[1] La edición en castellano de Vita brevis se ha adecuado, por indicación del autor, a nuestra cultura, de mayor familiaridad con las tradiciones latina y cristiana. Debido a ello, se han suprimido aquellas notas que en la edición noruega servían para aclarar conceptos no propios de la cultura escandinava, pero que resultaban obvios para un lector español. En nuestra edición se han consultado las traducciones publicadas por la Biblioteca de Autores Cristianos y Alianza Editorial. Traducciones de José Cosgaya y Pedro Rodríguez de Santidrián, respectivamente. (N. del E.) <<
[2] Floria emplea la palabra latina auditora. <<
[3] Conf. VI, 15. <<
[4] Ibid. <<
[5] No he conseguido localizar la cita a la que se refiere Floria. <<
[6] En realidad, «la perdición del amor». <<
[7] Conf. VIII, 11. <<
[8] El escrito al que se refiere Agustín en Confesiones es el Hortensius de Cicerón, hoy perdido. Conf. III, 4. <<
[9] Floria alude a una expresión sacada de las sátiras de Juvenal: Vitam impendere vero. <<
[10] Una alusión a la sentencia: Amicus Plato, sed magis amica veritas (Platón es amigo, pero es más amiga la Verdad), que está tomada de la vida de Aristóteles por Ammonius Saccas, que lo atribuye a Sócrates. <<
[11] Supongo que Floria se refiere aquí a obras de otros autores. <<
[12] Conf. IX, 6. <<
[13] Ciertamente Séneca dice que se debe escuchar a la otra parte, pero también aparece como cita de Agustín: audiatur et altera pars, en De duabus animabus contra Manichaeos, del año 391. Es probable que Floria conociera este opúsculo de Agustín. Personalmente prefiero imaginar que es Agustín quien en De duabus animabus expresa lo que Floria le recordó en el foro romano en el invierno del año 388. <<
[14] Conf. I, 2. Véase también Romanos 11:36. <<
[15] Conf. I, 7. <<
[16] Conf. I, 11. <<
[17] Conf. X, 32. <<
[18] Conf. X, 31. <<
[19] Conf. II, 1. <<
[20] Conf. II, 2. <<
[21] Conf. II, 6. <<
[22] Recogido en Conf. II, 2. Véase también 1 Corintios 7:1. <<
[23] Conf. II, 2. Véase también Mateo 19:12. Éste versículo de Mateo incitó a algunos de los primitivos cristianos a dejarse castrar, entre ellos a Orígenes (185-254), padre de la Iglesia. En la Vulgata, la traducción latina de la Biblia empleada por Agustín, el versículo está traducido como sigue: Sunt enim eunuchi qui de matris utero sic nati sunt; et sunt eunuchi qui facti sunt ab hominibus; et sunt eunuchi qui se ipsos castraverunt propter regnum caelorum; qui potest capere capiat. <<
[24] Conf. X, 30. <<
[25] Conf. III, 1. <<
[26] Floria cita a Horacio. <<
[27] Conf. III, 1. <<
[28] Conf. IV, 8. <<
[29] Floria escribe scortum, que, según distintos autores, significa «pellejo», «cuero», pero también «ramera», «prostituta». <<
[30] Aquí Floria parafrasea las palabras de un antiguo rito matrimonial. <<
[31] Conf. III, 12. <<
[32] Conf. III, 11. <<
[33] Véase nota 30. Al leer esta frase de Agustín, es posible que muchos de sus contemporáneos la asociaran con la vieja fórmula de las bodas romanas. <<
[34] Conf. IX, 12. <<
[35] La cita continúa así en Conf. IV, 2: «La vida con ella me hizo ver por propia experiencia la distancia que hay entre el amor conyugal, pactado para generar los hijos, y el pacto del amor lascivo, en el que los hijos nacen contra el deseo de los padres, aunque una vez nacidos se sientan obligados a quererlos». Floria ni siquiera se molesta en comentarlo. Ella deseará subrayar lo contrario, es decir, que convivieron como cónyuges. <<
[36] En sus Confesiones, Agustín no llega a mencionar el nombre de este amigo. <<
[37] Conf. IV, 6. <<
[38] Conf. IV, 7. <<
[39] Conf. IV, 8. <<
[40] Conf. V, 8. <<
[41] Conf. V, 9. <<
[42] La «perdición del alma» aquí no debe confundirse con la idea cristiana del Juicio Final, pues se refiere a la creencia que hubo en la Antigüedad de que algunas almas se perdían y otras podían llegar a merecer existencia eterna. <<
