EL HALCÓN DE ORO
¡Salve, oh dios poderoso!
Me dirijo hacia Djedu
y tú santificas mis caminos…
Mientras transito las Etapas de mi Viaje
y visito mis Tronos
¡Acompáñame!, ¡renueva y exalta mi Ser!
¡Haz que el espanto y el miedo acompañen mi Nombre
para que los dioses de la Región de los Muertos
me tengan miedo!
¡Que por mi causa luchen entre ellos mismos!
Que quien quiera perjudicarme
no pueda llegar hasta mí en la Región de las Tinieblas
en donde las Almas débiles buscan un refugio para esconderse.
Los dioses, Señores del séquito de Osiris,
oyen con atención mis palabras…
Hablando entre vosotros ¡oh dioses!
Guardad silencio sobre lo que oísteis.
¡Cuidado! A nadie reveléis mis Palabras,
pues podría oíros Maat…
Es el mismo Osiris quien habla por mi boca.
Yo cumplo mis Viajes.
Entro y salgo, según la Potencia de mi Verbo…
Observo mis Formas sucesivas
creadas por la fuerza de mi Alma.
Por el dominio que tengo sobre mis piernas
les transmito la fuerza y rapidez de sus movimientos;
pues yo soy, ¡yo!, igual que Osiris, Sefior de los Mundos.
Los dioses de la Región de los Muertos me tienen miedo
y a causa de mí
luchan entre ellos en sus moradas.
Yo puedo circular por ellas, junto con los Seres que por ellas circulan;
y gracias a mi poder de Señor de la Vida,
en mi sitio habitual descanso.
Isis me protege; gracias a su ayuda
reformo el gran Todo de mi Ser,
mientras que los demonios invisibles se oponen…
Ora descanso, ora estoy en movimiento.
Transito los límites extremos del Cielo
y hablo con el dios Keb.
El Señor de los Mundos me concede el Néctar divino…
Los dioses de la Región de los Muertos, en verdad,
¡Tiene miedo de mí!
Entre ellos luchan en sus moradas,
por mi causa.
A causa de mí renuevan el alimento de pescado y ave.
Yo soy un Espíritu, en verdad, del número de los Espíritus santificados,
y del número de los Cuerpos Gloriosos
he aquí que recorro a voluntad el ciclo de las Metamorfosis.
Sin embargo este dios llega y penetra en Djedu;
imprimiendo un Sello a mi Alma la ha hecho divina e inmortal,
y te cuenta de mis viajes en el Más Allá y de mis proyectos…
En verdad, mi presencia en la Región de los Muertos
siembra el miedo y la confusión.
Los dioses tienen miedo y luchan en sus moradas
por mi causa.
Pues yo soy un Espíritu santificado, uno de los Seres divinos
creados por Tum al principio de los Mundos,
uno de los seres que en su Ojo divino
se vuelven Plantas Florecientes…
Tum les hace transitar los ciclos de las Metamorfosis
y les toma perfectos y poderosos
a causa de su Vida en Él.
¡Mirad! ¡Está Solo en el Océano celeste[107]
Mientras que recorre el Horizonte!
Retumban himnos alrededor de él:
la veneración y el terror
se apoderan de los dioses y de los Espíritus santificados
que están alrededor de él.
Yo soy, en verdad, una de las Serpientes
de los tiempos antiguos creadas por el Ojo divino del Maestro único…
Isis, ella, que dio vida a Horus,
no estaba allí todavía, cuando yo ya existía.
Después he crecido, he envejecido
entre los Seres luminosos del Cielo
que, en el cielo de Tum junto conmigo evolucionan.
Soy coronado como Halcón divino.
Me vuelvo Cuerpo Glorioso, un Sahú[108],
de la misma manera que Horus lo es en su Alma,
con objeto de que pueda entrar en la Región de los Muertos
y poseer el domino de Osiris…
He aquí que el dios propuesto para el Templo de la Corona de Nemmés[109],
el dios de la doble cabeza de León,
pero que se encuentra en lugar oculto me dice:
«¡Puedes irte! ¡Transita los límites más lejanos del Cielo!
