El mercado para la ficción especulativa en formato corto es reducido, pero dentro de sus limitaciones, es el más saludable en el panorama estadounidense. Ningún otro mercado de pago es más receptivo a los nuevos escritores; ningún otro brinda tanta repercusión a la hora de arrancar una verdadera carrera.
El mercado del relato corto se compone de revistas y antologías. Sobre las revistas y sus editores ya nos extendimos en el primer capítulo. Recuerde que cuanto más breve sea el cuento, más posibilidades tiene de ser publicado; pero también tenga presente que ningún otro mercado editorial es tan receptivo a los formatos intermedios —de 7500 a 15000 palabras—. Con todo, los editores se sienten muy agradecidos cuando consiguen un relato breve —por debajo de las 7500 palabras—, porque es más fácil darle salida en la extensión de una revista. Y cuanto más breves sean las historias, mayor cantidad de ellas pueden encajar en el mismo número de páginas. Pero comprarán material más largo de un recién llegado si es bueno. Las novelas cortas, sin embargo —por encima de las 15000 palabras— no acostumbran a estar al alcance de los novatos. Si el director de una revista va a comprometer tantas páginas en una sola historia, prefiere que el autor tenga un nombre que venda ejemplares por su sola presencia en la portada[22].
Las antologías son libros —generalmente de bolsillo— formadas por relatos de distintos autores. Algunas se componen únicamente de material ya publicado También hay otras a las que se accede sólo por invitación; no es posible enviar relatos al antologo. Y la mayor parte de los volúmenes que recogen material inédito no tienen una regularidad mensual o anual a la manera de las revistas, con lo que para cuando un escritor nuevo oye hablar de ellos, el libro ya está completo.
Así que la mejor opción, con algunas excepciones, es intentar vender los relatos a las revistas en primer lugar. Aquí hay otras alternativas.
Writers of the Future. En el momento de publicar este libro, se mantienen las convocatorias de esta iniciativa. Soy escéptico en general acerca de los concursos, pero éste funciona. Su dotación es alta: 5000 dólares para el ganador anual, 1000 para los trimestrales, y premios menores para los segundos y terceros clasificados. Además, pagan aparte por la publicación en sus antologías anuales, con tarifas superiores a las de las revistas. La antología se vende bien, e incluso se pueden conseguir royálties aparte del adelanto.
Los ganadores anuales de este concurso también son invitados a un taller literario a cargo de escritores profesionales —yo he enseñado en ellos—. La editorial paga incluso el traslado y la estancia. También se encarga de conseguir presencia en los medios. Lo mejor de todo es que, como se anuncian ganadores trimestralmente, el material que se les remita no queda pendiente de la resolución del concurso durante más tiempo de lo que puede tardar una revista en enviar su respuesta.
El concurso de Writers of the Future ha ayudado a lanzar la carrera de muchos buenos escritores. La competencia es dura, pero vale la pena enviarles en primer lugar a ellos los mejores trabajos de que disponga. Las normas del concurso pueden encontrarse en su web, www.writersofthefuture.com[23].
Locus. Es posible que surjan de la nada otras antologías —yo mismo he tenido planes de editar una serie de antologías originales—. Las verdaderamente abiertas a cualquiera casi siempre lanzan una convocatoria en una revista llamada Locus. Locus es al campo de la ficción especulativa lo que Wall Street Journal a las finanzas o Variety al negocio del cine: no le gusta a todo el mundo, pero todo el mundo la lee.
Locus publica listas de casi todos los libros de ficción especulativa publicados en Estados Unidos y Gran Bretaña, ofrece muchas reseñas, publica una lista de los más vendidos y organiza un premio anual. Fundada en 1968 por Charles N. Brown y dirigida en la actualidad por Liza Groen Trombi, informa de los congresos del género en distintos países, ofrece entrevistas con los principales escritores del momento, y da cabida a algunos cotilleos, aunque sus estándares de veracidad son bastante altos, y si lo que busca son maledicencias, las encontrará más fácilmente en otros lugares.
En resumen, Locus es lo más parecido a una revista para profesionales que existe en nuestro campo, y sería absurdo no suscribirse a ella al menos para arrancar su carrera. Puede encontrar la información necesaria en www.locusmag.com, donde figuran sus actuales tarifas de suscripción también para otros países[24].
