Conjuro I

En los Conjuros que aquí comienzan[1],

se narra la Salida del Alma

hacia la plena Luz del Día,

su Resurrección en el Espíritu,

su entrada y sus viajes en las regiones del Más Allá.

Son éstas las palabras que deben pronunciarse

el día de la Sepultura,

cuando el Alma, separada del Cuerpo,

ingresa en el mundo del Más Allá.

¡Salve, oh Osiris, Toro del Amenti![2]

¡He aquí que Thoth, Príncipe de la Eternidad,

habla por mi boca!

Ciertamente, ¡soy el gran Dios

que acompaña a la Barca celeste en su navegación!

Vengo ahora para luchar junto a ti. ¡Oh Osiris!

Porque soy una de esas antiguas divinidades

que hacen triunfar a Osiris frente a sus enemigos

en la Pesada de las Palabras[3]

¡Oh Osiris! estoy ahora en lo que te rodea,

como los otros dioses, nacidos de la diosa Nut;

ellos destruyen a tus enemigos y aprisionan a los demonios.

Pues yo integro tu séquito, ¡Oh Horas!

En tu Nombre, yo salgo al combate.

Soy Thoth, que hace triunfar a Osiris frente a sus enemigos,

cuando son pesadas las palabras en el gran Santuario de Heliópolis.

Ciertamente, soy Djedi, hijo de Djedi[4].

Nut, mi madre, me gestó y trajo al Mundo

en la ciudad de Djedu.

Yo soy de los que gimen y lloran por Osiris

en las tierras de Rekht

y logran que Osiris triunfe sobre sus enemigos.

Ra ha enviado a Thoth para que Osiris triunfe

sobre sus enemigos.

He aquí que Thoth me hace triunfar, a mí,

sobre sus enemigos.

Yo estoy junto a Horus

el día en que la momia real de Osiris es vestida

y hago brotar los manantiales del agua

para purificar «El Ser-Divino-del-Corazón-Detenido»[5].

He aquí que deslizo el cerrojo de la Puerta

que se abre ante los misterios del Mundo Inferior[6].

¡Abrid la Vía a mi Alma hacia la morada de Osiris!

¡Que pueda acceder a ella con seguridad!

¡Que salga de ella en paz!

¡Que no sea repelida a la entrada E impulsada a retroceder!

¡Que le permitan entrar y salir a su voluntad

y que la Palabra de la Potencia sea triunfadora!

¡Que sus mandatos sean cumplidos en la morada de Osiris!

¡Oh, Espíritus divinos, observad!

Mi Alma marcha a vuestro lado.

Ella os habla: está también purificada como vosotros,

pues la balanza del Juicio se ha declarado a su favor.

*

* *

¡Que el veredicto de los Jueces que me concierne

no circule en boca de multitudes!

¡Que sea reconocida como justa y pura

mi forma de obrar en la tierra!

¡Que pueda estar erguido, jubiloso, ante Osiris

y que pueda aparecer delante de ti,

oh Príncipe de los dioses!

¡He aquí que arribo a la región de la Verdad-Justicia

y que soy coronado como divinidad viviente!

Que emane la Luz, oh dioses, como uno de vosotros!

¡Que pueda pisar con mis pies

el sol sagrado de Her-Ahau

y contemplar en su pareja travesía por el Cielo

a la Barca sagrada de Seket!

¡Que no sea rechazado

ni impedido de contemplar vuestros rostros,

oh dioses del Mundo Inferior!

Que colocado al mismo nivel que los otros dioses,

pueda respirar el agradable olor de los alimentos,

cuando el sacerdote

invoque a los dioses ante mi ataúd

estoy en la ciudad de Sekhem[7] Junto a Horus,

cuando éste arranque a los enemigos

el brazo izquierdo de Osiris[8].

Entro y paso, ileso, entre las divinidades resplandecientes

el día en que son aniquilados los demonios de Sekhem.

Acompaño a Horus a las fiestas de Osiris.

En el templo de Heliópolis hago ofrendas

el sexto día de la fiesta de Denit.

Ahora, soy sacerdote en Djedu, a cargo de las libaciones.

Y éste es el día en que la Tierra está en culminación.

Y he aquí que en mi presencia se realizan los misterios de Re-stau…

En Djedu, pronuncio las fórmulas consagradas a Osiris.

Pues, sacerdote de difuntos, me ocupo de ellos.

Soy, igualmente, el gran Amo de la sabiduría mágica,

cuando se coloca sobre los trineos

el barco del dios Sokari[9].

Cuando en las ceremonias en Herakleópolis,

hay que perforar la tierra, recibo una azada.

¡Oh, Espíritus divinos, que hacéis ingresar a las Almas perfectas

en la sagrada morada de Osiris,

¡Dejadme marchar a vuestro lado, a mí, alma perfecta!

¡Dejadme penetrar en el santuario de Osiris!

¡Que escuche como vosotros escucháis,

que vea como vosotros veis,

quede de pie o sentado, como vosotros, a mi voluntad!

¡Oh vosotros que ofrendáis a las Almas perfectas

en la mansión sagrada de Osiris,

entregad dones consagrados para que mi Alma viva!

¡Oh vosotros Espíritus divinos, que libráis de obstáculos la Vía,

y delante de las ofrendas que me son destinadas.

¡Que pueda aproximarme al barco Neshem

sin que mi alma ni su Amo

sean rechazados!

¡Salve, oh Osiris, Señor de Amenti!

¡Déjame penetrar en paz en tu Reino!

¡Que los Señores de la Tierra Santa

me reciban con gritos de alegría!

¡Que me otorguen un lugar junto a ellos!

¡Que encuentre a Isis y Neftis en el momento propicio!

¡Que el Ser-Bueno me reciba con favor!

¡Que acompañe a Horus al Mundo del Re-stau

y a Osiris a Djedu!

¡Que pueda pasar por todas las Metamorfosis posibles

y por todas las Regiones del Más Allá,

de acuerdo con los placeres de mi corazón!

RÚBRICA[10]

Si durante su vida en la Tierra el muerto ha aprendido este conjuro y lo ha hecho escribir en las paredes de su sarcófago, podrá salir o entrar en su Mansión a voluntad, sin encontrar a nadie que pueda oponérsele. También estarán a disposición suya pan, cerveza y carne, el altar de Ra; vivirá en los campos Sekht-Iarú y compartirá con él las cosechas de trigo y cebada; y allá lejos será fuerte y venturoso como lo fue en la Tierra…