Así como siendo Horus,
has adquirido un Cuerpo Glorioso, Sahú,
de la misma manera la Corona de Nemmés te ha sido concedida.
Tu Palabra de Potencia, en verdad, llega hasta los límites extremos del Cielo».
Tomo posesión pues de los atributos divinos de Horus
que son los de Osiris en la Región de los Muertos…
Así es que Horus repite para mí las Palabras consagradas
pronunciadas por su Padre el día de los funerales:
«Haz que el dios de la doble cabeza de León
te conceda la corona Nemmés que él guarda.
A fin de que puedas transitar los Caminos del Cielo
y observar lo que existe,
¡Hasta los límites extremos del Horizonte!
¡Que los dioses del Duat te tengan miedo
y que por tu causa combatan en su morada!
Todas las divinidades
que pertenecen al Santuario del Dios Único,
cuando oyen estas palabras, se inclinan ampliamente…
¡Salve, oh tú que planeas muy alto por encima de tu tumba
mientras avanzas hacia mí!
A causa de mí, yo sé
que el dios-León te ha consagrado la Corona.
Aprende, pues, que también yo planeo
sobre la tumba muy alto,
y que el dios Iahd preparó para mí todos los caminos
que el dio-León puso en mi cabeza la Corona.
¡Concédeme un vestido de plumas!…
Así es que hace vigoroso mi Corazón
por medio de mi espina dorsal y de su gran poder.
En verdad, cuando llegue ante Shu no seré rechazado
y haré las paces con mi Hermano, con el Ser Bueno[110],
señor de los dos Urarei, ¡bendito seas!
¡Yo conozco, en verdad las Rutas del Cielo!
En los Ritmos de mi pecho viven sus alientos.
No podrá detenerme el demonio rabioso de cabeza de Toro.
¡No! No podrá detenerme.
Me dirijo pues, hacia los lugares
donde en los Espacios Eternos
por todas partes se ven las huellas
del Hundimientos de los Mundos[111].
Me conducen rápidamente hacia la Región de las Tinieblas,
en el lugar donde reinan los sufrimientos del Amenti.
¡Salve, oh Osiris!
Todos los días yo atravieso la Morada del dios-León
y de allí me dirijo a la Morada de Isis[112].
Estoy preparado y soy digno
para asistir a la Consagración de los Misterios como maestro…
¡Ojalá sea admitido en el culto secreto
y me sea posible contemplar el Misterio del Nacimiento de la Divinidad!
Es así que con su Cuerpo Glorioso
horus viste mis miembros.
Y mi Alma comunicando con su Alma
veré lo que ocurre en el interior de él.
Cuando ante el Portal resplandeciente del Sol,
yo pronuncio las palabras sagradas,
éste vibra y resuena y produce un gran eco.
Porque yo estoy designado para suceder a Osiris,
su Heredero en la Región de los Muertos.
En realidad, yo soy Horus entre los Espíritus santificados,
dueño de su Diadema, Dueño de su Luz.
Es así que yo alcanzo los Límites mismos del Cielo,
es así que Horus en su Palacio está sentado en su Trono.
Mi Rostro en verdad es el del Halcón divino.
Y mi Espalda es la del Halcón divino.
Yo tengo todas las cualidades mágicas del dios mi amo.
Así avanzo hacia Djedu, miro a Osiris
y me inclino ante él, a derecha e izquierda.
Me inclino ante Nut; ella me observa fijamente.
Todos los dioses dejan caer lentamente sus ojos sobre mí.
Inmóvil en medio de su frente
el Tercer Ojo de Horus me mira fijamente…
En silencio, los dioses tienden sus brazos hacia mí…
Adquiero impulso y rechazo, en la plenitud de mis fuerzas,
a los demonios que se me oponen.
