PARA SUBIR A LA BARCA DE RA
¡Salve, oh gran divinidad, que en tu Barca navegas!
¡Ante ti aparezco, transportado hasta aquí!
Permitidme subir al puente de mando
dirigir la maniobra de la Barca,
de la misma forma que lo hacen tus servidores, los Arcontes de los Planetas…
(¡No! ¡No! ¡No! ¡Yo no como de esas basuras!
¡El sólo tocarlas con mis manos o pisarlas con mis sandalias
me produce asco y horror!
Porque las ofrendas sepulcrales no me faltan:
mis panes están hechos de blanco trigo; mi bebida está sacada del trigo rojo.
¡Ah! Los barcos traen mis ofrendas, ¡aquí están!
Esas ofrendas son colocadas en el altar de Heliópolis…
¡Gloria al Ojo divino, él que recorre el cielo!
Es así que avanzo y arranco a ese dios
de manos de mis enemigos
que hieren su torso, sus brazos y sus piernas.
Yo me dirijo hacia él,
sujeto sus brazos y fortalezco sus piernas.
Yo circulo en la Barca de Ra
mi única ley son los decretos de este dios[137].