Notas para la representación

Como es una «obra de recuerdos», El zoo de cristal puede representarse con una insólita libertad de convencionalismos. Puesto que se trata de un material considerablemente delicado o endeble, las sugerencias de la ambientación y las sutilezas de la dirección desempeñan un papel particularmente importante. El expresionismo y todas las demás técnicas no convencionales del teatro no pueden tener sino un solo objetivo válido: aproximarse más a la verdad. Cuando una obra recurre a técnicas no convencionales en ningún caso lo hace, o no debería hacerlo, para eludir su responsabilidad de ocuparse de la realidad o de interpretar la experiencia, sino procurando encontrar un enfoque más apropiado, una expresión de cómo son las cosas más penetrante y vívida. Una obra estrictamente realista, con una nevera de verdad y cubitos de hielo de verdad, con personajes que hablan exactamente igual que habla el público, forma parte del paisaje académico y tiene las virtudes de una fotografía. A día de hoy, el mundo tendría ya que saber cuán escasa es la importancia de lo fotográfico en el arte, que la verdad, la vida o la realidad son algo orgánico que la imaginación poética puede representar o sugerir, en esencia, sólo mediante la transformación, por medio de un cambio a otras formas distintas a las que están presentes en mera apariencia.

Estos comentarios no pretenden ser únicamente un prefacio a este texto en particular. Tienen que ver con la concepción de un nuevo teatro plástico destinado, si es que el teatro ha de recuperar su vitalidad como parte integrante de nuestra cultura, a sustituir al teatro ya agotado de las convenciones realistas.

Pantalla para la proyección de diapositivas. Sólo existe una diferencia importante entre la versión original y la versión para la escena de esta obra, esto es, la omisión en la segunda del dispositivo que provisionalmente incluí en el texto original. Se trata del empleo de una pantalla sobre la cual se proyecten diapositivas de imágenes o de frases. No lamento que la versión representada en Broadway prescindiera de este recurso. Gracias a la interpretación extraordinariamente poderosa de la señorita Taylor, los aspectos físicos de la producción alcanzaban mayor simplicidad. No obstante, creo que a algunos lectores puede resultarles interesante saber cómo concebía yo ese dispositivo. Ésa es la razón de que lo incluya en la presente edición. Las imágenes y los títulos, proyectados desde atrás, deben aparecer sobre una parte de la pared que separa el recibidor y el comedor, parte que no debe distinguirse del resto de la escenografía cuando no se utiliza.

Muy probablemente, el propósito de este dispositivo es evidente. Se trata de incidir en ciertos elementos de las escenas. Cada escena tiene un aspecto en particular (o varios) que, desde un punto de vista estructural, destaca (o destacan) por encima de los demás. En una obra por episodios como ésta, la estructura básica o el hilo narrativo pueden ser confusos para el público; la impresión puede parecer fragmentaria en lugar de integral, arquitectónica. Esto puede ser no tanto un fallo de la obra como una falta de atención por parte del público. La frase o la imagen que aparezca en la pantalla reforzará la impresión de lo que en el texto sólo es alusivo, permitiendo que lo esencial se revele con mayor sencillez y claridad que si la responsabilidad recayera por entero en el diálogo. Aparte de este valor estructural, creo que esa pantalla tendrá un definitivo atractivo emocional, menos definible pero igualmente importante. Un productor o un director imaginativos podrán idear muchos más usos para este dispositivo de los que figuran en la presente edición de la obra. En realidad, se me antoja que la pantalla tiene muchas más posibilidades de las que para ella puede ofrecer esta obra.

La música. Otro acento extraliterario de esta pieza está ligado al uso de la música. Una sola y recurrente canción, «El zoo de cristal», se emplea para subrayar emocionalmente algunos pasajes. Una canción que es como música de circo, pero no como se oye en las gradas ni cerca de la carpa, sino a cierta distancia y muy probablemente pensando en otra cosa. En esas circunstancias parece proseguir casi sin fin y se entreteje y sale y entra de la conciencia preocupada del espectador; es la música más ligera, más delicada del mundo, tal vez la más triste. Expresa la vivacidad superficial de la vida y la veta subyacente de pesar inmutable e inexpresable. Al observar una frágil pieza de cristal soplado, se piensa en dos cosas: qué bonita es y con cuánta facilidad podría romperse. Esa melodía recurrente, que se oye y se interrumpe como si nos la trasladara un viento de ráfagas cambiantes, debería transmitir ambas ideas. Funciona como vínculo y alusión entre el narrador, con su punto de vista alejado en el tiempo y en el espacio, y el tema de su historia. Vuelve a oírse entre episodio y episodio como referencia a una emoción, la nostalgia, que constituye la primera condición de la obra. Es ante todo la música de Laura y por lo tanto surge más claramente cuando la obra se centra en ella y en la delicada fragilidad del cristal que constituye su imagen.

La iluminación. La iluminación no es realista. De acuerdo con la atmósfera de recuerdos, el escenario recibe una luz tenue. Algunos focos se concentran en ciertas áreas y en ciertos actores, algunas veces en contradicción con lo que es el centro aparente de la escena. Por ejemplo, en la escena de la pelea entre Tom y Amanda, en la que Laura no desempeña un papel activo, es ella quien recibe la luz más clara. Lo mismo ocurre con la escena de la cena, en la que su silenciosa figura en el sofá debe ser el centro visual. La luz sobre Laura debe ser distinta a las demás, con una claridad peculiar y prístina que la asemeje a la empleada en los retratos de santas y vírgenes de los Maestros Antiguos. Cierta relación con la luz de las pinturas religiosas de El Greco, por ejemplo, donde las figuras aparecen radiantes en medio de una atmósfera relativamente crepuscular, podría resultar muy eficaz (lo cual, además, permitiría un empleo también más eficaz de la pantalla). Un uso libre e imaginativo de la luz puede resultar de enorme valor a la hora de conferir una cualidad plástica y móvil a las obras de naturaleza más o menos estática.

TENNESSEE WILLIAMS