Notas

[1] Esta conferencia del Robert Waley Cohen Memorial, pronunciada en el Conference Hall, County Hall, Londres, el 2 de diciembre de 1959, fue publicada por primera vez por The Council of Christians and Jews, Kingway Chambers, 162 Strand, W. C. 2, ese mismo año. <<

[2] Tomado de un homenaje a John Stuart Mill de James Bain, sacado de la completa e interesante Vida de John Stuart Mill, de Michael St. John Packe, pág. 54. <<

[3] Nunca pareció considerar al socialismo —al que, bajo la influencia de Mrs. Taylor, defendió en Political Economy y obras posteriores— como un peligro para la libertad individual, en la misma forma en que lo pudiera ser, por ejemplo, la democracia. Este no es el lugar indicado para analizar las especiales relaciones del Mill socialista con sus convicciones individualistas. A pesar de sus afirmaciones socialistas, ninguno de los líderes socialistas de su tiempo —Louis Blanc, Proudhon, Lasalle o Herzen (para no hablar de Marx)— parecieron considerarle como un compañero de viaje. Para ellos era la auténtica encarnación de un blando reformador liberal y un burgués radical. Solamente los fabianos le proclamaron como antecesor. <<

[4] Autobiography, págs. 42-43 (World’s Classics Edition). <<

[5] New Letters of Thomas Carlyle (ed. A. Carlyle), vol. ii, p. 106. <<

[6] Y en los ensayos sobre Coleridge y Bentham. <<

[7] A la que consideraba como inevitable, y quizá, con una visión más amplia que la de su propio tiempo, más justa y generosa en último término. <<

[8] Packe, op. cit., pág. 203. <<

[9] Esta es la línea que le separa de Saint-Simon y Comte, y de H. C. Wells y de los tecnócratas. <<

[10] Packe, op. cit., págs. 294-95. <<

[11] Packe, op. cit., pág. 222. <<

[12] Continúa: «Casi todos los ricos filones de especulación original y sorprendente han sido abiertos por semi-pensadores sistemáticos». Ensayo sobre Bentham. <<

[13] Se desprenderá del contenido general de este ensayo que no estoy de acuerdo con aquellos que quieren representar a Mill como partidario de una cierta clase de hegemonía por los intelectuales de recto pensamiento. No veo cómo esto puede ser considerado como una conclusión de Mill; no solamente a la vista de las consideraciones que he presentado, sino de sus propias advertencias en contra del despotismo comtiano, que precisamente pretendía tal jerarquía. Al mismo tiempo, y juntamente con otros muchos liberales del siglo XIX de Inglaterra y de otras partes, no solamente era hostil a la influencia del tradicionalismo acrítico o a la fuerza de la inercia, sino que también sentía recelo del gobierno de la mayoría democrática ineducada; consecuentemente intentó insertar en su sistema algunas garantías contra los vicios de una democracia incontrolada, esperando ingenuamente que, en cualquier caso, mientras la ignorancia y la irracionalidad estuviesen todavía muy extendidas (no era muy optimista en cuanto al ritmo de crecimiento de la educación), la autoridad tendería a ser ejercida por las personas más racionales, justas y bien informadas de la comunidad. Sin embargo, una cosa es decir que a Mill le ponían nervioso las mayorías como tales, y otra acusarle de tendencias autoritarias y de propugnar el gobierno de una élite racional, sea lo que sea lo que los fabianos puedan o no puedan haber deducido de él. No es responsable de los puntos de vista de sus discípulos, particularmente de aquellos a los que él no había escogido y nunca conoció. Mill fue el hombre menos culpable de defender lo que Bakunin, en el curso de un ataque a Marx, describió como la pedantocracia, el gobierno de los profesores, a la que consideraba una de las más opresivas formas de despotismo. <<

[14] Apenas fueron escritas estas palabras, cuando, como si fuera para desmentirlas solemnemente, sobrevino la persecución de la prensa por el Gobierno de 1858. Esta mal juzgada intervención en la libertad de discusión pública, no me ha inducido, sin embargo, a alterar una sola palabra en el texto, ni ha debilitado en nada mi convicción de que, aparte de momentos de pánico, la era de represiones y penalidades por discusión política ha pasado definitivamente en nuestro país. En primer lugar, las persecuciones no fueron persistentes; y en segundo, no fueron nunca propiamente persecuciones políticas. De lo que se la acusaba no era de criticar las instituciones o las personas de los gobernantes, sino de hacer circular lo que se consideraba como una doctrina inmoral, la justificación del tiranicidio.

