Cinco

ESTABAN ASÍ DISPUESTOS: el hombre a un lado, el extraño a otro. La extraña criatura hacía ruidos con la garganta juguetona, evidentemente disfrutando la interesante tarde. No parecía malicioso, Pinback, de cualquier forma, descubrió que ya no podía considerar al extraño con algo remotamente parecido sin objetividad.

Se sentó en el interior de la abertura, sostuvo la respiración y pensó que esto era el fin. Ahora tendría que volver al cierre de aire de emergencia, poner el intercomunicador y pedir a Boiler o Doolittle que mandasen abajo el elevador. Pero de ninguna manera podía hacer esto por sí mismo.

Volviéndose y poniéndose de rodillas, miró a través del conducto al extraño. Estaba todavía descansando sobre el borde de la abertura, vibrando expectantemente y temblando. Pinback lo miró y le dedicó poco galantes pensamientos.

Jamás sobreviviría a esto. Jamás. Boiler nunca dejaría que lo olvidase. Si hubiera alguna manera de evitar tener que hacer la llamada de ayuda… Pero ¿cómo? ¿Qué más podía hacer?

El tablero había desaparecido, y largos tableros de madera no erraban al azar en la nave. Si hubiera alguna otra manera de cruzar el conducto…

Seguro… Inclinándose hacia fuera, miró hacia abajo y vio el pequeño rellano que corría completamente alrededor de las paredes interiores. Tenía sólo una anchura de varios centímetros, pero siendo parte de la estructura, sostendría su peso fácilmente.

Si se movía cuidadosamente y daba un paso a su debido tiempo, el rellano aguantaría.

Sin cerciorarse de que su respiración había crecido repentinamente más fuerte que lo normal, metió la cabeza dentro del conducto y se volvió hacia arriba. Apoyado en el interior de la escotilla con ambas manos, se deslizó sobre un pie y comprobó la resistencia del rellano. Que formaba parte de la pared del conducto, eso sí era seguro.

Apretando los dientes y deslizando lentamente su cuerpo hacia afuera poco a poco, pronto se encontró de pie contra la pared, manos extendidas y mirando hacia dentro.

Sólo miró abajo una vez.

Ahora, si sólo pudiera darse la vuelta y recorrer el camino a través del primer rincón…, tratar de agarrarse a las suaves paredes metálicas y desear que sus miembros fueran tan adhesivos como parecían ser los del extraño. Dio un paso hacia el primer rincón, luego el otro pie, y ya estaba casi a mitad de camino.

—¡Demonios, esto era fácil! —Pelota de Playa le dedicó unos ruidos típicos y Pinback se sintió lo suficientemente seguro como para agitarle su puño.

—¡Idiota! Cuando salga de aquí y te vuelva a meter en tu habitación…

Otra voz le interrumpió repentinamente, y miró alrededor del conducto salvajemente.

—¡Atención, atención! —suave voz, femenina, la computadora otra vez—. El elevador del conductor principal está ahora activado. Todo el personal debe aclarar el área.

Hubo un chasquido, un brillante resplandor, y el conducto apareció de pronto bajo y encima de él totalmente iluminado. Ahora sí podía ver con exactitud a qué altura estaba, exactamente a qué profundidad y exactamente dónde estaba atrapado con relación a aquellos extremos. Gritó. Se hallaba perfectamente cuando no tenía que mirar abajo y ver el fondo: pero ahora…

Rápidamente, su miedo se convirtió en angustia.

—¡Doolittle… Boiler…, Talby! ¡Estoy aquí, idiotas! En el conducto. ¿Para qué estáis jugando con el elevador? ¡Apagadlo! ¡Apagad…!

Su voz se desvaneció. No había, en absoluto, ninguna razón por la que Doolittle activara el elevador. No había ninguna razón por la que Boiler activara el elevador. Y aun así, había habido una razón para que Talby activara el elevador; el único que probablemente no se habría molestado. Esto le condujo a una obvia explicación: había habido otro fallo, posiblemente provocado por su presencia en el conducto.

Apoyándose contra el frío metal, cerró los ojos y tensó sus recalcitrantes músculos. No podía quedarse allí. De una manera o de otra, tenía que moverse; de lo contrario, cuando el elevador llegase a su nivel su fondo le pelaría fuera de la pared tan limpiamente como piel vieja de una espalda quemada en la playa.