Los dioses, entonces, me abren la entrada a la Vía sagrada…
Observan silenciosamente mi Variedad de Formas
y oyen con benevolencia las palabras de mi boca:
¡Oh vosotras, divinidades de la Región de los Muertos,
que hacia mí inclináis vuestras frentes y vuestros rostros,
vosotras, que como guías de las Estrellas Fijas del Horizonte
creáis la Vía sagrada para el Señor del Terror,
he aquí que una orden de Horus ha llegado!
¡Alzad vuestros rostros! ¡Observadme,
para que yo a mi vez pueda observaros cara a cara!
Pues yo, ¡yo he sido coronado Halcón divino!
Mi Cuerpo Glorioso, ¿no es el de Horus?
Vengo aquí a tomar posesión
de la Herencia de mi Padre, Osiris, en la Región de los Muertos.
Disperso los demonios cabelludos que se me opondrán,
cruzo sus filas y llego a una Región
en que los Espíritus están en guardia.
Acechan a la entrada de sus moradas,
inmóviles, a ambos lados del camino.
Pero yo paso sin detenerme; mi Viaje me conduce entonces
a los Espíritus escondidos en sus cavernas,
guardianes de las mansiones de Osiris.
Enérgicamente les hablo para que se den cuenta de mi terrible poder;
de mí que, enemigo de Seth, poseo los dos cuernos.
Les manifiesto que me he apoderado del Néctar de los dioses,
que me he adueñado de los mágicos poderes de Tum…
Y en consecuencia, tienen que otorgarme,
ellos, los dioses, Guardianes de los dominios de Osiris,
el paso del Duat,
para que me sea posible llegar hasta él.
Yo me adueño de los nefastos poderes de los demonios de Ksemiu
yo santifico mediante mi verbo las rutas del más allá
y a los que garantizan su seguridad
cuando llego tomo estables y seguros los demonios de Osiris
y santifico las Rutas del más Allá para él.
Así, cumplida mi misión, arribo a Dejedu.
Observo a Osiris y le hablo:
le hablo de su Hijo Primogénito
al que ama;
el que ha atravesado el corazón de Seth…
Observo esta inerte divinidad,
le cuento las hazañas realizadas por Horus
en tu ausencia, Osiris, mi Padre divino…
¡Salve, Señor de las Almas, que siembras el Terror!
¡Ante ti he llegado!
¡Deja caer una mirada benévola sobre mí!
¡Ojalá me glorifique!
¡Ábreme las Puertas del Duat, de la Tierray del Cielo!
¡Oh Osiris, tu Trono es grande y sublime!
Las noticias que te traigo, ¡oh Osiris! te son gratas de oír.
¡Oh Osiris!, tu poder es inmenso.
Tu cabeza, ¡oh Osiris! está implantada sólidamente.
Tu frente es inatacable, ¡oh Osiris!
Satisfecho está tu corazón ¡oh Osiris!
Tu laringe es fuerte y sana, ¡oh Osiris!
Estás colmado de dioses que te rodean, ¡oh Osiris!
Y proclamado eres Toro del Amenti, ¡oh Osiris!
En tu Trono está tu hijo Horus, ¡oh Osiris!
En tus manos está la vida de los mundos ¡oh Osiris!
No dejan de trabajar para él incontables años;
tiemblan ante él multitudes de Almas.
Le temen las Jerarquías divinas y obedecen sus órdenes.
Así lo decidió Tum, dios poderoso, dios único en los tiempos antiguos.
¡Y para mí es siempre eterna tu Palabra!
Horus es al mismo tiempo Néctar de los dioses y Sacrificio divino.
El recoge y reúne los Miembros de su Padre.
Porque Horus es su Redentor, su Redentor…
Mientras el Cuerpo de su Padre se descompone
el recorre el Océano celeste…
Horus es en verdad, el Amo y Señor de Egipto.
Él fija el curso de las cosas para incontables años.
Los dioses trabajan para él día y noche.
Su Ojo divino es Fuente de Vida para millones de seres.
Él es el Único, el Señor de los Mundos.