[1] J. A. Schumpeter, History of economic analysis, Nueva York, Oxford University Press, 1954, pág. 500 [hay trad. cast. Ariel]. <<
[2] Mark Blaug, Great economists before Keynes, Brighton, Wheatsheaf Books, 1986, pág. 15. Joseph J. Spengler, «El problema del orden en los asuntos económicos», J. J. Spengler y W. R. Allen (eds.), El pensamiento económico de Aristóteles a Marshall, Madrid, Tecnos, 1971, pág. 39. <<
[3] Karl Marx, El Capital, Madrid, Siglo XXI, 1975, Libro Primero, págs. 15, 100. <<
[4] Murray N. Rothbard, Historia del pensamiento económico, vol. 11, Madrid, Unión Editorial, 2000, cap. XIV. <<
[5] Alfred Marshall, Principles of Economics, 8.ª ed., Londres, Macmillan, 1977, pág. 631n [hay trad. cast. Aguilar]. <<
[6] R. F. Hébert, «Bastiat, Claude Frédéric», The New Palgrave, Macmillan, 1987; Francisco Cabrillo, «Estudio Preliminar», Frédéric Bastiat, Obras Escogidas, Madrid, Unión Editorial, 2004, págs. 10, 26. Véase también: C. Rodríguez Braun, «¡Bastiat ya!», ABC, 30 junio 2001. <<
[7] Norman Barry, «Harmony from Liberty», Ideas on Liberty, junio 2001. Puede verse también Alberto Benegas Lynch (h), «Frédéric Bastiat (1801-1850», Apertura, Buenos Aires, julio 1997; accesible en el sitio web de la Fundación Atlas para una Sociedad Libre: http://www.atlas.org.ar/libremente2001, que también incluye otros artículos sobre Bastiat a cargo del propio Barry, R. M. Ebeling, D. Doering, y R. Rojas, éste específicamente sobre La ley. Según Barry es la influencia de la enseñanza y las investigaciones de Hayek lo que mitigó la atención al liberalismo galo. Un buen análisis de los liberales en la Francia de entonces, con especial énfasis en el belga Molinari, en Gabriel Calzada Álvarez, Análisis económico e institucional de la teoría de la defensa privada a través de compañías de seguros, Tesis doctoral inédita, Madrid, Universidad Rey Juan Carlos, 2004. <<
[8] Carlos Rodríguez Braun, La cuestión colonial y la economía clásica, Madrid, Alianza, 1989, pág. 143. <<
[9] Cabrillo subraya que hubo catorce ediciones de obras de Bastiat en español entre 1846 y 1870. El Diccionario de Pensamiento Económico en España (1500-2000), de Luis Perdices de Blas y John Reeder (Madrid, Síntesis, 2003), que incluye referencias sobre la destacada influencia de Bastiat en España, menciona las siguientes ediciones en lengua castellana: Sofismas económicos (París, 1846; Madrid, 1847y 1859; Bogotá, 1848; La Habana, 1853; y México, 1854); Cobden y la Liga o la agitación inglesa a favor de la libertad de comercio (Madrid, 1847 y 1865); Armonías económicas (tres ediciones madrileñas: 1858, 1870 y 1880, una valenciana de 1880 y otra en La Paz de 1859). <<
[10] De este último libro hemos extraído el texto que presentamos al lector de La ley: Federico Bastiat, Cuestiones económicas, traducción de Roberto Robert, Madrid, La Tutelar, 1860. (N. del E.: el texto del presente ePub está extraído de Obras Escogidas, Madrid, Unión Editorial, 2004). <<
[11] Thomas J. Dilorenzo, «Frédéric Bastiat: between the French and the Marginalist Revolutions», en Randall G. Holcombe (ed.), 15 Great Austrian Economists, Auburn, Alabama, Ludwig von Mises Institute, 1999, pág. 61. <<
[12] Frédéric Bastiat, Economic Harmonies, Irvington-on-Hudson, Nueva York, The Foundation for Economic Education, George B. Huszar (ed.), 1996, en la red: www.econlib.org. Recuerda Huszar el aprecio que sentían hacia Bastiat los célebres historiadores franceses del pensamiento económico, Charles Gide y Charles Rist, que recomendaban las Armonías y los ensayos de Bastiat a todos los jóvenes estudiantes de economía. <<
[13] Frédéric Bastiat, Economic Sophisms, introducción de Henry Hazlitt, Irvington-on Hudson, Nueva York, The Foundation for Economic Education, 1996, en la red: www.econlib.org; F. Cabrillo, óp. cit., pág. 17. Cabrillo lo destaca en las Armonías esencialmente por ser «un antikeynesiano avant la lettré». <<
[14] Frédéric Bastiat, Selected Essays on Political Economy, prólogo de F. A. Hayek, Irvington-on-Hudson, Nueva York, The Foundation for Economic Education, 1995, en la red: www.econlib.org.
