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Novelas

Si escribe fantasía o terror, probablemente deberá empezar directamente con novelas, porque el mercado del relato es demasiado pequeño. E incluso si escribe ciencia-ficción, no puede vivir sólo de cuentos; en algún momento deberá cambiar a las novelas.

Así que ha terminado la primera. ¿Que hacer con ella?

Primer contacto. Sólo existe un número limitado de editoriales que publiquen regularmente ficción especulativa. Cuando decida enviar su libro, compruebe en las librerías cuáles se encuentran activas en ese momento.

Entonces prepare una sinopsis con una carta de presentación y remítala a todas a la vez.

Así es. No gaste años de su vida esperando a que el editor de X encuentre un hueco para sacar su envío de la pila de manuscritos que se agolpa en su mesilla de noche esperando a que los lea. El primer envío incluye un par de capítulos y un resumen del resto del libro, hasta el fin. La sinopsis recoge lo que ocurre y por qué, punto. Nada de información sobre el mundo que ha creado, ni diálogos extraídos de las mejores escenas: sólo lo que pasa en la historia en sí.

Además, se puede incluir un resumen de apenas una página con no más de tres párrafos. La clase de texto que aparece en la contracubierta. Sin la parte de los elogios al autor o las citas de la crítica: sólo unas ideas sobre cómo es el libro para que el lector decida si comprarlo o no. No se incluye algo así porque vaya a ser lo que se publique más adelante, sino para interesar al editor, y mostrarle también cómo ese libro puede interesar al público. Analice un montón de contracubiertas antes de plantearse escribir ese tipo de texto, y si sigue sin entender cómo se hace, no incluya uno. No es obligatorio, sólo ayuda si se hace bien.

Carta de presentación. Para terminar, el primer folio del paquete debe ser una carta que, junto con sus datos de contacto, diga algo como esto:

Estimado (nombre del editor):

Adjunto los dos primeros capítulos y un resumen de mi novela de fantasía La maldición de Difnikei. ¿Le gustaría que le remitiera el manuscrito completo?

Ya he vendido tres de mis relatos, dos a Fantasy & Science Fictiony otro para una antología aún inédita. Puede que recuerde que hablamos en la BayCon del pasado mayo, en San José, y me sugirió que le enviara este adelanto de mi trabajo.

Reciba un cordial saludo.

Y basta. Es suficiente. Si no tiene ninguna publicación previa o no se ha visto con el editor, basta con el primer párrafo. El mensaje es claro y sencillo: que no está enviando la novela sino estableciendo un primer contacto, como se deduce de la frase «¿le gustaría que le remitiera el manuscrito completo?». Dado que incluye esa pregunta, no está enviando a distintos lugares la novela, lo que es incorrecto, sino sólo ese resumen, lo que es perfectamente aceptable —de hecho, necesario—. Además, ha identificado el género de la novela: es de fantasía.

Cualquier cosa adicional que escriba, salvo esas posibles publicaciones que pueden no ser conocidas para el editor, es superfluo y posiblemente le hará parecer un aficionado. Al fin y al cabo, no busca establecer una amistad, sino definir el contexto bajo el que un editor leerá parte de su novela. Una vez que haya leído esos capítulos y la sinopsis y le gusten, entonces es posible que se cree una relación amistosa y familiar. Hasta entonces, cualquier intento de hacerse amigo de un editor al que no conoce resultará presuntuoso, en el mejor de los casos. Nada manifiesta tan claramente la falta de profesionalidad como una carta de presentación demasiado extensa.

¿Depende todo de los contactos? ¿Es verdad que hacerse amigo de los editores es la mejor forma de ser publicado? ¿Todo es cuestión de a quién conoces, no de cómo escribes?

En alguna medida es así. Los editores son humanos, y cuando les llega un manuscrito de un amigo o de alguien que conocen, tardan menos en leerlo, y puede que lo hagan con un poco más de simpatía, con una mayor tolerancia hacia los errores.

Además, un escritor conocido que ya cuente con seguidores es un riesgo financiero menor que un autor nuevo sin un público establecido que espere con ansiedad su próximo libro. Si dos manuscritos son de igual interés y calidad, el editor se inclinará por el del escritor con una carrera.

Esto sólo supone que para arrancar es posible que deba ser mejor que la media, especialmente si comienza en un momento en el que el mercado se esté contrayendo más que expandiendo. Pero eso no quiere decir que no haya esperanza para usted salvo que conozca a un editor.

La verdad es que un editor que intente conservar su trabajo no publicará libros en los que no crea, incluso si los ha escrito su mejor amigo. Los editores no trabajan aislados. Hay otra gente en su empresa que lee esos mismos libros. Los comerciales a menudo no lo hacen, pero tienen que venderlos. Cualquier editor que compre caballos percherones y quiera hacerlos pasar por purasangres estará pronto enviando currículos a otras empresas.

Por otra parte, ningún editor de los que yo conozco haría algo así a sabiendas. Están en este negocio porque les gustan los libros, los buenos libros. Y eso es lo que esperan encontrar cada vez que hojean un manuscrito. Es el momento cumbre en la vida de un editor: comenzar a leer el trabajo de un completo desconocido y descubrir, página tras página, que ese escritor sabe lo que está haciendo. Basta hablar con un editor al día después, a la semana después de uno de esos descubrimientos. Como crítico, recibo a veces cartas —quizá una vez al año, tal vez menos— en las que un editor me dice: «Esto es algo especial. Espero que tengas la oportunidad de echarle una buena mirada». Los editores no hacen algo así por sus amigos. Lo hacen por las historias que realmente aman. Podrían hacerlo por su historia.

Éste es el único secreto para salir adelante: escribir la clase de historia que hace que los editores y los lectores respondan con tanta intensidad que no puedan contenerse, que tengan que hablar a todo el mundo de su trabajo. Si escribe un libro por debajo de la media, conocer a editores sólo le supondrá un rechazo más rápido, con una carta más amable. Si escribe un buen libro, entonces es posible que no conocer a ningún editor previamente suponga que le lleve más tiempo verlo aceptado, pero el editor que lo compre estará aún más satisfecho de haberle descubierto.