Conjuro CLIV

PARA QUE EL CUERPO NO PEREZCA

¡Salve, oh Osiris, Padre mío divino!

¡Aquí estoy ante ti para embalsamar tus miembros!

Para que no muera

haz embalsamar los míos

y también para que llegue a ser igual al dios Kepra,

señor de las Metamorfosis,

que no sabe lo que es la putrefacción.

¡Oh Osiris! ¡Dame una Forma que se asemeje a este dios!

Dame también el dominio de mi respiración,

¡Oh tú Señor de la Respiración!

Tú que das protección a todos los que se asemejan a ti.

Conviérteme en estable e inmutable. ¡Oh Señor de los Ataúdes!

permíteme penetrar en la Región de la Duración Ilimitada,

ya que tú tienes ese poder,

así como también Tum, tu Padre divino,

ya que su Cuerpo no conoce lo que es la putrefacción ni la destrucción…

Verdaderamente, no he hecho nada que a ti te desagrade, ¡oh Osiris!

¡Yo siempre te he glorificado!

Entre todos los que veneran

y aman tu Doble etérico[207].

Por lo tanto, ¡que los gusanos no invadan mi cuerpo!

¡Sálvame y líbrame como te has librado y salvado tú!

¡Que yo pueda ignorar la putrefacción después de la muerte,

destino común a todos los animales

las bestias que han sido creadas por distintos dioses y diosas!

a que después de la muerte, el Alma emprende su vuelo,

el cadáver, entonces, se licuefacta,

sus huesos se dislocan y se desintegran

la carne se pudre llena de hedor,

los miembros se despedazan

todo se convierte en un líquido nauseabundo.

Una masa llena de gusanos, sólo gusanos…

Éste es el fin del hombre…

Muere bajo el Ojo de Shu

como mueren todos los dioses y todas las diosas[208],

todas las aves, todos los peces,

los animales que se arrastran y los que corren

todos los seres, todos los seres…

Por esta razón, ¡oh dioses!

Que después de verme caeréis boca abajo.

¡El pánico que os cause mi Aparición os llenará de asombro!

Verdaderamente, todos los seres después que han muerto me temerán:

ya sean los animales, aves o peces,

los que se arrastran

o los gusanos que habitan en los cadáveres…

¡Que mi cadáver no sepa lo que es la corrupción!

¡Que no sirva de alimento a los gusanos!

¡Que no consigan atacarme y destruirme!

¡Que no llegue a las manos del verdugo

que en su cueva tortura y mata a sus víctimas

que él mismo hace que se pudran amontonados, permaneciendo invisible!

Verdaderamente, vive sólo para dar muerte y destruir los cadáveres.

¿Podré negarme a ejecutar… sus órdenes?

¿Seguiré sus decretos… al pie de la letra?

¿Por qué seré entregado a sus dedos implacables?

¡Que no llegue a apoderarse de mí!

Es a ti, pues, a quien toca decidir mi suerte:

¡Oh Osiris, mi Padre divino, salve!

Tuyos serán eternamente los miembros de tu cuerpo;

tu cuerpo no llegará a podrirse ni será presa de los gusanos;

no llegará a hincharse como una pelota;

no entrará en descomposición ni se desintegrará;

no llegará a ser una masa informe de gusanos…

Con respecto a mí, yo soy Kepra, el dios del Devenir.

Y permanezco con mi cadáver, para siempre, por toda la Eternidad.

No se pudre, no entra en descomposición,

no se desintegra ni es atacado por los gusanos,

ni se licuefacta bajo el Ojo de Shu.

Verdaderamente, yo existo, ¡yo éxito!

¡Siento en mí la fuerza de la vida desbordante!

Heme aquí que despierto en paz…

No me pudro ni me descompongo.

No emano olor alrededor de mí.

No me convierto en la nada.

No se apaga mi ojo.

Mis rasgos no se borran ni se convierten

en una masa líquida.

Mis orejas no bloquean al sonido de las palabras.

Mi cuerpo y mi cabeza no se separarán.

Mi lengua no será arrancada.

No se me afeitará la cabeza.

No me depilarán las cejas.

Vosotros, ¡oh Espíritu! sabedlo,

mi cadáver no sufrirá ningún daño.

Mi cuerpo se conservará inmutable e imperecedero para siempre.

¡No seré destruido en la Tierra

en toda la Eternidad!