[15] R. F. Hébert, «Bastiat», óp. cit. También Schumpeter ironiza sobre el armonismo de Bastiat y señala que el énfasis exclusivo en la armonía de las clases es una tontería, aunque aclara que no es tan absurda como el énfasis exclusivo en el antagonismo de las clases; History, óp. cit., págs. 234, 440, 500. <<
[16] Véase D. P. O’Brien, Los economistas clásicos, Madrid, Alianza, 1989, caps. 3 y 10. Obsérvese que la equivocada visión contraria afecta a relevantes historiadores del pensamiento, de ideología muy distinta, como Eric Roll, que habló de «la resurrección de la armonía providencial operada por Bastiat», y Henry W. Spiegel, que dice: «Bastiat basaba su individualismo ultraliberal en su optimista y religiosamente aferrada creencia en una preestablecida armonía de intereses económicos, bajo la cual sería más bien el desarrollo espontáneo y no las instituciones coercitivas el que daría lugar a una más amplia difusión de una renta creciente»; E. Roll, Historia de las doctrinas económicas, México, Fondo de Cultura Económica, 1971, pág. 278; H. W. Spiegel, El desarrollo del pensamiento económico, Barcelona, Omega, 1973, pág. 427. Estos juicios encajan mal en los textos de Bastiat.
[17] F. Bastiat, Obras, óp. cit., págs. 29-30. <<
[18] Ibíd., págs. 266-8. <<
[19] Ibíd., págs. 264-5, 270. <<
[20] Ibíd., págs. 271-5. Cabe recordar que el error de Bastiat fue cometido mucho después por otros grandes liberales: Hayek señaló en Camino de Servidumbre que como la Alemania nazi registraba un gasto público del 50% de la renta nacional, ello demostraba que era una dictadura, puesto que una democracia no podría tolerar tamaño peso del Estado. F. A. Hayek, The road to serfdom, University of Chicago Press, 1944, pág. 61 [hay trad. cast. Alianza]. Adam Smith dijo en sus lecciones que una presión fiscal «exorbitante» que recaudara «la mitad o incluso la quinta parte de la riqueza de la nación justificaría, como cualquier otro flagrante abuso de poder, la resistencia del pueblo»; Adam Smith, Lectures on Jurisprudence, R. L. Meek, D. D. Raphael y P. G. Stein (eds.), Indianápolis, Liberty Fund, 1982, pág. 324 [hay trad. cast. Granada, Editorial Comares]. <<
[21] Norman Barry, «Harmony from Liberty», óp. cit. <<
[22] Ludwig von Mises, La acción humana, 6.ª ed., Madrid, Unión Editorial, 2001, pp. 191ss. Economía política y tributación, Madrid, Pirámide, 2003, caps. II, VI y XXXII. <<
[23] Jorg Guido Hülsman, «Bastiat’s legacy in economics», Quarterly Journal of Austrian Economics, Vol. 4, N.° 4, invierno 2001; Hayek, prólogo a los Essays de Bastiat, óp. cit. Al comienzo de La ley declara Bastiat sus fundamentos religiosos: «A Dios somos deudores del bien que los encierra a todos: de la vida física, intelectual y moral». <<
[24] La metáfora smithiana, como suele suceder con las metáforas en las ciencias, es a pesar de todo poco feliz, porque sugiere que hay alguien, una mano, que dirige los mercados, aunque sea invisible, y es obvio que no hay tal cosa para Smith, ni para Bastiat: en la metáfora de la mano invisible lo importante es el adjetivo y no el sustantivo, con lo cual resulta más apropiado apuntar directamente, como hace el economista francés, a lo invisible. Por cierto, en la carta 22 de la primera serie de los Sofismas, Bastiat denuncia la metáfora como enemiga de la economía política. Puede verse también: C. Rodríguez Braun, «En economía hay demasiadas metáforas», Cambio 16, n.º 1048, 23 diciembre 1991, págs. 48-49. <<
[25] Henry Hazlitt, La economía en una lección, 4.ª ed., Madrid, Unión Editorial, 1996. <<
[26] Hülsman, óp. cit., pág. 65. <<
[27] R. F. Hébert, «Bastiat», óp. cit. <<
[28] Eugen von Böhm-Bawerk, Ensayos de teoría económica, Vol. 1, Madrid, Unión Editorial, 1999, págs. 134-5. <<
