LA SALIDA DEL ALMA HACIA LA LUZ DEL DÍA
Yo soy el Hoy.
Yo soy el Ayer.
Yo soy el Mañana.
Desde mis repetidos Nacimientos
permanezco joven y vigoroso.
Yo soy el alma divina y misteriosa
que, en otra época, creó a los dioses
y cuya esencia secreta nutre
a las divinidades del Duat, del Amenti y del Cielo.
Yo soy el Timón del Oriente,
señor de los dos Rostros divinos.
Mi fulgor ilumina a todo ser resucitado
que, no obstante pasar, en el Reino de los Muertos,
por transformaciones sucesivas
busca su senda afanosamente
a través de la Región de las Tinieblas.
¡Oh vosotros, Espíritus con cabeza de gavilanes,
de ojos imperturbables,
vosotros que como suspendidos allá en lo alto
escucháis con atención las palabras mágicas
hechas verso por los acompañan a mi Atáud
yendo hacia su morada secreta!
Y vosotros, que anteponéis, y vosotros que seguís a Ra
en su camino hacia el punto culminante del Cielo.
Mientras que Ra mismo, el Señor del santuario,
de pie en su Barca,
hace, por su fulgor, fructificar la tierra,
vosotros todos, ¡aprended!
Que en verdad, ¡soy yo quien es Ra!
¡Y que Ra es, por el contrario, yo!
Que soy yo quien con cristal ha cincelado el firmamento de Ptah…
¡Oh Ra! Está pleno tu espíritu y tu corazón contento,
cuando admiras la hermosa ordenación de este día,
cuando entras en esta ciudad celeste de Khemenú
y pronto la dejas por la Puerta del Este…
Los primogénitos de los dioses que habían antecedido
se adelantan a tu encuentro
y te saludan con gritos de alegría…
¡Oh Ra! ¡Hazme dulces y placenteros
los caminos recorridos por tus rayos solares!
¡Agranda para mí tus Senderos luminosos,
el día en que empiece mi vuelo desde la Tierra
hacia las Regiones Celestiales!
Expande tu Luz sobre mí, ¡oh Alma misteriosa!…
He aquí, que llego ante ti,
¡Oh dios, cuya voz resuena como un trueno
en la vasta Región de los Muertos!…
¡Que no me sean imputados
los pecados de mis padres!
Líbrame de ese Espíritu destructor y falso
cuyos dos ojos parecen cerrados al caer la Tarde
y que, durante la Noche, asesina a los mortales…
Ciertamente, mis posibilidades son infinitas
y mi nombre es: «el Gran Negro[83]».
Yo expreso lo que en mí se oculta
entre las variaciones de mis Formas fluctuantes…
Oh Principe de los dioses Etishef,
¿Escuchas aullar a los demonios calvos
a la hora que el brazo (de Osiris) está fijado?
Tú dirás: «¡Ven!, ¡atraviesa el Abismo!,
¡Mira!, ¡ante ti, reducido a la impotencia,
yace, tu Adversario! Sus muslos atados al cuello;
su parte inferior agarrotada a la cabeza…»
¡Oh vosotros, Príncipes divinos de la Región de los Muertos!
¡Que Isis y Neftis puedan
hacer aquietar el manantial de mis lágrimas[84]
Cuando desde la orilla admire a mi Otro Yo,
obligado por los mandatos de mi Destino,
a recorrer los Circuitos del Abydos Celeste!
Y los cuatro Pilares de las cuatro Regiones del Espacio,
con sus Puertas y los Cerrojos de sus Puertas
(Sea en el Mundo al Interior o al Exterior de mí)
¡Queden entregados a la potencia de mi brazo!
Ágiles y similares a las de un perro son mis piernas
cuando recorro los santuarios del Más Allá.
El dios de la doble cabeza de León ha nutrido mi Cuerpo;
igau mismo ha colocado mi Cuerpo en el sarcófago[85];
vigorosa es mi Alma.
Forzando las Puertas del Más Allá, yo paso.
Para mí, atraviesa las Regiones más alejadas del Cielo,
la Luz que emana en rayos mi Corazón;
pues mi Nombre es:
«El que conoce los Abismos».
Es para asegurar vuestra salvación, ¡oh vosotros espíritus desencamados
que incontables residías en el Más Allá!
Por quienes obro ahora
calculando y considerando Días y Horas propicias,
para las estrellas de Orion y las doce divinidades
que las gobiernan.
He aquí que juntan sus manos, cada una con cada una,
pero entre ellas, la sexta,
al borde del Abismo está cuando el Demonio es derrotado…
Vedme aquí llegando victorioso
ante un vasto lugar del Mundo Inferior.
Traigo mis ofrendas al dios Shu…
Cuando tras la Matanza la sangre de los impuros se haya helado
y la Tierra totalmente reunida de nuevo,
reflorezca y fructifique otra vez,
yo me expresaré en calidad de Señor de la Vida.
Mi esplendor será enorme
en medio del magnífico Ordenamiento
¡Del renacimiento Día!
Ciertamente, yo destruiré la resistencia de aquellos
que ocultándose se unen contra mí,
¡Imaginando planes para rechazarme!…
¡Ah, vosotros demonios que os arrastráis sobre vuestros vientres!
¡Sabedlo! ¡yo llego aquí como ministro del Señor de los Señores
para vengar a Osiris!
Mi Ojo sabe reprimir sus lágrimas.
Soy el enviado por aquel cuyo brazo es sólido
y que es Dueño de sus posesiones.
Yo recorreré todos los caminos de Sekhem a Heliópolis[86]
Para enseñar al Fénix divino
las cosas del Mundo Inferior…
¡Salve a ti, oh Reino del Silencio,
y a los Misterios que encierras!
