Neandertal y Cromañón. La expansión neolítica. Las lenguas indoeuropeas y los indoeuropeos. Las épocas más recientes.
Europa fue habitada muy pronto, después de la migración inicial del Homo erectus desde África, hace más de un millón de años. Probablemente, una especie derivada del erectus, a la que algunos, a diferencia de los demás, quieren considerar parte del Homo sapiens, nació en Europa hace quizá medio millón de años: se trata del hombre denominado Neandertal, que recibe el nombre del valle de Alemania del norte donde fue descubierto. No dejó descendientes directos vivos, por lo menos según lo que conocemos en la actualidad, sino que fue sustituido por los primeros Homo sapiens sapiens llegados desde África, posiblemente desde Asia central. Como todas las ideas, la de que el Neandertal se haya extinguido se resiste a desaparecer, pero no deberíamos negar la posibilidad de que exista algún descendiente todavía vivo que no ha sido encontrado hasta la fecha. Por ello, aun admitiendo la singularidad, algunos antropólogos luchan contra la idea de que el Neandertal se haya extinguido por completo, porque ésta es prácticamente la última esperanza de supervivencia, muy parcial, de una teoría que a ellos les resulta grata y que niega el reciente origen Africano del hombre moderno.
La primera entrada del hombre moderno en Europa se dio desde Asia central hace alrededor de 42.000 años, posiblemente a través de Ucrania, basándonos en el rico material lítico de origen auriñaciano. Entre los descendientes, los del sudoeste de Francia, estaban los famosos esqueletos encontrados en Cromañón, fechados en hace 24.000 años. En la época del primer contingente del hombre moderno, los Neandertal se habían extendido por Europa, y eran distintos física y culturalmente, porque se servían de utensilios de elaboración más antiguos, pero desaparecieron bastante pronto tras la llegada de los modernos, dejando sólo algunos descendientes hasta hace unos 30.000 años en las regiones más meridionales.
La última glaciación, acaecida hace entre 29.000 y 13.000 años, dejó prácticamente inhabitable la parte más septentrional de Europa. Italia siguió siendo habitable, si bien con una geografía de la región prealpina profundamente modificada. Casi inmediatamente después de la glaciación empezó la agricultura, que llegó a Italia primero por el sur, desde Siria y desde Turquía a través de Macedonia, Grecia y tal vez incluso Albania. Por el norte es posible que llegara, al menos en parte, desde la actual Croacia y Eslovenia, es decir, los Balcanes, o bien desde el centro de Europa. La historia documentada comienza en Italia poco después del año 1000 a. C. Y desde esa época empezamos a tener los primeros documentos sobre las lenguas utilizadas por aquel entonces. Hoy en día, los descendientes de los primeros europeos modernos llegados hasta Europa están todavía muy extendidos en la región de Cromañón y sobre todo en la cercana región vasca, pero también en toda Europa occidental, incluida una parte de los Alpes y de los Apeninos del norte, entre los antiguos ligures, no sólo en Liguria y Piamonte, sino también en la Francia del sur. La única lengua superviviente entre las que hablaban los primeros europeos podría ser el vasco. En términos generales, el resto de lenguas habladas en Europa son indoeuropeas, y llegaron con pueblos indoeuropeos desde Asia central. En la llanura paduana los descendientes de la primera oleada se encuentran mezclados con los celtas, de origen más tardío, que llegaron a Italia probablemente desde Austria y Suiza. Las lenguas célticas son indoeuropeas y se hablan todavía en la parte más occidental de Europa del norte, y en la época de julio César se hablaban también en Francia y España.
En el primer milenio antes de Cristo hubo varias migraciones: quizás una migración de pueblos itálicos desde el noreste; con seguridad, una migración de fenicios a la Italia insular, y de griegos a la meridional y a la insular. La conquista romana de Italia se completó en el siglo II a. C. Las invasiones de los bárbaros empezaron con las de los godos, los hunos y los longobardos en los siglos V y VI d. C. La conquista de Carlomagno es de los siglos VIII y IX. Los árabes ocuparon Sicilia desde el siglo VII hasta el IX y contribuyeron a su desarrollo agrícola, tras un largo periodo de pobreza. Las guerras entre el Papado y el imperio entre los siglos XII y XIV trajeron ejércitos extranjeros y destrucción, pero a esas alturas el país ya estaba densamente poblado y la entrada de genes de origen externo fue muy limitada. Las minorías étnicas que conservan cierto aislamiento, más lingüístico que genético, penetraron en tiempos, en lugares y desde lugares bastante distintos. Las invasiones y las ocupaciones extranjeras empezaron con la pérdida de Lombardía en el siglo XVI y la conquista del sur por parte de España. El fraccionamiento político redujo los intercambios genéticos y sólo después de 1870, con la unidad de Italia y Roma como capital, empezó una fuerte emigración desde las regiones más pobres, sobre todo desde el sur. También se inició una mezcolanza interna que llevó sobre todo a una fuerte urbanización, especialmente a cargo de las ciudades que ofrecían oportunidades de trabajo (en particular, el triángulo industrial del norte: Turín, Milán y Génova). La inmigración procedente de países extranjeros empezó en los años ochenta, sustituyendo casi por completo a la interna por lo que se refiere al sector de los servicios. Todavía antes de la última guerra este personal procedía de las zonas más pobres que, en el norte, eran sobre todo el campo y las montañas del Véneto, hoy en día entre las zonas más ricas y productivas del país. En la actualidad, los obreros no especializados proceden en su mayoría de la inmigración extranjera.