[29] Hayek, prólogo a Bastiat, Essays, óp. cit. <<
[30] Hébert, óp. cit.; Barry, óp. cit. <<
[31] Frédéric Bastiat, Obras, óp. cit., págs. 124-125. <<
[32] Adam Smith, La riqueza de las naciones, Madrid, Alianza, 2004, pág. 89. David Ricardo, Principios de economía política y tributación, Madrid, Pirámide, 2003, caps. II, VI y XXXII. <<
[33] «Gracias a un falso principio, cocinado en la escuela inglesa, la lógica pone en un brete a la propiedad territorial. ¿Se dará por satisfecha con esto? Desde luego que no, pues dejaría de ser lógica. Así como antes dijo al agricultor: la ley de la vida vegetal no puede ser una propiedad y generar un beneficio, dirá ahora lo mismo al fabricante de paños en relación con la gravitación, al fabricante de telas de lino respecto a la ley de la elasticidad de los vapores, al herrero respecto a la ley de la combustión, al marino respecto a la ley de la hidrostática. Y dirá al carpintero, al ebanista, al leñador: vosotros os servís de sierras, de hachas, de martillos, aprovechándoos para vuestra obra de la dureza de los cuerpos y de la resistencia de los medios. Estas leyes pertenecen a todos y no deben dar lugar a un beneficio… Después de negar la propiedad territorial, negará la productividad del capital…», Bastiat, Obras, óp. cit., págs. 242-243. Bastiat se opone a Ricardo y también a Malthus con una visión smithiana: la riqueza es un juego de suma positiva, con lo que las connotaciones conflictivas del modelo ricardiano, y lúgubres del maltusiano, estaban fuera de lugar. <<
[34] Bastiat, Essays, óp. cit., véase cap. 3, «Property and Law». <<
[35] Bastiat, Obras, óp. cit., págs. 244, 246, 247. <<
[36] «Hace poco oímos negar la legitimidad del arrendamiento. Sin llegar a tanto, a muchos les resulta difícil comprender la perennidad del arriendo de capitales. ¿Cómo es posible, dicen, que un capital una vez formado, pueda dar una renta eterna? Expliquemos con un ejemplo esta legitimidad y esta perennidad. Tengo cien sacos de trigo con los que podría vivir durante el tiempo en que ejerzo un trabajo útil. En lugar de esto, los presto durante un año. ¿Qué me debe el prestatario? La restitución de mis cien sacos de trigo. ¿Sólo me debe esto? En este caso, yo habría hecho un servicio sin recibir nada a cambio. Me debe, pues, además de la simple restitución de lo prestado, un servicio, una remuneración que estará determinada por las leyes de la oferta y la demanda: eso es el interés. Resulta, pues, que al cabo de un año vuelvo a tener cien sacos de trigo que puedo prestar, y así sucesivamente durante una eternidad. El interés es una pequeña porción del trabajo que, gracias a mi préstamo, ha podido realizar el prestatario. Si dispongo de suficientes sacos de trigo para que los intereses basten para mi subsistencia, puedo vivir sin trabajar y sin perjudicar a nadie, y podría demostrar que el ocio así conquistado es incluso uno de los motivos que impulsan el progreso de la sociedad». ibíd., págs. 250-1n. <<
[37] Que impide que suban los precios, y por eso es justa, dice Bastiat; ibíd., pág. 247n. <<
[38] Así se responde a la objeción de, entre otros, Léon Walras, que había apuntado que los autores como Bastiat y Carey fallaban porque, para que su teoría fuera cierta, todos deberíamos contar permanentemente, y una distancia conveniente, con toda la tierra que necesitásemos. Véase L. Walras, Elementos de economía política pura, edición de Julio Segura, Madrid, Alianza, 1987, Lección 36 # 334.En la Lección 18 # 187 reconoce la noción de Bastiat del intercambio de servicios por servicios, pero aduce que la había limitado al caso de los servicios personales. <<
[39] Bastiat, Obras, óp. cit., págs. 252, 254, 255. <<