—¡Socorro! —gritó otra vez—. ¡Socorro! «Ahora deja de gritar y ahorra la respiración Pinback. No hay nadie que te pueda oír, y nadie que venga a rescatarte. Tienes que salir de aquí por ti mismo», pensó.

Estaba casi llegando a la escotilla opuesta, pero todavía se preocupaba por el tembloroso porte del extraño. Asegurándose de que estaba bien apoyado sobre la pierna izquierda, le pegó una patada con la derecha, tratando de forzar a la criatura de vuelta a la cámara que se hallaba detrás de ellos.

El extraño brincó adelante y atrás violentamente en el portal, obviamente agitado, pero no lo suficiente para ser herido. Pinback le dio otra patada y añadió algunas maldiciones para aumentar el golpe.

—¡Sal de ahí, tú…; vamos, sal, muévete! ¡Tú, ignorante estúpido, ingrato…!

Haciendo un sonido especialmente virulento, el extraño saltó —no hacia atrás, sino dentro del conducto—. Aterrizó sobre el pecho de Pinback e inmediatamente empezó a arañarle con sus uñas. Las uñas tenían poco poder arañador, pero aun así eran malditamente molestas.

—¡No, no! —dijo pegándole histéricamente con ambas manos. Trató de golpearlo definitivamente, sin arriesgar su equilibrio. No se podía mantener así eternamente. Si se pusiera a la vista…

De alguna manera se revolvió en el estrecho rellano. Ahora tenía su estómago y cara contra la pared; pero el repentino quiebro había sólo temporalmente echado fuera al extraño ser. Simplemente se soltó y atacó, esta vez sobre la parte alta de la espalda.

—¡Quita, bájate!

Golpeándolo con poco éxito, empezó a deslizarse a su derecha. Quizá le dejase si volvía a la anterior escotilla. Dando otro paso, arqueó su espalda y pegó un buen golpe a Pelota de Playa con la mano derecha. Al mismo tiempo, hizo una fuerte sacudida a su derecha.

Hubo un grito de garganta muy fuerte —de Pinback— según resbalaba. Ambas manos se cogieron al rellano según se hundía. Quedó colgado, balanceándose sobre el aparente conducto sin fondo. Bueno, estaba lejos de no tener un fondo; pero estaba muy lejos de tener el menor riesgo de una caída.

Gruñendo y retorciéndose, luchó para poner una pierna de vuelta sobre el rellano, balanceando su cuerpo de un lado a otro sin mucha suerte.

El extraño se había soltado en el momento de caer y estaba ahora confortablemente escondido en la escotilla una vez más. Parecía observar a Pinback con interés, vibrando y graznando de manera enloquecedora e indiferente.

Pinback no tenía ningún problema para sujetarse, pues había sido algo así como un gimnasta en la escuela secundaria. Sin duda, con un poco más de esfuerzo podría volver arriba. Al menos eso fue lo que pensaba, hasta que sintió una ligera y temerosa presión sobre sus hombros.

—¡No… Oh. no…! No quiero jugar más. Bájate. ¡Quitaaaa!

El peso del extraño era insignificante, pero sus actividades no. Después de varios momentos de serena toma de conciencia, empezó a estrujar la caja torácica de Pinback. El sargento empezó a gritar, pero pronto se encontró a sí mismo riendo incontrolablemente. Ocasionalmente, la risa se habría disuelto en un grito de ayuda.

—¡Para-p-p-para! ¡No es… d-divertido! —el extraño continuó con su despiadado juego de cosquilleo.

No debería saber lo que estaba haciendo. Ciertamente, Pinback no podía recordar que alguna vez, él hubiera hecho cosquillas, o haber sufrido las cosquillas hechas por otro, en presencia del extraño, aunque podía haberlo olvidado.

En cualquier caso, no tenía tiempo para ponderar las posibilidades de inteligencia camuflada en el extraño viniendo a la superficie súbitamente. Las cosquillas le estaban debilitando más que el estar colgado. Al menos nada podía ocurrir.

Una voz mecánica sonó por el conducto.

—¡Atención, atención!

—¡Arrghh… no! —gritó Pinback.

—Elevador descendiendo para comprobación de eficiencia de media semana. Por favor, dejen el conducto.

—Tú, manojo loco de circuitos cruzados. ¡Aún no es mitad de semana!

—Se apreciará su cooperación.