Fanzines. Locus comenzó como un fanzine, un revista publicada por aficionados. Hay docenas, quizá cientos por todo el mundo, repletos de comentarios sobre el género. Muchos —quizá la mayoría— son mediazines orientados a las franquicias de cine y televisión como Star Trek, Star Wars o Doctor Who. También los hay dedicados a la crítica o el chismorreo, y unos cuantos publican ficción.
De hecho, los fanzines forman una comunidad tan compleja e interesante que resulta imposible hacerle justicia aquí. Es importante, sin embargo, que sepa que hay editores de fanzines que se toman muy en serio la labor de publicar relatos. Algunos, como Stuart David Schiff con su revista de terror Whispers en los ochenta, evolucionaron a la publicación profesional llevándose consigo a sus autores.
Si está escribiendo el tipo de ciencia-ficción en boga en la actualidad, no debería considerar la publicación en fanzines. Si las revistas profesionales o las antologías no dan cabida a sus historias, posiblemente es porque no sean lo suficientemente buenas aún. Pero si apuesta por temáticas poco convencionales, experimentales, o géneros que tengan una menor presencia en revistas, quizá los fanzines pueden ser el mejor mercado para sus creaciones.
¿Cómo puede saber qué fanzines valen la pena? Muy sencillo. Encuéntrelos —online, puesto que muchos existen únicamente en versiones web; o en una convención del género, a través de anuncios en Locus, en una librería especializada…— y lea uno o dos números. Si le gustan las historias, es que el fanzine es bueno. Si en cambio le parece que son amateurs, un poco vergonzantes, no les envíe nada. Es así de sencillo. Si forma parte de los lectores de una publicación, entonces es que vale la pena que escriba para ese público.
Envíe su producción al mejor lugar posible. Por lo tanto, no lo haga a fanzines en primer lugar si existe un mercado profesional para el que sus historias puedan ser adecuadas. Los fanzines casi no despiertan interés en el campo profesional de la ficción especulativa: los editores de libros raramente los leen, los relatos que publican nunca son finalistas de premios significativos, y la aparición en un fanzine no aporta nada al currículum.
Conozco bastantes escritores que publicaron sus primeras cinco o seis historias en fanzines. Eran buenos relatos que podían haberles permitido ascender un peldaño en sus carreras, pero nunca los enviaron a revistas profesionales. ¿Por qué? «No eran todavía lo suficientemente buenos». Permitieron que sus temores (o su modestia) retrasaran el avance que podría haber supuesto contar de inmediato con un público más amplio.
La autoestima del escritor. Los escritores creen simultáneamente estas dos cosas:
Es bueno que crea en ambas cosas simultáneamente, porque puede apelar a la 1 cuando decida enviar la historia, a la 2 cuando la revise, a la 1 cuando elija adonde remitirla, a la 2 cuando reciba un rechazo (por supuesto, esperaba que no me aceptaran esta cosa), y a la 1 de nuevo cuando vuelva a remitir el manuscrito a su siguiente destino.
Por supuesto, creer en dos hechos contradictorios a la vez se menciona en ocasiones como un síntoma de locura, pero ésa es también una baza del escritor.
La regla es: envíe siempre primero al mejor mercado posible. Pero defina «mejor» a su manera. Existe un lugar con tarifas altas al que nunca envío mi material porque creo que los problemas que me producirá trabajar con su editor no me valen la pena. Hay otro editor al que siempre doy lo que me pide porque confio en él y siempre he podido contar con su ayuda más allá de lo que dicen los contratos. Puede que esto sea un negocio, pero todavía somos seres humanos, y si llega a olvidarlo y toma sus decisiones exclusivamente por razones monetarias, no importará cómo maneje la parte del negocio, porque su ficción no tardará en reflejar el declive de su alma.
Mercados extranjeros. Existe mercado para los relatos cortos en otros países. Apenas hay información al respecto, y salvo que se conozca el idioma original, es difícil valorar la calidad de esas publicaciones. Dos revistas al menos son mercados a los que puede valer la pena enviar su trabajo.