Conjuro LXXII

PARA ABRIRSE CAMINO EN EL MUNDO INFERIOR

¡Salve, oh Señores de la Ordenación de los Mundos,

vosotros que, libres del Mal y de Castigos,

permanecéis en la Eternidad de la Infinita Duración.

Yo sigo la Vía que me llevará a vosotros.

Yo, Espíritu santificado, transito todas las Formas del Devenir.

Mi Verbo mágico me da el poder;

y fui juzgado y santificado.

Libradme pues de los demonios de cabeza de Cocodrilo

que se esconden en estas Regiones

y frecuentan la Comarca de la Verdad y la Justicia.

¡Dad a mi Boca la Palabra de Potencia!

Que las ofrendas sean colocadas en mis manos,

¡Delante de vosotros!, porque yo os conozco y conozco a Vuestros Nombres:

conozco, sí, el Nombre de ese Dios Grande.

Dad una ofrenda a ese Espíritu

que abre la Vía en el Horizonte Oriental del Cielo

y baja planeando hacia el Horizonte Occidental.

Viene hacia mí resuelto a volverme vigoroso,

para que los demonios no se adueñen de mí…

¡Que no sea rechazado de vuestra puerta, dioses!

¡Que no esté cerrada con cerrojo!

Porque mis ofrendas sólidas están en Pe,

y mis ofrendas líquidas se encuentran en Dep[101].

Allí es donde junto con mis dos brazos…

¡Ojalá me sea posible contemplar a Tum, mi Padre,

establecido en sus dominios del Cielo y de la Tierra!

Mis ofrendas en realidad no tienen límites,

porque es mi hijo, salido de mi Cuerpo, quien me alimenta…

Dadme, pues, comidas sepulcrales,

el incienso, la cera y todas las cosas buenas y puras,

necesarias eterna y realmente,

¡Para la vida de un dios!

¡Que me sea posible pasar a voluntad por todas las Metamorfosis

y bajar y volver a subir en mi barca

los canales de Sekht-Ianrú,

pues yo soy el dios de la doble cabeza de León!

RÚBRICA

Si el difunto, durante su permanencia en la Tierra, ha aprendido este conjuro o lo ha hecho inscribir en su ataúd saldrá hacia la plena Luz del Día y recorrerá a voluntad toda la gama de la Metamorfosis; además, no lo expulsarán del lugar que corresponde. No le faltarán ofrendas en el altar de Osiris. Penetrará en el Sekht-Ianrú y podrá conocer el decreto del dios (Osiris) que habita en el Djedu. Encontrará allí trigo y cebada. Allí prosperará de la misma forma que había prosperado en la Tierra. Y realizará allí su voluntad, igual a uno de los dioses del Duat, millares de veces.