[40] «Yo pregunto si se puede concebir la noción de ‘propiedad’ sin libertad. ¿Soy propietario de mis obras, de mis facultades, de mi fuerza, si no puedo emplearlas en prestar ‘servicios’ aceptados voluntariamente? ¿No debo ser yo ‘libre’, bien para ejercitar mis facultades aisladamente, lo cual implica una opción, bien para unirlas a las de mis semejantes, lo cual implica la ‘asociación’, es decir, una opción diferente? Y si la libertad padece detrimento ¿no es la propiedad la que experimenta el daño? Por otra parte ¿cómo tendrán los ‘servicios’ recíprocos su justo valor relativo si no se intercambian libremente, si la ley prohíbe al trabajo humano optar por las actividades mejor remuneradas? Evidentemente, la propiedad, la justicia, la igualdad, el equilibrio de los servicios, sólo pueden derivarse de la libertad. También es la libertad la que determina que el concurso de las fuerzas naturales vaya a parar al dominio ‘común’, porque, si un privilegio legal me atribuyera la explotación exclusiva de una fuerza natural, yo obtendría una retribución, no sólo por mi trabajo, sino también por el empleo de dicha fuerza»; ibíd., págs 259-60. <<
[41] «Cuando un trabajo pasado [el capital] y otro actual se combinan con un objetivo común, se remuneran mutuamente estableciendo un intercambio, es decir, un ‘cambio de servicios’ bajo unas condiciones concurso de la otra, pues aquí surge, como no podía ser de otra forma, la inexorable ley de la oferta y la demanda. Quejarse de ella sería una contradicción pueril… Para que se produzca una amplia oferta de trabajo bien remunerado es preciso que en el país haya… mucho capital… Y la condición esencial para que se formen los capitales es que toda persona esté segura de ser realmente ‘propietaria’, en toda la extensión de la palabra, de su trabajo y de sus ahorros. Propiedad, seguridad, orden, paz, economía: esto es lo que interesa a todo el mundo, y muy en particular a los proletarios»; ibíd., pág. 263. <<
[42] Ibíd., pág. 261. <<
[43] Richard S. Howey, The rise of the marginal utility school, 1870-1889, Columbia University Press, 1989, págs. 26, 64. <<
[44] Jorg Guido Hülsman, «Bastiat’s legacy in economics», óp. cit., págs. 62-64. Véase también la nota 36 supra. <<
[45] Sheldon Richman, «Frédéric Bastiat: una bibliografia anotada», en la red: bastiat.org/es. <<
[46] Barry, óp. cit. <<
[47] Lorenzo Infantino, introducción a Eugen von Böhm-Bawerk, Ensayos, óp. cit., pág. 33; F. Cabrillo, estudio preliminar de las Obras de Bastiat, óp. cit., pág. 19; Hülsman, óp. cit., pág. 60. <<
[48] Es interesante la utilitarista nota al pie que el traductor español decimonónico inserta cuando Bastiat alude a Rousseau y la democracia, con una visión notablemente optimista del Estado como mero agente protector de la libertad. Bastiat, en cambio, dice: «Rousseau. Aunque este publicista, suprema autoridad de los demócratas, asienta el edificio social sobre la voluntad general de todos, nadie ha admitido tan completamente como él la hipótesis de la absoluta pasibilidad del género humano ante el legislador». <<
[49] Cabe saludar a Bastiat porque, siendo un firme antiesclavista, se fijó también en el proteccionismo (del Norte) como una fuente de crisis en EE. UU., sin limitarse equivocadamente, como hacían muchos entonces, y han hecho muchos más después, a despachar el conflicto latente, que estallaría en la década siguiente, reduciéndolo sólo al debate sobre la esclavitud —esa peculiar institución que Abraham Lincoln estuvo dispuesto a mantener—. <<
[50] Uno de los méritos de la obra de Hayek La fatal arrogancia es denunciar cómo las grandes mentes de la historia, desde Aristóteles hasta Einstein, han carecido de la humildad necesaria para comprender cómo la humanidad ha podido prosperar, y han sido muy capaces de condenarla precisamente por cómo lo había logrado: con libertad, propiedad privada y comercio. F. A. Hayek, The fatal conceit, Londres, Routledge, 1988, véanse p. ej. págs. 45-7 y 59 [hay trad. cast. Unión Editorial]. Véase también Luis Díez del Corral, El pensamiento político de Tocqueville, Madrid, Alianza, 1989, cap. 1V. <<
