Conjuro LII

UN ENCANTAMIENTO CONTRA LAS BASURAS

¡Espanto! ¡Repugnancia!

Yo no comeré de ellas, no,

pues esas basuras son para mí un espanto y una repugnancia

¡Y no ofrendas para mi Espíritu!…

¡Que nunca sea tentado!

¡Que no las toque con mis manos!

¡Que no las hollé con mis sandalias!

—Entonces ¿de qué vivirás?

—Veo a los dioses llegar hacia mí.

Traen los Siete Panes que me son asignados,

aquellos que me harán vivir,

los mismos que en otra época le fueran llevados a Horus y a Thoth…

«¿Qué quieres comer?», interrogan los dioses.

Yo respondo: «¡Ojalá pueda comer bajo el Árbol sagrado

de Hathor, mi diosa!» ¡Ojalá llegue mi hora

entre esos Espíritus que, revoloteando,

bajan sobre las ofrendas!

¡Ojalá me sean asignados los Campos de Djedu!

¡Ojalá puedan prosperar en Heliópolis!

¿Mi alimento? Son los panes hechos con Trigo Blanco.

¿Mi bebida? La cerveza extraída del Trigo Rojo[75].

¡Oh guardianes de mi Puerta,

que me sean traídas aquí las Formas de mi padre y de mi madre!»

He aquí que por el Verbo de Poder de mi Boca

fuerzo mi camino, ensancho mi sendero

y permanezco allí donde aguarada a mi corazón