, acusando los esquemas de la parte más posterior de la nave.
Inmediatamente pulsó otra petición para ese área, y luego vio cómo aparecía obedientemente en la pantalla. Requirió una ampliación de la zona dañada. Se agrandó enormemente. Una ampliación final, y la brillante luz roja se tornaron en una destellante flecha apuntando a una sección posterior del cierre de aire de emergencia. Y finalmente, estas palabras aparecieron bajo el diagrama:
LÁSER DE COMUNICACIONES NÚMERO 17 - CIERRE DE AIRE DE EMERGENCIA.
Los pensamientos de Talby se movieron un paso adelante en la serie de órdenes de reparación y realineamiento que seguían. Pulsó el mando del intercomunicador a un lado sin ni siquiera mirarlo y habló en dirección al micrófono.
—Teniente Doolittle, soy Talby. Conteste, por favor, teniente, donde quiera que esté.
—Estoy aquí, Talby —llegó la voz de Doolittle—. ¿Qué pasa?
El astrónomo consideró sus palabras cuidadosamente. Tenía que hacer impresión de la importancia de la situación en Doolittle sin alarmarle innecesariamente. No deseaba que el teniente enviase a Boiler o Pinback para que le ayudasen, pues le ponían nervioso. Estaba completamente seguro de que podía manejar la situación solo, sin tener que mirar a ningún otro ser humano.
—Siento interrumpirle en su comida, señor, pero estoy en el salón del computador. He localizado el fallo.
—¿Fallo? ¿Qué fallo?
—Usted se acuerda, señor. El que el computador no pudo localizar. Usted estaba en la cúpula conmigo cuando ocurrió.
—Oh…, seguro —respondió Doolittle en un tono que sugirió que él no lo estaba tanto.
—El examinador muestra que es una rotura en el láser de comunicaciones número diecisiete, abajo, en el cierre de aire de emergencia. No puedo decir exactamente qué es lo que está mal, a excepción de que es algo que tiene que ver con el alineamiento. Eso podría ser peligroso, pero como nada desastroso ha pasado desde que el fallo ocurrió, tiendo a pensar que está bien… Voy a ponerme un traje espacial dentro de un rato, por si acaso, y volver para ver si puedo arreglar el problema.
—Seguro, suena bien, Talby.
—Simplemente quería hacérselo saber, teniente.
—Vale: bien. Corto —deslizó el micrófono a su sitio.
Ahora, ¿qué era lo que Talby había estado hablando? ¿Algo de un fallo? Bien, no importaba. Si era realmente importante, haría que Doolittle se enterase de ello.
—¿Por qué Talby nunca come aquí con nosotros? —preguntó Boiler.
Doolittle miró al cabo, sorprendido. No era típico de Boiler mostrar interés por nadie. Se encogió de hombros.
—A él sólo le gusta estar en la cúpula, eso es todo. Ya sabes… astrónomos.
Como si eso fuera la última palabra, ambos, él y Boiler, se quedaron tranquilos. Doolittle acabó lo que le quedaba de un paquete de jamón y se dispuso a acabar con las últimas gotas de té mentolado. Eso era lo mejor de la computadora de las comidas, por lo que a él se refería, y la mejor parte de sus comidas. Sin ningún esfuerzo, la computadora podía producir paquetes de cualquier té conocido por el hombre —desde Daejeeling hasta Lipton—. Algunas veces los nuevos sabores eran lo que hacían que Doolittle pudiera continuar.
Si Doolittle tenía sus tés. Boiler tenía sus reconstituidos puros. Ahora se metió la mano en uno de los bolsillos de su túnica y sacó uno de los largos puros. Lástima que la comida reconstruida no supiera tan bien como los cigarros.
Encendiéndolo, echó dos largas y satisfactorias chupadas. Sus cejas se arrugaron con un pensamiento repentino.
—Hey, Talby, —Talby ¿qué? Su confusión se hizo más profunda, pero no dejó que le afectara. No se podía dejar que cualquier cosa te afectara ahora o acababas mal—. ¿Cuál es el primer nombre de Talby?