[51] Dice Bastiat al final de La ley: «Hemos de ser francos: hay demasiados grandes hombres en el mundo; hay demasiados legisladores, organizadores, fundadores de sociedades, conductores de pueblos, padres de naciones, etc. Son demasiados los que se colocan sobre la humanidad para sujetarla, y los que no tienen más profesión que ocuparse de ella. No faltará quien diga: no censuréis a los demás, que vos también os ocupáis de ella. Verdad es, pero convengamos en que yo lo hago en un sentido y desde un punto de vista muy diferente; y si me ocupo de los reformadores precisamente, me propongo que dejen de serlo. Yo nome ocupo de la sociedad como Vaucason de su autómata, sino como un fisiólogo del organismo humano, para estudiarlo y admirarlo». <<
[52] Adam Smith, La teoría de los sentimientos morales, Madrid, Alianza, 2004, pág. 407. <<
[53] Frédéric Bastiat, The Law, introducción de Walter E. Williams, Irvington-on-Hudson, Nueva York, The Foundation for Economic Education, 1998, en la red: www.econlib.org. <<
[54] Bastiat, Obras, óp. cit., pág. 171. <<
[55] «El Estado tiene dos manos, una para recibir y otra para dar; dicho de otro modo, la mano fuerte y la mano suave. La actividad de la segunda está necesariamente subordinada a la actividad de la primera. En rigor, el Estado puede tomar y no dar, lo cual se produce y explica por la naturaleza porosa y absorbente de sus manos, que retienen siempre una parte y algunas veces la totalidad de lo que tocan. Pero lo que nunca se ha visto, lo que jamás se verá y ni siquiera puede concebirse, es que el Estado dé al público más de lo que de él recibe… Así, dos esperanzas en la gente y dos promesas en el gobierno: muchos beneficios y ningún impuesto. Esperanzas y promesas que, al ser contradictorias, jamás se realizan… [El Estado] choca siempre con la contradicción: si quiere ser filántropo, no tiene más remedio que forzar la fiscalidad; si renuncia a la fiscalidad, tiene que renunciar también a la filantropía. Estas dos promesas se contrarrestan entre sí siempre y necesariamente. Usar el crédito, es decir, devorar el porvenir, es ciertamente un medio actual de conciliarlos; se intenta hacer un poco de bien en el presente a expensas de mucho mal en el futuro»; ibíd., pág. 174. <<
[56] «Ciudadanos, siempre han existido dos sistemas políticos y ambos pueden apoyarse en buenas razones. Según uno, el Estado debe hacer mucho, pero también debe tomar mucho. Según el otro, esa doble función se debe hacer sentir poco. Es preciso optar entre ambos sistemas. Pero en cuanto a un tercer sistema, que participe de los otros dos y que consista en exigir del Estado sin darle nada, es quimérico, absurdo, pueril, contradictorio, peligroso»; ibíd., pág. 180. <<
[57] Hayek, prólogo a Bastiat, Essays, óp. cit. <<
[58] Consejo General de las Manufacturas, de la Agricultura y del Comercio (sesión del 6 de mayo de 1850). <<
[59] Si la protección se concediera, en Francia, a una sola clase, por ejemplo a los herreros, sería tan absurdamente expoliadora que no podría mantenerse. Por eso vemos cómo todas las industrias protegidas se unen, hacen causa común e incluso se comportan de tal forma que parezca que comprenden a todo el trabajo nacional. Sienten instintivamente que la expoliación se disimula al generalizarse. <<
[60] La economía política precede a la política: aquella establece si los intereses humanos son naturalmente armónicos o antagónicos, algo que la política debería saber antes de fijar las atribuciones del gobierno. <<