La mirada de Pinback se volvió salvajemente hacia arriba. Su risa y su aferramiento al estrecho rellano se estaban desvaneciendo rápidamente. Hubo un mudo sonido metálico, seguido de un chirrido.

Sobro él, un suave panel blanco empezó a hacerse más grande —el fondo del elevador que descendía lentamente—. Sus ojos se ensancharon.

—¡Maldita sea! —las lágrimas empezaron a brotarle, mitad de risa, mitad de desesperación.

Haciendo un esfuerzo supremo, se apañó de alguna manera para poner ambos brazos a la vez sobre el rellano. Con las manos apretadas contra la pared, empezó a ponerse de pie.

Sólo había dado un paso de retroceso a la escotilla cuando el elevador tocó su cara y paró. Habiendo detectado interferencia, el ascensor haría una pausa de un segundo, pero luego se movería hacia abajo a tirones, al menos que no encontrase sólida resistencia. Pinback no opondría esa resistencia.

Lo pelaría fuera de la repisa con lentos tirones.

Tal como pensó, el elevador cayó otra décima de metro, juntándose con su cara y tirándole hacia atrás, para lo que él estaba arqueado sobre el conducto. Otra caída y le sería imposible mantener el equilibrio.

Justo al lado de su arañada cara vio una barra de metal suspendida del fondo del elevador. Alcanzándola desesperadamente, puso una mano alrededor de ella cuando el elevador cayó otro poco.

Balanceándose en el espacio, agarró la barra con la otra mano y descansó en el aire según el elevador hacía otra sacudida hacia abajo. La próxima le haría precipitarse por el conducto. Su posición presente no duraría tampoco eternamente, pero era mejor que yacer roto cincuenta o sesenta metros más abajo.

Hubo un suave click, el engranaje del chirriante motor cambió ligeramente y se encontró a sí mismo subiendo según el elevador empezó a subir. Había tenido la vaga esperanza de que continuaría hacia abajo hasta que pudiera soltarse, pero ahora no se atrevía.

—¡Socorro…, por Dios, alguien, socorro!

Nadie le oyó, naturalmente. Y sin duda el mal funcionante elevador no estaría dando ninguna luz roja de aviso en la sala de control, así es que nadie se apresuraría a bajar allí y comprobar lo que pasaba.

Se preguntó qué demonios sería lo que el elevador haría a continuación. En cualquier caso, ¿cuánto duraba una de estas comprobaciones de habilidad? No podía estar bajando y subiendo, bajando y subiendo eternamente, aunque no mostraba señal alguna de parar.

Esto no tenía lógica alguna. Como el resto de la instrumentación del Dark Star, estaba operando de una manera típicamente fortuita.

En cuanto al extraño, miró hacia arriba, y al doblarse, podía ver por uno de los resquicios del elevador. Había una breve llamarada de rojo que tenía que ser Pelota de Playa dejando la escotilla con desahogo. Se apretujó por el otro lado, y según Pinback pasaba ese nivel, con sus escotillas abiertas —abiertas, inaccesibles escotillas—, le vio huyendo de vuelta adonde él había sido molestado. De vuelta al cierre aéreo de emergencia.

Imitativas criaturas que tenían otra característica en común con el hombre: eran intensamente curiosas. Si Pinback había acudido para tratar de sacarle del sitio que el extraño había estado explorando, entonces pensaba que debía haber algo en ese lugar de particular interés para las Pelotas de Playas. De cualquier manera, ya no tenía ninguna curiosidad por Pinback, balanceándose ahora inútilmente en el conducto detrás de él.

La habitación, ciertamente, era un interesante lugar, aunque no tenemos ninguna referencia descriptiva para explicar exactamente cómo el extraño la vio. Estaba llena de paneles de control, luces intermitentes, cinco juegos de uniformes de distintos rangos.

Pelota de Playa examinó cada uno por turno, saltando sobre abiertos estantes y paquetes de comida de emergencia y aun el triple mando por el que Pinback sudó, el mando que si era accionado volaría la puerta exterior de emergencia, algo que sería desastroso para cualquiera que estuviese sobre la parte cerrada del hermético vestíbulo.

