Conjuro LXXXII

PARA SER TRANSFORMADO EN DIOS PTAH Y PODER VIVIR EN IUNU

Como el Halcón de Horus yo planeo en el Cielo;

mis gritos son tan agudos, semejantes a los de un Ganso salvaje.

Revoloteando, bajo hasta la Región de los Muertos

en el día de la Gran Fiesta…

(¡Horror! ¡Horror! ¡No! ¡No! ¡Esas basuras repugnantes yo no las como!

¡Mi doble etérico se horroriza de ellas!

¡No permitiré que penetren en mi Cuerpo!)

Yo me nutro con alimentos puros que me dan los Espíritus divinos.

Potente, vivo de ofrendas sepulcrales

y pruebo las hojas de la Palmera de la diosa Hathor.

Pan, cerveza, vestidos y vasos son mis ofrendas.

Me aproximo, me siento cómodo;

mi cabeza es la cabeza de Ra.

Mis extremidades son las de Tum.

Ante mis ojos, la Tierra se extiende y crece,

se extiende, crece…

Es así que tomo impulso…

Mientras vibran en mi lengua y mi garganta

las mágicas fuerzas de Ptah y de Hathor,

surgen de mi memoria las Palabras sagradas

que mi Padre, el dios Tum, puso en mi boca.

Así es que violentamente rechazo a esta diablesa nefasta

a la que el dios Keb acuchilló la cabeza, la cara y los labios,

¡Para que tuviese miedo!

Mi boca deja oír himnos poderosos.

He sido proclamado Heredero de Keb,

el Señor de la Tierra…

Surge y me da su corona.

Ante mí se inclinan los dioses de Heliópolis:

yo soy más poderoso que su Señor:

mi potencia masculina se extiende a través de incontables años…