Si los argumentos de este capítulo tienen algún valor, debe existir la más completa libertad para profesar y discutir, como materia de convicción ética, toda doctrina, por inmoral que pueda ser considerada. Sería por tanto improcedente y fuera de lugar examinar aquí si la doctrina del tiranicidio merece o no ese título. Me contentaré con decir que ese tema ha sido considerado en todos los tiempos una de las cuestiones morales abiertas a discusión; que el acto de un ciudadano privado al atentar contra un criminal, que por haberse situado sobre la ley se ha colocado fuera del alcance del control y castigo legal, ha sido tenido por todas las naciones, y por algunos de los hombres buenos y más sabios, no por crimen, sino por acto de exaltada virtud; y que, justo o injusto, no es de la naturaleza del asesinato sino de la guerra civil. Como tal, sostengo que la instigación a él, en un caso concreto, puede ser materia propia de castigo, pero sólo si ha seguido un acto manifiesto y puede establecerse una probable conexión al menos, entre el acto y la instigación. Aun entonces, no un gobierno extraño, sino tan sólo el mismo gobierno atacado es el que puede, en el ejercicio de su propia defensa, castigar legítimamente los ataques dirigidos contra su propia existencia. <<

[15] El texto inglés dice Marcus Antoninus. La traducción francesa de Dupont-White y la española del señor Benito dicen Marco Aurelio, que es lo que parece exigir el sentido del argumento. (N. del T.). <<

[16] Thomas Poolcy, Bodmin Assizes, Jury, 31, 1857. En diciembre siguiente obtuvo un indulto de la Corona. <<

[17] George Jacob Holyoake, August, 17, 1857; Edward Truelove, July, 1857. <<

[18] Barón de Gleichen. Marlborough Street Police Court, August, 4, 1857. <<

[19] Grandes enseñanzas se desprenden del desbordamiento de pasiones persecutorias, que con motivo de la insurrección de los cipayos se mezcló al desate general de nuestros peores caracteres nacionales. Los furores de algunos fanáticos o charlatanes desde el púlpito pueden no ser dignos de nota; pero los que dirigen el partido evangélico han declarado, como su principio para el gobierno de los indios y los mahometanos, el de que no se sostenga con fondos públicos ninguna escuela en la que no se enseñe la Biblia, y como consecuencia necesaria que no se dé empleo público alguno a quien no sea, o diga ser, cristiano. Un subsecretario de Estado, en un discurso pronunciado ante sus electores el 12 de noviembre de 1857, decía, según referencia, lo siguiente: «La tolerancia de su fe (la fe de cien millones de súbditos británicos), de la superstición a que ellos llaman religión, por el Gobierno británico, había tenido como efecto retardar la supremacía del nombre británico e impedir el saludable crecimiento del cristianismo. La tolerancia ha sido la piedra angular de las libertades religiosas de nuestro país; pero no consintamos el abuso de esta preciosa palabra tolerancia. Tal como él la entendía, significa la más completa libertad para todo, la libertad de cultos, entre cristianos cuyos cultos tienen una base común. Quiere decir la tolerancia de todas las sectas y denominaciones entre los cristianos que creen en un mediador». Deseo llamar la atención respecto al hecho de que un hombre a quien se ha considerado apto para ocupar un elevado cargo bajo un Ministerio liberal, mantiene la doctrina de que todos aquellos que no crean en la divinidad de Cristo están fuera del ámbito de la tolerancia. ¿Quién puede creer, después de esta insensata manifestación, que la persecución religiosa ha pasado para no volver jamás? <<

