Conjuro LXXXVI

PARA SER TRANSFORMADO EN GOLONDRINA

Soy una golondrina, una golondrina…

También soy diosa Escorpión, la hija de Ra…

¡Oh dioses! ¡Qué placentero y dulce es para mí vuestro perfume,

que arde y se eleva hacia el Horizonte!

Vosotros, que moráis en la Ciudad Celeste,

¡Mirad cómo llevo conmigo a los Guardianes de los celestes Circuitos!

¡Extended hacia mí vuestras manos protectoras

para que, sin ningún peligro,

me sea posible habitar en el Lago de Fuego!

Y para que pueda avanzar de acuerdo a los mandatos recibidos

y desplazarme según los decretos…

He aquí que abro la puerta. ¿Qué veo?

Repito las Palabras de Potencia. Digo:

«¡Observad bien!

Soy Horus, yo que tomo por la fuerza la Barca celeste

y devuelvo a Osiris, mi Padre, su Trono.

Con respecto a Seth, hijo de Nut, aquí lo tenéis sin poderse mover,

atado con cuerdas que había preparado para mí…»

Yo conozco lo que pasa en los misterios de Sekhem;

y aquí estoy y extiendo mis brazos a Osiris…

Todo mi accionar se cumple de acuerdo con los mandatos de los Jueces.

Aquí llego para deciros: «Dejadme pasar,

para que así el Juicio pueda llevarse a cabo en mi presencia.»

Después de pronunciadas estas palabras, entro.

Y, después de haber sido pronunciado el veredicto,

traspaso el Portal de la divinidad todopoderosa[122].

Ciertamente, después de haber sido purificado, me encuentro en el curso del largo viaje.

He conseguido dominar el Mal que manchaba mi Corazón.

He desterrado mis Vicios y arrancado los Pecados que mi Carne he cometido en la vida terrenal.

Permitidme, pues, entrar, ¡oh vosotros, Guardianes de las Puertas!

¡Pues de ahora en más soy uno de los vuestros!

¡Me dirijo hacia la Luz del Día Eterno!

Marcho dueño de mis actos.

Vosotros, Espíritus de Luz, sabed:

que los Caminos misteriosos de la Región de los Muertos me son familiares

y también lo son los Senderos de los Campos de los Bienaventurados.

Arribo, después de haber vencido la resistencia de mis enemigos…

No obstante, veo, allá en la Tierra, mi Cadáver:

descansa en su ataúd, inmóvil…

RÚBRICA

Si el difunto conociera este conjuro, podría salir hacia la plena Luz del Día; no será así echado en las puertas del Mundo Inferior; podrá convertirse en golondrina un sinnúme­ro de veces.