No era que Pelota de Playa supiera o comprendiera nada de esto. Aun así, no eligió jugar con el triple mando. En su lugar, su atención fue captada por un agujero parcial en la pared, donde una placa de protección se había soltado y ahora estaba colgando sobre un reacio tornillo. Un zumbido salía del agujero y había una fea y oscura mancha sobre la parte de fuera de la placa donde había sido chamuscada últimamente.

Había también una bonita cosa resplandeciente en el interior.

El extraño tampoco podía leer, de tal manera, que los caracteres pintados sobre la balanceante placa no significaban nada para él, no más que otra tintura de color rojo. Había mucho escrito en letra pequeña, y dos grandes manchas de rojo, que decían:

PRECAUCIÓN… LÁSER.

Pelota de Playa dio un salto y se agarró a la pared justo al lado del panel suelto. Miró adentro con lo que usara por ojos.

Dos rayos de intensa luz roja brillaron más profundamente en el interior, todavía firme, todavía en buena línea. Ellos salieron de un complejo instrumento.

Si Pelota de Playa hubiera estado familiarizado con la construcción de naves espaciales, hubiera notado instantáneamente que la unión entre un cuerpo emisor de luz, y su base no era sólida ya. Cambiando su posición en la pared, lo alcanzó con ambas uñas, tocando, palpando, probando curiosamente para más información táctil sobre la cosa que acababa en bonitas luces.

El finamente ajustado instrumento se movió ligeramente sobre su suelta montura. Hubo una chispa, un restallido. Pelota de Playa gimió de dolor y se saltó bruscamente del hueco, a velocidad tope fuera del cierre.

Una pizca ocasional de humo salió del oscuro interior ahora, interpuesto con extraños estallidos eléctricos. No parecía muy importante.

Como todo lo demás a bordo del Dark Star, las apariencias engañaban…

Tenían veinte yardas que correr para conseguir un «first down» —veinte yardas que hacer porque ese estúpido de Anderson había desbaratado la última jugada totalmente y había corrido dentro de su campo encerrándose en sí mismo.

Jesús, ¿cómo puedes haber podido encerrarte de tal manera? Pero había pasado, y ahora estaba de vuelta en sus propias diez yardas en lugar de veinte o, aún mejor, con veinte que hacer para un primer intento, y el entrenador había hecho entrar a Davis —el flanqueado— con la jugada que se debía hacer.

Patada rápida con el tercer tiempo casi acabado y ellos arrastrándose: ésa no era forma de ganar un partido de fútbol.

Boiler rogó y pidió a O’Brien, el nuevo quarterback. Dejarlos simplemente correr otra jugada. Otra agarrada… una agarrada birriosa. ¡Jesús! Falsea la patada al balón y que O’Brien coja el balón y siga a Harris por el lado izquierdo.

Y O’Brien había dudado y vacilado y dicho que ¿qué demonios? ¿Por qué no? A él no le agradaba el entrenador y no le gustaba dar la patada en el tercer intento, y su novia tampoco estaba a la vista; así que, ¿por qué no?

El arrebato fue hecho y Boiler gritó a Harris que si no limpiaba ese agujero por él le pegaría una patada en los dientes después del juego; pero el gran hijo de perra negro simplemente se volvió y le devolvió una sonrisa, y le dijo que no se preocupase, sino que sólo le siguiera.

De tal manera se gritaron unos a otros en el corro que pudo ver cómo todo salió bien luego… Vio los estúpidos zagueros empujando para tratar de bloquear la patada, y sólo pusieron dos zagueros al fondo para esto, y O’Brien había saltado, y en el último segundo, perfecto, tomó el balón en vez de dejárselo a Davis.

Se lo lanzó como en balonvolea, y él lo cogió, y allí estaba toda la zona izquierda, simplemente barrida, barrida, hombre. Y Harris allí fuera corriendo delante de él. El viejo Mojack Harris, y el último zaguero recuperándose y tratando de superarle. Boiler se rió de la expresión de su cara y de cómo Harris le agotaba. Le dejó en el bote y entonces Boiler corrió libre, libre, con los sonidos de la multitud en sus oídos y la mirada en la cara del entrenador volviéndose de furiosa a alegre según él pasaba la señal de «first down» y seguía adelante.

