Desde que se realizan ecografías rutinarias durante el embarazo, no es raro que el ginecólogo aprecie la dilatación de la pelvis de un riñón (o de ambos) en un bebé. Es un problema muy frecuente, y está muy estudiado y muy protocolizado.
La pelvis es la zona del riñón donde se recoge la orina ya formada, que, a través de un conducto (uréter), circulará hasta la vejiga (véase el dibujo de la página siguiente). Puede medirse con mucha precisión mediante la ecografía. Así, las pelvis renales de un recién nacido a término son normales hasta los 7 mm. Si son más grandes, y dependiendo de esa medida, se habla de dilataciones leves, moderadas y graves. Las dilataciones menores de 10 mm son pequeñas y tienen poca trascendencia.
En el caso de que, durante el embarazo, el ginecólogo detecte que tu bebé tiene una pelvis renal algo dilatada, informará a los pediatras. Y a los pocos días de vida se le hará una ecografía renal, pues cuando el niño ya ha nacido ésta es más fiable que cuando todavía está dentro del útero.
Aunque en la gran mayoría de los casos son dilataciones leves y sin ninguna repercusión, se le hace un seguimiento en la consulta. En los casos más importantes se realiza un estudio para descartar una obstrucción, un reflujo, etcétera.
En los casos de las grandes dilataciones puede existir una obstrucción que precise intervención quirúrgica. Pero las dilataciones muy grandes son muy poco frecuentes.