PARA CONOCERLOS MISTERIOS DE HELIÓPOLIS
Verdaderamente, fueron largos los días en que
permanecí en medio de las Sombras del Pasado,
entre los Espíritus de las Épocas antiguas…
Yo he recorrido sin cesar, en el seno del dios del Devenir, Khepra,
desde el Amanecer de los Tiempos,
el ciclo de las Metamorfosis…
He aquí que entro en la Región de las Tinieblas
que, de repente, mi cara se despoja
del velo frente al Ojo centelleante que le mira…
¡Oh vosotras, Almas perfectas, sabedlo: yo soy una de las vuestras!
¡Pues yo conozco a los Espíritus divinos de Heliópolis!
Verdaderamente, el saber del Gran Vidente mismo[149]
No sobrepasa mi Saber oculto.
¿Acaso no he ido más allá de todos los obstáculos gracias a mi energía?
¿No he hablado, acaso, con los dioses?
Por lo tanto, ¡no!, no podrán destruirme los demonios,
a mí Heredero de los dioses de Heliópolis.
Pues, verdaderamente yo conozco los Misterios de la Hebill
que luce el Niño divino en la frente[150].
He aquí que Ra se dirige al dios Amihaf,
cuya boca fue atacada y herida en otro tiempo…
Ra, pues, dice a esta divinidad:
«Recibe de mis manos esta lanza ¡es la herencia de la humanidad!»
Amihaf recibió la lanza…
De este modo nacieron los dos hermanos divinos
que, alrededor de Ra, recorren su órbita en el cielo…
Luego Amihaf se volvió mujer
engalanada de la Hebilla sagrada, ese paladión de Heliópolis…
el Gran Vidente, Heredero de su heredero,
llegó a ser el gran Sacerdote-Vidente de Heliópolis.
¡Oh vosotros, Espíritus divinos de Heliópolis!
Verdaderamente, yo os conozco:
sois Ra, Shu, Tefnut…