Conjuro CLXIX

PARA LEVANTAR EL LECHO FUNERARIO DEL DIFUNTO

¡Verdaderamente tú eres el dios León!

¡Tú eres el dios de la doble cabeza de León!

¡Tú eres Horus, el vengador de Osiris, tu Padre!

¡En tu sola persona, tú eres los cuatro dioses gloriosos!

Todos te reciben con alegría y gozo.

(Te sostienen a derecha e izquierda.)

Aquí tenéis al dios Keb que abre tus ojos.

(Que hasta hoy estaban igual que los ojos de un ciego.)

Keb hace que tú estires las piernas…

He aquí que el corazón «ib» de tu madre se une a tu sustancia,

del mismo modo como tu Corazón «hati».

En el Cielo está tu Alma; tu Cuerpo está inmóvil, bajo tierra.

Aquí tenéis ofrendas para tus entrañas y agua para tu boca;

y agradables brisas para tu nariz…

Tú llevas la paz a las moradas de los muertos.

Recorriéndolas, abres sus tumbas.

Tú posees estabilidad gracias a la virtud de tus emanaciones.

He aquí que te elevas hacia el Cielo y que atas tu cuerda cerca del Trono de Ra.

Tus redes son lanzadas en los torrentes de los que beben las aguas.

Tú te vales de tus piernas y andas con movimientos seguros.

Tú emerges hasta la superficie de la Tierra;

pero no necesitas entrar bajo las murallas de tu Ciudad,

ni tampoco derribarlas.

Verdaderamente, lo que ha sido hecho por ti

es el mismo dios de la Ciudad el que lo ha realizado.

¡Tú eres puro! ¡Tú eres puro!

Te han lavado la parte delantera de tu Cuerpo con agua de manantial.

Perfumada con incienso y purificada con salitre tienes tu espalda.

Todo tu cuerpo ha sido lavado con leche de vaca Hap,

con cerveza de la diosa Tennmit y con salitre.

Ha sido borrado todo el mal que tenías.

Tefnut, la hija de Ra, ha hecho contigo un buen trabajo,

de la misma manera que lo hubiera hecho con Ra, su Padre divino,

el Valie funerario, en donde ha sido enterrado Osiris, tu Padre,

ha sido ordenado por ella para ti.

Yo me alimento de cosas sabrosas

que pertenecen a Ra y a Keb,

a saber, trigo y las cuatro clases de pan.

Aquí veis cómo te llevo hacia los Campos de la Paz…

Las ofrendas sepulcrales están ante ti.

En virtud de que eres Ra, te lanzas y tus piernas te obedecen…

Tú no serás condenado cuanto te juzguen.

Tus movimientos no serán impedidos;

no serás aprisionado.

No te dejarán librado a los demonios crueles que trabajan en las Cámaras de Tortura.

La arena no se amontonará frente a ti.

No se controlará el uso que haces de tus ofrendas.

No serás obligado a retroceder.

Los guardianes no te impedirán que tú partas…

Te darán una camisa, sandalias, un bastón,

otros vestidos y varias armas de combate

para que seas capaz de cortar la cabeza de los enemigos capturados

echar su nuca hacia atrás.

Tú mantendrás lejos de ti a la muerte,

de modo que no se te pueda aproximar.

He aquí que la Gran Divinidad habla con respecto a ti:

«Que el día de los acontecimientos seas traído hasta aquí».

El Halcón y el Ganso «Smen»

Se regocijarán con tu llegada

ra abrirá de par en par las Puertas del Cielo.

Keb abre la Puerta terrestre para ti.

Tu Espíritu es poderoso; guarda en su memoria los Nombres ocultos.

Tu Alma se abre camino a la fuerza a través del Amenti;

tu Glorioso Cuerpo descansa en el seno del divino Ra,

en medio de las Jerarquías celestiales,

en el lugar donde se cruzan los dos Senderos

que recorren los Espíritus-Guardianes que velan por la Humanidad.

Eres conducido por el dios-León hacia los sitios donde tu Doble etérico

podrá reposar en paz, sin temer a ningún ataque o emboscada.

Las dos Tierras y sus Habitantes se abren para ti,

a fin de que puedas vivir y tu Alma pueda prosperar;

para que tu Cuerpo, embalsamado e incorrupto, pueda pasar a la Eternidad;

para que puedas contemplar el fuego y respirar el Aire fresco;

para que puedas entrar, de frente,

en la región de las Tinieblas;

seas protegido contra las adversidades que reinan en los amenazadores desfiladeros;

que no seas arrastrado por los torbellinos nefastos;

para que seas capaz de seguir al Príncipe divino de las dos Tierras,

revitalizarte en las ramas de los Árboles sagrados

que se encuentran a los dos lados del Trono del Gran Mago.

Aquí veis delante de ti a la diosa Seshetet,

mientras que la diosas Sa[217] cuida tus miembros.

Tomas leche de la Vaca Sagrada que sigue a Sekhat-Herú[218].

Tú haces tus abluciones donde desemboca el torrente Kher-Aha;

tú eres a quien los príncipes Pe y Dep aprecian más;

la mirada que Thoth te dirige tiene una gran benevolencia…

Conversas con Ra al entrar al Cielo.

Después emprendes tu camino…

Llegas muy pronto ante la morada de Anit

hablas con los dos Combatientes.

Te sientes alegre porte tu Doble etérico te acompaña.

Tu corazón te sigue con tus Metamorfosis.

Atentamente te escucha. Te cuida.

Las Jerarquías celestiales llenan de gozo tu corazón.

Sobre el Altar de la regente de las dos Tierras,

en la ciudad de Sekhen y también de las ciudades de Akennú y de Heliópolis,

te están esperando las cuatro ofrendas sepulcrales.

Por ti velan, durante la noche, los espíritus estelares;

por ti interceden los Señores de Heliópolis…

En tu boca está el dios del Néctar divino, el propio Hu.

Tus piernas no serán obligadas a retroceder en su Viaje.

Todos los miembros de tu Cuerpo gozan de vida.

Llegas a Abydos y te apoderas de SMA.

Hacia ti son llevadas las ofrendas sepulcrales,

al mismo tiempo que también te son ofrecidos dones con motivo de la fiestas de Osiris.

Con adornos de púrpura y oro

te vistes durante la celebración de los Misterios.

Sobre tu Cuerpo se vierten las aguas del Nilo.

Tu Nombre se inscribe en las Tablas misteriosas

que están ubicadas a ambos lados del lago Tes-tes.

Tú bebes a grandes tragos esta agua lustral.

Tus divinidades protectoras son elegidas por ti

con ellas entras en compañía en el Cielo.

Allí consigues que la Ordenación divina triunfe.

Amado del corazón de Ra[219]

Eres llevado ante las Jerarquías celestiales;

que te reciben como a un dios, su igual…

Verdaderamente, tú eres Kharsa, el hermano de Ersa.

Aquí tenéis a Ptah en persona que trae ofrendas sepulcrales…