Doolittle miró hacia arriba casualmente, empezó a decir algo, y súbitamente pareció absorto en un pensamiento enteramente diferente. Una suave indicación de preocupación se deslizó en su voz.
—Oye, Boiler ¿cuál es mi primer nombre?
Boiler abrió la boca para responder, dudó, la cerró.
—Así es que —Pinback siguió como si ellos hubieran estado extasiados por sus reminiscencias todo el tiempo— después de que ellos descubrieran los pedazos de este…
Doolittle se levantó y tiró los remanentes de plástico y metal en la abertura dispuesta para este fin.
—Me voy a la sala de música.
—Así es que… —Pinback empezó otra vez, volviendo la cara a Boiler.
Boiler ni siquiera le miró, ni le dijo nada. Simplemente se levantó y tiró sus utensilios usados a la misma abertura y abandonó el área del comedor.
Y Pinback. Pinback estaba enfadado. He aquí que él salvó la nave y nadie estaba ni un poco interesado en cómo había sobrevivido a esta experiencia. Pero si éste era el caso, entonces él no había estado hablando sobre salvar la nave, ¿verdad? Él había estado hablando sobre salvar a alguien. Un astronauta, sí, como él mismo. ¿O era él? No estaba seguro.
Levantándose, tiró convenientemente su basura y pensativamente pulsó el botón para reciclaje, algo que Doolittle y Boiler, típicamente, habían olvidado hacer.
Hubo un sonido apagado del basurero, según salía de la habitación, pensando. Salvado. Astronauta. El mismo, Pinback. Extraño. Tranquilizador. Pelota de Playa.
Definitivamente, estaba confuso y preocupado, y a veces, cuando estaba confuso y preocupado, había sólo una manera de encontrar alivio.
Cada uno de ellos tenía su propio lugar. Boiler podía hacerlo en cualquier lugar, con ocasionales explosiones de violencia raramente controlada. Doolittle lo hacía en la sala de música. Talby lo hacía… Las últimas palabras de Boiler volvieron a él y súbitamente se preguntó cuál era el primer nombre de Talby.
Como era usual, la alcoba de grabación en la biblioteca no estaba ocupada, pero él se tomó la molestia de comprobar el pasillo antes de cerrar la puerta y enterarse. La intimidad era esencial allí. No sería bueno que Boiler, y aun Doolittle, vieran lo que estaba haciendo.
Sacó la preciosa y sin marcar cinta de su camisa. El legendario Mi Diario estaba garabateado sobre la etiqueta. Suavemente la metió en la máquina y volvió su atención a la pantalla enfrente de la consola.
Un mudo zumbido indicó que el audio estaba activado, y luego las palabras PARA PROPÓSITOS OFICIALES, ESTE INSTRUMENTO DE GRABACIÓN BORRA AUTOMÁTICAMENTE TODO LENGUAJE OFENSIVO Y/O GESTOS OFENSIVOS aparecieron en la pantalla.
Hubo un sonido final, indicando que el visor estaba enfocado y sincronizado con el sonido, y entonces las palabras desaparecieron. Fueron reemplazadas por un retrato de un hombre joven, mirándole a él. Un extraño.
Un extraño que se parecía a él muchísimo. Las diferencias eran bastante superficiales. Se veía al extraño pulcramente ataviado con un uniforme bien planchado. Su pelo estaba corlado cuidadosamente en la parte superior y los lados de su cabeza y la barba cuidadosamente formada. Tenía una sonrisa bobalicona y en general una expresión de inmaduros.
¡Beep!
—Esta declaración es para la posteridad —clamó la voz del extraño vigorosamente. Pinback estaba sentado completamente inmóvil, observándole—. Sólo quiero decir que yo no soy el sargento Pinback. Mi verdadero nombre es Bill Frug. F-R-U-G. Soy técnico de mantenimiento de tierra. Específicamente, yo trabajo con los tanques de KG líquido para el lanzamiento de la nave. Estoy en esta misión hace ahora unos catorce años, tiempo terrestre. O alrededor de… —hizo una pausa para pensar— dos años tiempo de nave. Eso es mucho tiempo, dos años de tiempo de nave. Catorce años que he estado en esta misión y simplemente quiero decir que los uniformes de Pinback no me quedan bien, y la ropa interior es muy ancha, y que he estado intentando hacer mis propias etiquetas para reemplazar las del sargento Pinback; pero parece que no puedo quitar estas etiquetas de los trajes espaciales sin romperlos, y además, la máquina de coser en la sala de recreo ya no funciona, y sólo sé hacer dobladillo de cualquier forma. Yo no pertenezco a esta misión, aunque hasta ahora he sido… un miembro ejemplar de la tripulación y he tratado de cumplir los deberes del sargento Pinback lo mejor que he podido, y, y… quiero irme a casa.