Esquivar un poco aquí, el último zaguero nunca le vio y entonces no quedaba nada sino césped, césped, hombre, todo el camino hasta la zona final, hasta aquellos postes hermosamente clavados hacia arriba, los postes de gol. Y la alegría, hombre, la alegría de cómo la multitud se volvía loca. Noventa yardas sin ser bloqueado, hombre. Noventa malditas yardas, y la multitud tan ruidosa que no te podías ni oír a ti mismo. No podías oír nada, macho, y las luces cegándote. No podías oír ni ver: ni oír ni ver. No pudo ver ni oír la alarma encendiéndose en la pantalla encima de él…

Talby pestañeó. Había estado soñando con las estrellas otra vez. Parecía que alguien le estaba hablando.

—Así ves —le estaba diciendo Doolittle, mirando arriba de vez, en cuando a la escotilla abierta desde su asiento en el pequeño rincón al otro lado de la escotilla—. Así ves, algunas veces tienes una ola que sería de las que se podrían plegar sobre sí misma. Ya sabes, como alguien batiendo mantequilla. Y tú te agacharías dentro de este tubo de agua. Talby, y sonaría como, oh, como un tren expreso subiendo por tus talones. Como una película de dibujos animados.

Miró arriba y hacia fuera por la cúpula, pero la negrura estaba empezando a apoderarse de él otra vez Así que se miró los pies. La vista fue sorprendentemente confortadora.

—Luego te agacharías sobre tu tablero, dentro de ese tubo, montado sobre éste y confiando que nunca se acabase. Si eras un segundo demasiado rápido, lo perderías todo a la vez, estar fuera enfrente de ello. Un segundo demasiado lento y el agua te cogería, balanceándote de un lado para otro, y te escupiría en algún lugar de la playa. Te digo. Talby, que no hay nada como ello. ¿Qué te parece, oh, Talby? ¿Talby?

Talby estaba absorto en observar palabras y números formarse y alinearse en su pequeña pantalla.

… ESTADO POSIBLE DE LOS SISTEMAS COMP 47308… MALFUNCIONAMIENTO POSIBLE PRIMARIO… DEMANDA DE PRIORIDAD SECUNDARIA… 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10-MAX… FALLO POTENCIAL DEL CIRCUITO…

Las últimas palabras se desvanecieron de la pantalla. Permaneció vacía. Eso significaba que la computadora de la nave estaba resolviendo el problema que pudiera existir.

Una parte de él —empañada, social, apéndice rudimentario— estaba escuchando a Doolittle decir algo sobre agua y un tubo. Él asentía educadamente a lo que él pensaba en el momento apropiado y era conocedor de estar agradando al teniente. El resto de él permanecía atento a la pantalla.

… RAD. REG594…

Ahora palabras, números y símbolos empezaron a encenderse a través de la pantalla en rápida sucesión. Eso no significaba nada y significaba todo, pues era una parte de la computadora hablando a otra. Era demasiado rápido para que Talby pudiera seguirlo.

Se relajó otra vez en el asiento. La computadora no había encendido ningún y zumbador eléctrico, ni activado ninguna luz de aviso. Cualquiera que fuera la dificultad, el cerebro del Dark Star parecía tenerlo bajo control.

Él sabía que varios circuitos de aviso de emergencia habían fallado con los años. Este nudo de información fue desviado convenientemente a un lado. Ahora mismo, no se sentía en disposición de hacer el doble chequeo de la emergencia, si realmente había alguna. Más tarde, quizá…

Una nueva estrella cayó lentamente al campo de visión sobre el horizonte de la nave. Su mirada se cerró sobre ella tan eficazmente como un telescopio de rastreo. Definitivamente, otro luminario que añadir a su creciente colección personal.

Se puso a archivarlo tan entusiásticamente como había hecho con los miles anteriores.

Tamaño, distancia, posibles planetas, composición. Más palabras se encendieron sobre la pantalla ahora, más lentamente, lo suficientemente lento para la comprensión humana.

Él sabía que estas palabras querían decir algo significativo, pero seguramente podrían esperar. No había nada que no se pudiera subordinar al catalogar una nueva estrella, porque no había nada más importante. ¡Nada!

Doolittle habría prestado más atención a las palabras que aparecían sobre la pantalla del astrónomo, pero estaba fuera de posición para verlo; y su mente estaba ocupada en algún lugar, pensando en el abierto y ondulante mar.

Boiler habría prestado más atención a las palabras, pero sus pensamientos estaban en un campo abierto.

Pinback pensaba en una superficie abierta, punto. Superficie abierta de cualquier clase, mientras fuera sólida bajo sus pies, y equipada con los componentes normales, césped verde, cielo azul, una nube o dos, quizá algunos árboles de verdad.