¡Oh tú, creador de las Formas de la existencia,
semejante al dios Khepra mismo,
déjame contemplar al Disco de Ra!
¡Que el gran dios Shu
de quien la infinita Duración es su Mansión,
me haga presentar ante él!
¡Que mis Viajes a través del Más Allá
puedan proseguir en paz!
¡Que pueda cruzar el Firmamento y contemplar los fulgores
de la radiación que deslumbra!
¡Pueda asimismo como un pájaro, planear por los aires
y admirar día tras día a los Espíritus santificados
reunidos junto a Ra.
¡Pueda en este instante ser ayudado por los rezos de los Iniciados,
cuando sobre sus ligeras sandalias apoyadas en la arena,
caminan en silencio…!
Y tú, Ser poderoso de movimientos ágiles,
que guías a las Regiones Inferiores
las sombras de los Espíritus santificados,
¡Permíteme como favorito de los dioses,
recorrer en paz la Región de los Muertos!
¡Ten piedad de mí,
pues, debilitado como estoy,
sólo dificultosamente mantengo
la unidad de las Almas múltiples!…
…En cuanto a ti, demonio, que te ocultas lejos
y calladamente devoras las Almas, ¿quién eres?
¡Apártete! ¡No me toques!
Yo soy, entérate, ¡el príncipe del Re-Stau!
Yo soy aquel cuyo Nombre es suficientemente poderoso
como para abrir las Puertas del Mundo Inferior!…
En el momento en que salga, mi Nombre será:
«Divinidad que-busca-y-que-aspira,
señora-de-la-Etemidad-de-la-Tierra».
Apenas la diosa encinta
hubo colocado, tras dar a luz, su carga,
cuando la Puerta del medio de la Muralla fue empujada, y echado el cerrojo.
(Yo me complazco por haberlo cerrado.)
El Ojo, al Alba, devolvió a la gran divinidad
fulgor y Rostro.
(¡Apártese de mí todo lo que es inmundicia!)
Pues yo me he transformado en todo semejante al dios-León
adornado con las flores consagradas a Shu.
¡Yo no temo las Aguas del Abismo!
¡Bienaventurados los que, desde el Más Allá,
contemplan en paz sus despojos mortales
el día en que Osiris, «Dios del Corazón detenido»,
baja planeando sobre los restos!
Ciertamente, ¡yo soy aquel
que camina hacia la plena Luz del Día!
En presencia de Osiris, llego a ser Dueño de la vida.
Mi Ser es ya eternamente infinito e inmutable;
heme aquí rodeando con mis brazos el Sicomoro sagrado; Él, a su tiempo, me abre sus brazos graciosos…
Llegado ante el Ojo de Horus, tomo posesión de él.
(¡Que reine en paz sobre los Mundos!)
Yo contemplo a Ra cuando se acuesta;
cuando al amanecer se presenta Me uno a su soplo reanimante.
Cuando le rindo homenaje, puras son mis manos.
¡Puedan pues, todas las porciones de mi Ser,
contener enteramente su cohesión!
¡Que no sean dispersadas!
He aquí que vuelo como un pájaro
y que desciendo planeando en dirección a la Tierra…
A medida que avanzo, debo seguir
la huella de mis actos anteriores,
pues yo soy el Hijo del Ayer.
Las dos divinidades Akerú presiden mi futuro[87].
¡Que la poderosa Tierra me preste, cuando se presente el peligro,
su robusto vigor propio!
Que el poderoso dios que va detrás de mí
cuando marcho al Más Allá,
guarde y cuide siempre de mí.
Para que mi Carne sea cada vez más fuerte y sana,
que mi Espíritu, santificado, permanezca en guardia sobre mis miembros,
que mi Alma los cubra y proteja con sus alas
y les hable dulcemente, como una amiga…
¡Ojalá las Jerarquías divinas escuchen mis palabras!
¡Ojalá, sí, comprendan mis palabras!…
RÚBRICA
Si el difunto conoce el conjuro que precede, podrá, tras la muerte, salir hacia la plena Luz del Día, no hallará obstáculos, en las puertas del Mundo Inferior, sea entrando por ellas, o al abandonarlas. Podrá pasar a voluntad por todas las Metamorfosis. No morirá[88]. Su alma como una flor se abrirá. También, si conoce este conjuro, será triunfador tanto en la Tierra como en el Más Allá y podrá ejecutar todo acto de que es capaz un ser humano que resida en la Tierra. Ciertamente, es ello un gran don de los dioses.
Este conjuro fue encontrado en tiempos del rey Men-Kau-Ra[89], en la ciudad de Khemenú, bajo los pies de la estatua del dios (Thoth). Estaba grabado en un bloque de hierro y la leyenda estaba incrustada con el verdadero lapizlázuli. El hallazgo fue obra del príncipe real Herutataf con motivo de su viaje de inspección a los templos. Un cierto Nekht, que le acompañaba, consiguió descifrar su sentido oculto. Enseguida el príncipe sabiendo el misterio que contenía la leyenda, que ningún ojo humano había visto antes, la hizo conocer al rey.
Todo el que recite este conjuro debe hallarse en estado de pureza. Sin haber comido carne de animales de los campos, ni pescado, como tampoco haber tenido comercio carnal con mujeres.
Debéis hacer un escarabajo de piedra bordeado de oro y colocarlo en el interior del difunto; este amuleto efectuará en él la apertura de la boca[90].
Ungirle con pomada de ANTI pronunciando al mismo tiempo la fórmula mágica[91].