[20] En francés en el texto. (N. del T.). <<

[21] Este párrafo falta en la traducción francesa de Dupont-White y en la española del señor de Benito. (N. del T.). <<

[22] En francés en el texto. (N. del T.). <<

[23] La Esfera y Deberes de Gobierno, por el barón Guillermo de Humboldt, págs. 11-13. <<

[24] El texto inglés dice: It really is of importance, not only what men do, but also what manner of men they are that do it. Dupont-White traduce: Ce qui est vraiment important, ce n’est pas seulement ce que font les hommes, mais aussi quels sont les hommes. Y el señor de Benito: «Es realmente de importancia, no sólo lo que hacen los hombres, sino también lo que son». Por tratarse de uno de los rarísimos pasajes oscuros en el libro, ofrecemos al lector los medios de corregir o perfeccionar nuestra propia versión. (N. del T.). <<

[25] Sterling: Ensayos. <<

[26] Hay algo a la vez denigrante y horrible, en la especie de testimonio sobre el cual, en los años últimos, toda persona puede ser judicialmente declarada incapaz para la dirección de sus negocios, y dada de lado, después de su muerte, la disposición que hubiera hecho de su propiedad, si es ella bastante para pagar los gastos del litigio, los cuales siempre son cargados sobre la propiedad misma. Todos los menudos detalles de su vida diaria son investigados, y cualquiera de ellos, que visto a través de las facultades perceptivas y descriptivas del espíritu más mezquino entre los mezquinos, tenga una apariencia de semejanza con el más absoluto lugar común, es presentado ante el jurado, y frecuentemente con éxito, como muestra de locura; los jurados son apenas menos ignorantes que los mismos testigos; y los jueces, con esa extraordinaria falta de conocimiento de la naturaleza y de la vida humana que constantemente nos asombra en los juristas ingleses, con frecuencia contribuyen a inducirlos a error. Estos juicios dicen más que volúmenes enteros sobre el estado de la opinión vulgar respecto a la libertad humana. Lejos de atribuir ningún valor a la individualidad, lejos de respetar el derecho de cada individuo a obrar, en cosas indiferentes, como bien parezca a su propio juicio e inclinaciones, jueces y jurados, no pueden concebir que una persona cuerda desee una tal libertad. En otros tiempos, cuando se proponía quemar a los ateos, gente caritativa acostumbrada a sugerir su reclusión en una casa de locos; no sería sorprendente que viéramos esto mismo hecho en nuestros días, y que sus autores se aplaudieran por la adopción de un sistema de trato de estos desgraciados tan humano y cristiano, en vez de perseguirlos por causa religiosa, no sin una oculta satisfacción por haberles dado con ello su merecido. <<

[27] D. W. traduce aquí «totalmente diferente al exterior, del común de los mártires». Sin embargo, la palabra mártir no existe en el texto, y sí la de humanity. (N. del T.). <<

[28] Sic en el texto. (N. del T.). <<

[29] El caso de los Parsis de Bombay es un ejemplo curioso. Cuando esta industriosa y emprendedora tribu, descendiente de los persas adoradores del fuego, que huyeron de su país ante los Califas, llegaron a la India occidental, fueron tolerados por los Soberanos indios a condición de que no comieran buey. Cuando más tarde cayeron aquellas regiones bajo la dominación de los conquistadores mahometanos, los Parsis obtuvieron la continuación de la indulgencia a condición de abstenerse de comer cerdo. Lo que en un comienzo fue obediencia a la autoridad, se convirtió más tarde en una segunda naturaleza, y los Parsis de nuestros días se abstienen de comer buey y cerdo. Aunque no exigido por su religión la doble abstinencia, ha tenido tiempo de convertirse en una costumbre de su tribu; y en Oriente costumbre es religión. <<

[30] La palabra que el autor emplea es restraints; Dupont-White traduce contraintes, y esto nos ha inducido a traducir coacciones con preferencia a violencias, como traduce el señor De Benito. (N. del T.).

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