Seamos exagerados
a riesgo de parecer extravagantes
GABRIEL TARDE
Poco se conoce de Gabriel Tarde, lo cual es una pena, pues en sus obras, como en este Fragmento de historia futura, se hallan ideas muy curiosas y profundas, combinadas con un buen tono poético y pinceladas de humor. Sus obras son sumamente útiles para sacar de su sopor a nuestra época desengañada de todo. Tarde opone a esta época cierto dogmatismo sociológico, que describe bajo un aspecto decididamente novedoso. Y todos podemos apreciar la justeza de sus puntos de vista cuando nos habla de «mentalidades», de «opiniones», de «fenómenos sociales», como si se tratara de seres poseedores de consistencia propia. Siempre, al principio, es posible intuir iniciativas de influencias y sugerencias.
La opinión pública, llamada soberana, depende en realidad de pequeñas operaciones, de inflexiones iniciales y localizables sólo individualmente, a las que el poder de los medios de comunicación conceden una propagación sin límites. De esta manera nacen y se transforman por «la fuerza de las cosas» los hechizos, los fanatismos, los consensos.
Leyendo la presente obra nos resulta magnífica la idea de una sociedad sonámbula. Esta idea nos sobrecoge y casi nos obliga a escapar, a pesar de las ilusiones mantenidas por las inseguras ciencias de la moral, el derecho y la economía política, hacia tal sociedad que vive en esa especie de sonambulismo. Aunque lo único que realmente nos queda sea continuar en el sueño, según la línea de nuestros más íntimos deseos.
Porque la vida es un sueño, como han dicho tantos escritores antiguos y modernos. Es, realmente, una serie de sueños encadenados entre sí. Nada, de acuerdo con las leyes de la necesidad, dicta que a un buen sueño suceda otro peor. Por eso la sociología de Tarde cuestiona la ley de un progreso automático y continuo, que fue el credo de los tecnócratas de siglos pasados, pero que todavía, al menos en gran parte, sigue vigente en nosotros.
Un sonámbulo, por el efecto de las leyes de imitación, y por su propia inercia, tiende a inmovilizarse en las zonas de estabilidad, de equilibrio o de semejanza, encerrándose en un sopor mortal.
Por esto es necesario seguir a Gabriel Tarde en sus especulaciones sobre un sociomorfismo generalizado, o sea en todo aquello concebido sobre el modelo de una sociedad; seguirle en sus extrapolaciones lógicas y filosóficas que le permitieron superar constantemente el plano del análisis jurídico, al que se dedicó profesionalmente por su condición de juez, cargo que ejerció en Sarlat. Sin abandonar nunca ese plano, supo insertarlo en la perspectiva de una nueva comprensión de los delitos y las penas, situarlo en el vasto contexto de la historia y el destino de las sociedades. Formularlo bajo el ángulo, no del derecho positivo, sino el de las reivindicaciones del deseo y la más convincente credulidad, de una esperanza futura, en suma, de una utopía.
En la presente obra, el autor se convierte en el pensador de la contingencia, o sea del acontecimiento que por sí solo hace historia, en el fondo de la cual nunca existe el dato riguroso sino más bien el imprevisible, el incoherente.
Las reflexiones de Tarde sobre la historia futura incluyen, de manera indiscutible, la utopía; sin importar en absoluto que esas reflexiones sean anticipadoras o retrospectivas.
Obra o ensayo sobre un futuro utópico de la humanidad, cuando tal vez después de muchos milenios, el sol deje de alumbrar y calentar a los planetas de su sistema, entre los cuales se contará la tierra o «planeta azul», Gabriel Tarde nos enfrenta con un porvenir prometedor de toda clase de felicidades, pero también de añoranzas y de recuerdos, de ensueños anhelados y de aborrecibles pesadillas, y también siempre con vistas a un futuro mejor que el pasado que ha vivido y que el presente, que aún está viviendo y padeciendo, la sociedad humana.
M. G. S.