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Colaboraciones y adaptaciones

En algún punto de su carrera puede decidirse a trabajar en un proyecto con otro escritor o un grupo de escritores.

Colaboración. Es cuando dos autores escriben juntos una historia. Podría parecer que tener a dos escritores trabajando en la misma historia dividiría el trabajo por la mitad, pero muchos de los que han participado en colaboraciones dan cuenta de que en realidad supone duplicar el esfuerzo. Esto se debe a que en una verdadera colaboración ambos escritores deben ponerse de acuerdo en cada detalle. Lo que puede suponer interminables reescrituras y difíciles compromisos; puede obligarle a firmar con su nombre una historia que incluya cosas que le parezcan irremediablemente equivocadas.

También puede facilitarle completar el mejor trabajo de su carrera, si el resultado final supera el que conseguirían en solitario los talentos individuales implicados. Después de todo, las grandes obras en el cine y el teatro, la danza y la música, son casi siempre colaboraciones de escritores, directores, coreógrafos, compositores y una multitud de intérpretes que crean juntos algo que no podrían conseguir por sí solos. En consecuencia, ¿es sorprendente que a veces la colaboración dé buenos resultados en el campo de la literatura?

Sin embargo, antes de comenzar una colaboración debe asegurarse de que ha llegado a ciertos acuerdos con su socio en puntos clave. Cualquiera de los dos debería tener la posibilidad de salirse del proyecto en el momento que lo estime… Pero ¿quién de los dos tendrá entonces el derecho a continuarlo? El dinero se reparte siempre al 50% salvo en circunstancias extraordinarias, pero si cada uno tiene un agente, ¿quién será el encargado de mover la obra terminada? ¿Es necesario que los dos den su consentimiento para cualquier publicación? En el primer entusiasmo creativo, plantearse estas preguntas puede producir la misma sensación que presentar a la pareja un acuerdo prenupcial en la mañana de la boda. Pero debe hacerse, o existirá la posibilidad de un posterior conflicto.

Mundos compartidos. Las antologías de mundos compartidos incluyen historias que se desarrollan en el mismo entorno. Cada escritor es por lo general libre de emplear los personajes de las historias de los demás autores, en tanto el creador del personaje apruebe el uso que se haga de él. El resultado puede ser muy divertido: distintos estilos y visiones combinadas en una red de historias entrelazadas. El escenario puede convertirse en bastante creíble para el lector, en gran medida por el hecho de que, como en el mundo real, cada personaje sigue su propio camino, asomándose a las vidas de los demás en ocasiones pero no siempre participando en sus historias.

La más conocida y exitosa serie de antologías en un mundo compartido es El mundo de los ladrones[27], que en esencia inventó la fórmula que han seguido las demás. Y, en el proceso, estableció un modelo aparentemente complicado pero justo para compartir los beneficios del esfuerzo conjunto. Otras series de antologías han alcanzado distintos niveles de éxito. Liavek[28] sirvió como pista de despegue para la carrera de un grupo de escritores de Minnesota que se unieron a lo Andy Hardy[29] y decidieron crear sus propios libros; autores reputados como C. J. Cherryh, George R. R. Martin o Andre Norton también organizaron sus propios proyectos de mundos compartidos; y hay muchos más comenzados y, en ocasiones, publicados.

En el plano creativo, la técnica para arrancar estas antologías es empezar con una situación sencilla que permita incontables complicaciones. Las historias de Liavek se desarrollan en el entorno de la ciudad homónima, creada en una sesión de brainstorming por un grupo de escritores; les supuso toda una labor diseñar una ciudad con tantas clases sociales diferentes, gremios, religiones, y otras clases de comunidades, de forma que muchos personajes distintos puedan tropezarse entre ellos en el curso de un libro. Heroes in Hell[30] tiene una sola premisa aún más sencilla: todos los muertos se encuentran juntos en el infierno, y siguen siendo quienes fueron durante su periodo como mortales. Esto permite a los autores colocar juntos, digamos, a Mark Twain y William Shakespeare, o Adolf Hitler y Albert Schweitzer, o cualquier otra combinación de personajes históricos que interese. Wild Cards[31] partió de la idea de un grupo de superhéroes tipo cómic sueltos en una versión relativamente plausible de nuestro querido planeta Tierra. Todos estos mundos compartidos hacen un buen trabajo al definir estrechamente el ámbito de las historias, como si el trabajo de cada escritor estuviera preparado para entremezclarse con el de los demás. Y, a la vez, mantienen la suficiente variedad dentro de ese entorno definido como para que sea posible que escritores de muy distintos gustos e intereses puedan desarrollar sus cuentos en él.

Cada mundo compartido tiene sus propios arreglos económicos, desde un reparto totalmente igualitario en el que todos los participantes reciben ingresos de todos los volúmenes a partir del momento en que se incorporan al proyecto, hasta el acuerdo habitual de cualquier antología en el que el autor cobra royalties únicamente de los libros en los que participe, y en proporción a la longitud de su historia respecto al conjunto.

¿Cómo se entra en un mundo compartido? Lo normal en los primeros volúmenes es acceder sólo por invitación; luego algunas antologías se abren a los envíos de autores que no formen parte del grupo original. Algunos autores noveles que no han recibido invitaciones para ningún mundo compartido se han reunido para crear sus propias antologías en escenarios de su creación. Pero debe considerar que el mercado para los mundos compartidos está bastante saturado ahora que ya no son una novedad. Aún queda espacio para alguna incorporación de vez en cuando, y el éxito de El mundo de los ladrones, Wild Cards, Liauek o Heroes in Hell, entre otros, casi garantiza que los mundos compartidos seguirán siendo una opción durante algunos años.

Adaptaciones. «Ha visto la película. Ahora lea el libro». La película se rodó a partir de un guión original, pero unas semanas después de su estreno, hay un libro a la venta. Los llaman novelizadores: los basados en E. T., Batmany otros muchos filmes han llegado a las listas de los más vendidos en Estados Unidos.

Los autores de esos libros cobran con frecuencia por encima del adelanto de una primera novela, pero su porcentaje de royalties es mucho menor, de manera que un gran éxito no supondrá mucho más dinero para el novelizador que un fracaso total.

Además, escribir una novelización puede suponer una experiencia frustrante, dado que casi siempre hay que trabajar a partir del guión y entregar el manuscrito antes de que se termine el rodaje. A menudo toda la trama de la película se cambia durante la filmación o en la sala de montaje, y ahí se quedará su libro, anclado en la vieja versión «errónea».

Las novelizaciones pueden ser un trabajo de calidad, pero en la mayoría de los casos muy pocos lectores y ningún crítico lo advertirán o les importará. La tarea tiene poco de divertida, no aporta nada a una carrera, y es cosa de cada uno decidir si el pago le compensa. Algunos novelistas cuyos agentes les dan la posibilidad de escribir una novelización la ven como una oportunidad de mejorar en el oficio usando la historia de otro, y es posible que sea un buen aprendizaje. Pero es la historia de otro, y no hay casi posibilidades de influir en ella significativamente. Escribí una novelización en circunstancias muy poco habituales (trabajé sobre la película terminada, no a partir del guión; el director se comprometió a conseguir una novela excelente; y el dinero estaba varios órdenes de magnitud por encima de lo normal), y estoy orgulloso del resultado[32]. Pero puedo garantizar que esas circunstancias no se producen muy a menudo, e incluso cuando lo hagan, posiblemente se encontrará, como me ocurrió a mí, lamentándose por los libros de su cosecha que podría haber escrito mientras trabajaba en la novelización.