La imagen cambió. El extraño aún se parecía a Pinback, sólo que ahora su pelo y su barba estaban más crecidos, mucho más crecidos, al igual que su expresión.
—Ah, el comandante Powell murió hoy —entonó el extraño solemnemente—. Estábamos saliendo de la hipervelocidad después de lanzar una bomba con éxito, y bien, él se sienta justo a mi lado, y, bien, algo fue mal con el campo de fuerza y su mecanismo cuando salimos al espacio normal, trabó un circuito defectuoso en su asiento y lo hizo saltar y… —la figura de la pantalla se medio encogió de hombros— y él se murió, tal que así. Doolittle dijo que su cerebro está todavía funcionando, o algo parecido; así es que en vez de darle sepultura en el espacio le pusimos en el frigorífico con la esperanza de que cuando volvamos a la Tierra los muchachos de la sección de biología puedan reconstruirle un cuerpo para él. Personalmente, creo que Doolittle es excesivamente optimista, pero como él se llevaba bien con el comandante, entiendo sus reacciones.
Otra vez la metamorfosis del video, y un aún más desgreñado tipo Pinback miraba tristemente a Pinback.
—Doolittle dice que él asume el mando formal de la nave —dijo la figura—. Y yo, yo digo… —la palabra BORRADO reemplazó momentáneamente la imagen en la pantalla y el audio se hizo silencioso— que él está excediéndose con su autoridad, porque yo soy el único con objetividad que queda en la nave, y por tanto yo debería asumir el mando. Doolittle dice que yo no soy realmente el sargento Pinback, lo que muestra lo lejos que va, y por tanto yo no pude asumir el mando. Luego dijo que si yo quería asumir el mando él estaría contento de liármelo. Me preguntó cuál era mi primera orden, y ese estúpido mono de Boiler estaba allí de pie, riéndose burlonamente de mí, y yo no pensé que fuera tan divertido. O justo. Quiero decir, debería haber tenido tiempo para prepararme para algo como el tomar el mando. Ahora voy a hacer un informe sobre esto al cuartel general de la Base Tierra porque creo que esto es un montón de… —y la palabra BORRADO apareció otra vez, varias veces, de hecho.
La imagen cambió otra vez Ahora era un tipo-Pinback sonriente y feliz el que apareció, con el pelo y la barba ligeramente recortados. Un Pinback que se parecía muchísimo, si no exactamente, al Pinback sentado en la silla de grabación, mirando la imagen en la pantalla.
Esta vez, el audio salía solamente a ráfagas, con el ahora familiar slogan BORRADO apareciendo casi constantemente en la pantalla. Muy pocos sonidos reales escaparon a los censores incluidos en la grabadora, y éstos eran en su mayoría sonrisas y nerviosas risitas ahogadas en lugar de palabras.
—Hoy me dirigí a Doolittle en el hall —la imagen rió—. Y yo BORRADO Doolittle —risita—. Él dijo BORRADO… —sonrisa, risita, bufido— y él no… —y esta vez las palabras GESTO BORRADO aparecieron—. Entonces él… —carcajada. BORRADO, risita—, y yo dije, bien, y él todavía no lo entendía, y…
El sonido cambió la pantalla otra vez, para revelar ahora un Pinback nervioso e irritado que en adición a parecer descontento también revelaba un ligero temblor en la esquina de su ojo derecho.