[43] Es decir, los escépticos. El propio Agustín los describe con las siguientes palabras: «habían sido los más prudentes, porque habían adoptado como principio dudar de todo y de todos y la imposibilidad de que el hombre pueda conocer con certeza» (Conf. V, 10). <<
[44] Conf. VI, 3. <<
[45] Conf. VI, 14. <<
[46] Conf. VI, 11. Véase nota 43. <<
[47] Conf. VI, 11. <<
[48] Ibid. <<
[49] Amigo y antiguo alumno de Agustín. Alipio viajó a Roma antes que Agustín para estudiar Leyes. Juntos viajarían más tarde a Milán (Conf. VI, 7-10). <<
[50] Conf. VI, 12. <<
[51] Es probable que Agustín tuviera serios problemas de conciencia por haber abandonado a su concubina, aunque sea un tema que no se toca en absoluto en sus Confesiones, en las que no dedica ni un pensamiento a las heridas que debió de causar a Floria. En el opúsculo De bono coniugali (La bondad del matrimonio, del año 401), escrito en la época en la que Agustín podría haber recibido la carta de Floria, señala, no obstante, que un hombre que arroja de su lado a una fiel concubina con el fin de casarse con otra mujer comete adulterio. No todos los cristianos de la época compartían este modo de pensar. Hasta bien entrada la Edad Media era normal que un hombre tuviera una concubina antes de casarse. El obispo León de Roma (san León I Magno) permitía, por ejemplo, a mediados del siglo V, que hombres cristianos abandonaran a su concubina para casarse. Este procedimiento no era considerado ni divorcio ni bigamia sino, al contrario, una mejora moral, idea a la que, como hemos visto, Agustín se opuso. Un hombre que inicia un concubinato debe mantenerse fiel a su concubina y no casarse luego con otra mujer.
Me resulta interesante plantearme la cuestión de si Agustín, tan poco tiempo después de haber escrito sus Confesiones, habría adoptado este punto de vista, es decir, la defensa del estado «matrimonial» de la concubina y sus derechos, si no hubiera leído la carta de Floria. Así, Floria tal vez tuviese razón al decir que su carta a Aurelio era una carta a toda la Iglesia cristiana. Incluso en 1930 el papa citó frases del opúsculo La bondad del matrimonio, quizá, sin saberlo, también él influido por la carta de Floria. Sin embargo, tengo mis razones para pensar que tanto él como anteriores papas han tenido conocimiento de este Codex Floriae. <<
[52] Conf. VI, 13. <<
[53] Debe ser una alusión a Cicerón, quien atribuye la frase Omnia mea mecum porto al filósofo griego Bias, que tuvo que huir del enemigo sin poder llevarse nada y, sin embargo, se llevó todo consigo, es decir, lo único que tenía un verdadero valor: su sabiduría y su experiencia. <<
[54] Conf. VI, 13. En esa época, la edad para casarse era entre los doce y trece años. <<
[55] Conf. VI, 15. <<
[56] Ibid <<
[57] Epicuro (341-270 a. C.) decía: «La muerte no nos atañe… Porque mientras existimos la muerte no existe. Y cuando llega la muerte, nosotros ya no existimos». Hizo el siguiente resumen de su filosofía liberadora con lo que él llamaba las «cuatro hierbas curativas»: «Los dioses no son de temer. La muerte no es de preocupar. Es fácil conseguir el bien. Lo terrible es fácil de soportar». <<
[58] Conf. VI, 16. <<
[59] No he conseguido averiguar a quién se refiere Floria. <<
[60] La Vulgata, la traducción latina de la Biblia, probablemente utilizada por Floria, dice en Marcos 1:17: Et dixit eis lesus: venite post me et faciam vos fieri piscatores hominum. Véase también Mateo 4:19. <<
[61] Conf. X, 30. Me pregunto si Floria escribe estas palabras en un intento deliberado de formular la contrapartida al mito de la caverna de Platón, que ella sin duda conoció. <<
[62] Conf. VI, 16. <<
[63] Conf. VII, 1. <<
[64] Ibid. <<
[65] Conf. VII, 1. <<
