Conjuro XIX

LA CORONA DE LA VICTORIA[41]

Tum preparó para poner en tu frente

una corona de Victoria;

para que, fiel a los dioses Puedas vivir eternamente;

porque Osiris, Señor de la Región de los Muertos,

hace que triunfes sobre tus enemigos;

keb te ha elegido como su legatario universal.

Ven, pues, y canta la gloria de Horus,

hijo de Isis y de Osiris,

que hace que asciendas por sobre el Trono de Ra, tu Padre divino.

Y te otorga el poder sobre las Dos Tierras.

Tum también lo ha resuelto,

y esta orden ha sido ejecutada por la Jerarquía divina de su séquito,

pues todo el poder de Horus, hijo de Isis y de Osiris,

ha surgido de la Victoria…

Del mismo modo que yo seré victorioso, sí por siempre…

Al triunfo de Horus, hijo de Isis y Osiris,

asisten todas las Regiones, todos los dioses y todas las diosas,

las del Cielo y las de la Tierra.

Este triunfo conseguido ante Osiris era indispensable

para que lograse yo

triunfar sobre mis enemigos

el día en que Horus consigue vencer

a Seth y sus demonios,

yo, difunto, triunfo sobre mis enemigos,

en la noche de la Fiesta en que el Dios Djed

es ascendido en Djedu;

ante las divinidades que moran sobre las Vías de la Muerte…

Esto acontece en la Noche de los Misterios de Letópolis,

ante los poderosos Seres de Pe y de Dep,

la Noche en que Horus se constituye en Heredero,

la Noche de la Palabra pesada ante los Grandes Jueces,

la Noche en que Horus toma posesión del lugar de Nacimiento de los dioses;

la Noche en que Isis, yacente,

vela y llora a su Hermano bienamado[42],

la Noche en que Osiris triunfa sobre sus enemigos…

Es aquí que Horus pronuncia cuatro veces

las palabras de Potencia;

y sus adversarios yacen aplastados ya por tierra.

Yo, difunto, digo iguales Palabras

cuatro veces. ¡Ojalá mis adversarios

sean abatidos y destrozados!

He aquí que Horus, hijo de Isis y Osiris,

es alabado en millones de fiestas,

en tanto sus enemigos entregados

a la gran Destrucción del Abismo y la Nada…

¡Nunca podrán evadir La terrible vigilancia de Keb[43]!

RÚBRICA

Este conjuro se recitará sobre una corona debidamente consagrada y colocada sobre el rostro del muerto; en este tiempo el celebrante, pronunciando el nombre del difunto, arrojará incienso sobre el fuego. Esto asegurará la victoria del muerto sobre sus enemigos durante el «pasaje» hacia la muerte; y cuan­do sienta su resurrección, se hallará en las proximidades de Osiris; y allí, mientras contempla la figura del Dios, surgirán dos brazos ante él, llevando uno pan, el otro la bebida consagrada…

Recitar este conjuro al alba, dos veces seguidas. Este texto es de un poder infalible.