—Esta misión se hizo pedazos desde que el comandante Powell murió. Doolittle me trata como a un idiota. Talby piensa que es muy listo, allí arriba, en su cúpula, y Boiler me pellizca en el brazo cuando nadie está mirando. Estoy cansado de ser tratado como un trapo viejo. Estoy cansado de ser tratado como un intruso. Estoy cansado de que no se me dé el debido crédito por el trabajo que estoy haciendo. Estoy cansado de… de no ser tratado como debería ser. Después de todo, yo supero en rango a ambos, Talby y Boiler, y yo he informado de su falta de respeto al cuartel general; pero por alguna razón el cuartel general no ha respondido. Me pregunto qué es lo que va mal con esa gente allí abajo. ¿No se dan cuenta de la importancia de mantener la disciplina aquí arriba? Si el rango no significa nada, podemos entonces mandar a la porra toda la misión. Es suficiente hacer que uno abandone su cometido. Yo abandonaría mi puesto y mis deberes a no ser que mi sentido de lealtad al programa es demasiado alto. Además, pondría en peligro a todos los de la nave, yo incluido. Si esto es autopreservación, egoísmo, entonces que así sea.
Ésa fue la última charla. La cinta se paró y la señal CINTA EN ESPERA se encendió en la pantalla.
Pinback dejó salir un profundo suspiro. Se ajustó la túnica ligeramente, se alisó algunos cabellos sueltos y se quitó un poco de líquido congelado de jamón de su barba. Sentado derecho y aclarándose la garganta, dio un golpecito a otro mando sobre la consola y habló hacia la máquina, mirando hacia delante. Su tono era sereno, bien modulado, controlado o quizá un poco incontrolado.
—No me gustan los hombres que están a bordo de esta nave espacial. Son groseros y no saben apreciar mis mejores cualidades. Tengo algo de valor con lo que contribuir a esta misión, si ellos tomasen simplemente un poco de su tan precioso tiempo para reconocerlo. Hoy, durante el almuerzo, intenté mejorar la moral y crear un sentido de camaradería entre los hombres manteniendo una discusión humorística sobre los primeros días de la misión. Mis proposiciones fueron brutalmente rechazadas. Estos hombres no quieren una nave feliz. Están profundamente enfermos y tratan de compensar sus propios infortunios mentales haciéndome sentir miserable. —Era vagamente sabedor de que gimoteaba y que algo estaba mal. Era también poco militar. No debería seguir con la cinta. Pero no pudo parar, y además, le hacía sentirse bien. Las palabras siguieron fluyendo.
»La semana pasada fue mi cumpleaños. No sólo no tuve ningún regalo, sino que ni siquiera nadie me dijo «feliz cumpleaños». Y no hubo ninguna tarta, tampoco. Cuando pregunté sobre esto, Boiler sugirió que metiese la cabeza en el centro del reactor y que me perdiese —gimoteó otra vez—. Algún día esta cinta será escuchada, y entonces lo sentirán.
Eso parecía ser todo. De cualquier modo, estaba gimoteando con demasiada fuerza para conseguir decir algo con sentido, y no había ninguna razón en cargar la cinta con tanta emoción, ya fuera honesta o sincera. No era digno.
Levantándose, tiró abajo el mando activador, y el Pinback de la pantalla desapareció. Pinback quitó cuidadosamente la cinta de la grabadora y la puso de vuelta en su túnica. Luego se levantó y se dirigió a la zona dormitorio.
Quedaban varias horas de sobrevelocidad antes de que llegaran al planeta que tenían que volar. Sentándose en su catre, desconectó metódicamente el intercomunicador, los controles de aviso, todo. No quería ser molestado. Todavía tenía tiempo suficiente para estar enfurruñado, y no quería que Doolittle o Boiler le interrumpieran.
Así es que no lo oyó. Y Doolittle, inmerso en su provisional órgano, no lo oyó tampoco, porque él apagaba todo cuando estaba tocando. Todo, a excepción del plink y bang y clonck de crudos martillos golpeando jarras de agua y viejos contenedores metálicos y el amasijo de tubos enormes estallando en la Grand Piece Symphonique de Franck.
Y Boiler, absorto, absorto en su descolorida revista de muchachas, no lo oyó tampoco, no con los tapa-oídos puestos. No oyó la insistente voz de la computadora…