Conjuro CVIII

PARA CONOCER LAS ALMAS DEL OCCIDENTE

He aquí la montaña Bakhau[140];

sobre ella reposa al Cielo oriental. Es de treinta mil varas de altura

de quince mil varas de ancho.

Se halla en el Horizonte oriental del Cielo,

en la parte oriental se encuentra el Templo de Sebek, Señor de la Montaña.

En el flanco de la montaña, extendida,

está acostada de gran Serpiente.

Es de treinta varas de largo y ocho de ancho.

Su pecho está adornado de silex y de placas centelleantes.

Pero yo conozco el nombre de la Serpiente de la Montaña…

Oídle: «La-que-vive-en-las-llamas»…

Es así que después de haber navegado en silencio,

ra mira a la Serpiente.

Su navegación se detiene bruscamente,

porque está en acecho

aquel que se oculta en su Barca…

¡Es así que se zambulle en el agua!

Nada siete varas bajo el agua.

Ataca a Seth y lanza contra él su jabalina de metal.

De este modo, alcanzado en pleno pecho,

seth devuelve por la garganta lo que ha tragado.

Después, ahí está adentro de una celda, sujeto, atado…

(Recitar durante este tiempo la siguiente fórmula mágica:)

«Yo te golpeo, ¡oh Seth! con la lanza.

Mírala aquí en mis manos.

Me acerco para apoderarme de ti lentamente.

Hago maniobrar la barca con prudencia…

Yo elijo con cuidado las cuerdas

para enlazar la cabeza…

De esta forma avanzo. Tú, al contrario retrocedes.

Yo soy, en verdad, un macho invencible.

¡Mi vigor es grande! Hago palidecer tus labios, enlazo tu cabeza.

En verdad soy poderoso, ¡soy poderoso!

Soy el gran maestro de la Magia,

hijo de la diosa Nut. Libero de tu dominio

a los Espíritus santificados, ¡oh Seth!

¿Qué es eso? ¿Qué Espíritu

es ese que va arrastrándose sobre su cola, su vientre y sus vértebras?

¡Espera un momento! ¡Heme aquí!

¡Salgo a tu encuentro!

Si tú quieres, ¡mide tu poder con el mío!

Demonio, ¡aprende! ¡Mi poder ha llegado al punto más alto!

¡Avanzo luchando contra los enemigos de Ra!

¡Ya está todo terminado! ¡Los he dominado!

La tarde se oculta. Ahora puedo descansar.

Más tarde, mientras tú, ¡oh Seth!

Permaneces inmóvil, estático,

yo recorreré el Cielo.

Verdaderamente ya está ejecutada la orden que he recibido

en su Horizonte. ¡Ra permanece intocable!

Yo tengo en mi poder todos los medios para rechazar a Apopi.

Conozco por igual a los Espíritus del Occidente:

este es Tum; más allá está Sebek,

dueño de la Montaña Bakhau;

hathor, la soberana de la Tarde, bien al fondo.