En cuanto al comandante Powell, su mente estaba simplemente… abierta…

Además de no prestar atención a sus pantallas de comunicación, los miembros de la tripulación del Dark Star estaban ignorando serenamente lo que sucedía bajo la nave. Ninguno de ellos oyó el suave click dentro de la cámara más grande de la nave. Ninguno de ellos vio las puertas en el fondo de la nave deslizándose como habían hecho numerosas veces anteriormente. Un gran agarrador magnético cayó con una forma oblonga familiar pegada a su base y con un número. Tampoco vieron las siguientes series de palabras que se encendieron en cada pantalla de la nave.

… SISTEMAS DE COMPARTIMIENTO DE BOMBAS ACTIVADOS…

Había un inmenso 20 grabado en los lados de esta forma oblonga. Aparato Disparador Termoestelar número veinte sabía que había tenido esta secuencia anteriormente. Tenía una gran capacidad de memoria programada en una corta vida. Y no debería haber pasado por esto antes. Fue programada para esta secuencia sólo una vez, y aquí estaba haciéndola otra vez. La bomba buscó en sus carretas de memoria y no encontró ninguna explicación.

Número Veinte estaba comprensiblemente confusa.

—Computadora de la nave llamando a bomba Número Veinte. Computadora de la nave llamando a bomba Número Veinte. Estás fuera del compartimiento de bomba otra vez. Esto es incorrecto.

—Recibí la señal para prepararme al lanzamiento otra vez —replicó la bomba con una punzada de irritabilidad electrónica.

Duda por parte del cerebro del Dark Star. Recomprobar y poner en correlación. ¡Ah sí, aquí estaba la dificultad!

—Hay un fallo adicional inesperado en el sistema láser de comunicación que no ha sido rectificado. Éste es el sistema errado que causó tu anterior lanzamiento abortivo. Aparentemente no ha sido totalmente compensando. Ha causado a tu sistema de lanzamiento el pasar una orden incorrecta otra vez. Repito. Esto no es una secuencia de lanzamiento.

—Todo muy creíble, pero, no obstante, yo recibí la señal de lanzamiento.

—Como ya ha sido determinado, la señal fue dada por error.

—Oh, no quiero oír eso —murmuró la bomba. Había incluido una definida nota de petulancia en sus neutrales tonos. Cuanto más conversase la bomba, más grande sería el peligro de que sus simples circuitos de lógica llegaran a confundirse.

—Ordeno que vuelvas al compartimiento de bombas.

—¡Phooey!

La exclamación fue excesivamente suave, pero el significado detrás de ella no. La computadora de la nave considerará lo que hay que hacer. Quizá una aproximación máquina-a-máquina más directa fuera requerida.

—Si no vuelves al compartimiento de bombas estarás en contravención de la Ordenanza principal Uno de relaciones Computadora Central y Computadora Subordinada.

—Estacas y piedras romperán mis huesos —empezó a replicar la bomba.

—No tenemos tiempo para discutir tu configuración interna —contraatacó la computadora principal—. De todas maneras, te lo explicaré con detenimiento si vuelves al compartimiento de bombas.

—¡Uh-uh!

—Ord… —la computadora dudó un microsegundo—. Sugiero enérgicamente que vuelvas al compartimiento de bombas.

—Eso va contra mi programación corriente. —Ahora por primera vez el cerebro del Dark Star reveló algunas emociones de su propiedad, si realmente es posible para una mente mecánica indicar exasperación.

—Repito. Uno de los láseres del sistema de comunicación ha sufrido daño. El mismo accidente repercutió en el circuito de rastreo necesario para localizar el daño sin ayuda manual. Hasta que tal ayuda no esté disponible yo no puedo rectificar el daño, pero es cierto que tú recibiste una falsa señal. ¿Ves esto? Debes volver al compartimiento de bombas mientras yo identifico la fuente de la señal falsa.

Hubo una larga pausa. Luego, la bomba accedió, aunque de mala gana.

—Oh, de acuerdo; pero ésta es la última vez. —Una vez más un «hum» interno sonó. La bomba Número Veinte, obedientemente, se deslizó sobre su agarrador de vuelta a la panza del Dark Star. Las puertas del compartimiento se cerraron silenciosamente detrás de ella.