[66] Véase 1 Corintios 13:12. En la traducción de la Vulgata: Videmus nunc per speculum in enigmate, tunc autem facie ad faciem, nunc cognosco ex parte, tunc autem cognoscam sicut et cognitus sum (Ahora vemos como por medio de un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de una manera imperfecta; entonces conoceré de la misma manera en que soy conocido). <<
[67] Conf. VIII, 1. <<
[68] Ibid. <<
[69] Ibid. <<
[70] Conf. VIII, 5. <<
[71] Ibid. <<
[72] Conf. VIII, 7. <<
[73] Ibid. <<
[74] Conf. VIII, 11. <<
[75] Conf. VIII, 12. <<
[76] Floria escribe: omnia vicerant amorem. Como puede apreciarse, ha dado la vuelta a la frase de Virgilio omnia vincit amor (el amor lo vence todo). <<
[77] Conf. VIII, 12. Véase también Salmos 30:11. <<
[78] Conf. IX, 6. <<
[79] Ibid. <<
[80] Conf. IX, 10. <<
[81] Conf. IX, 11. <<
[82] Ibid. <<
[83] Conf. IX, 12. <<
[84] Consúltese la palabra griega hybris, «desmesura o ira de los hombres», cuya contrapartida es nemesis, «ira de los dioses». Pero, en su carta, Floria utiliza la palabra latina superbia. <<
[85] Estas palabras eran susurradas al oído de los vencedores en su marcha triunfal por Roma. <<
[86] La tumba de Mónica fue encontrada en el verano de 1945 delante de la iglesia de Santa Aurea por dos muchachos que estaba excavando un agujero para colocar un poste de baloncesto. <<
[87] Véase Romanos 7:19. En la Vulgata: Non enim quod volo bonum hoc facio sed quod nolo malum hoc ago (No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero). <<
[88] En el Clasicismo, las representaciones de las tragedias griegas eran seguidas de los llamados «juegos de sátiros». Intuyo una buena dosis de ironía en la descripción que hará Floria al libro X de Agustín como «juego de sátiros», en donde un obispo (medio divino) sigue lamentándose hasta el fin de sus deseos y necesidades carnales. <<
[89] Conf. X, 31. <<
[90] Conf. X, 30. <<
[91] Floria alude probablemente a las palabras de Aquiles sobre la vida de sombras en el reino de la muerte (véase Odisea, XI, 489-491). De esta manera Floria convierte a Agustín en un muerto viviente —en el reino de la muerte de la Iglesia—, del mismo modo que él, innumerables veces, compara una vida «en concupiscencia» con la muerte. <<
[92] Conf. X, 30. <<
[93] Conf. X, 33. <<
[94] Ibid. <<
[95] Conf. X, 34. <<
[96] Conf. X, 35. <<
[97] Ésta es, en mi opinión, la frase más extraordinaria de Floria. La expresión nos es conocida a través del libro De consolatione philosophiae, de Boecio (c. 480-524), es decir, unos cien años después de la carta de Floria. Para mí este hecho se convierte en un claro indicio de que Boecio, directa o indirectamente, conoció la carta de Floria o, al menos, algunas partes de ella. Boecio era además un gran conocedor de la obra agustiniana y no me resulta totalmente improbable que conociera además el «Codex Floriae», o algunos fragmentos del mismo. <<
[98] Conf. X, 35. <<
[99] Floria alude a una expresión, oleum et operam perdere, que procede de los escritores y artífices que trabajaban a la luz de una lámpara y que, si no tenía éxito, consideraban perdidos el trabajo y el aceite consumido por la lámpara. <<
[100] Alusión a la frase de Publio Sirio: Multis minatur, qui uni facit iniuria (Amenaza a muchos quien comete injusticia con uno sólo). <<
[101] Alusión a la frase de Horacio Nunc est bibendum (Ahora es cuando hay que beber). <<
[102] Supongo que Floria juega de nuevo con su propio nombre y con el de Flora, diosa de las flores.
A unos veinte kilómetros de Ostia se encuentran hoy las ruinas de un antiguo convento agustino (San Agostino), construido en la Edad Media a orillas del río Fiora (Floria), justo donde desemboca en el mar. En mi opinión estamos ante otro indicio de que ha existido una tradición «floriana» hasta bien entrada la Edad Media. <<
[103] Floria, al haber leído los cuatro evangelios, quizá tenga en mente la parábola de la higuera. Véanse Mateo 21:18-22 y Lucas 13:6-9. <<