Es muy frecuente. Se produce durante el nacimiento, debido a la dificultad de pasar por un sitio tan estrecho como es el canal de parto.
El diagnóstico suele ser fácil: el niño llora de dolor, mueve peor ese bracito y quizá se note un bulto o un chasquido al palparle sobre la clavícula. Generalmente, no es necesario hacer una radiografía para comprobar si hay una fractura de clavícula. Además, no tiene ninguna importancia y no hay que poner ningún vendaje ni yeso. Se cura sola sin problemas. Puede parecerte preocupante, pero debes saber que no suele tener importancia.
A veces, se trata sólo de una fisurita y puede pasar desapercibida durante los primeros reconocimientos. Pasadas una o dos semanas, se palpa o se puede ver el bulto en la clavícula: es el callo de la fractura. Tampoco suele tener importancia y lo único que te recomendarán es que manejes con cuidado al bebé al vestirlo, bañarlo, etcétera.
Acuéstalo boca arriba, como todos los lactantes sanos.