[1] Tito Livio, XXXIX, 40, 5. <<

[2] Recuérdese el planteamiento de Maquiavelo en El príncipe, 25: «No existe hombre tan prudente que sepa adaptarse hasta este punto [hasta el punto de ser precavido o impetuoso según lo requiera “la condición de los tiempos”]: en primer lugar porque no puede desviarse de aquello a lo que le inclina su propia naturaleza y en segundo lugar porque al haber prosperado siempre caminando por un único camino no se puede persuadir de la conveniencia de alejarse de él… Si se cambiase la naturaleza de acuerdo con los tiempos y las cosas nunca cambiaría la fortuna» (trad. M. A. Granada, Madrid, 1981; cfr. también Discursos sobre la primera década de Tito Livio, III, 9). <<

[3] Es el tema del capítulo I, 8. <<

[4] Séneca, Cartas a Lucilio, 56, 9. <<

[5] (b) En comparación con el fruto y la reforma esenciales que persigue, concede poca importancia al estudio que se dedica a llenar y a amueblar la memoria mediante la capacidad ajena. <<

[6] Cicerón, Tusculanas, V, 38, 111. <<

[7] Cfr. Aristóteles, Ética a Nicómaco, X, 7, 1177 a 21-22; X, 8, 1178b 3-5. <<

[8] Aristóteles, Ética a Nicómaco, X, 8, 1178b 22-28. <<

[9] (b) sin gravedad ni gracia <<

[10] Cfr. Jenofonte, Recuerdos de Sócrates, I, 3, 3; IV, 3, 16. <<

[11] Montaigne alude con toda probabilidad a su amigo Étienne de La Boétie, fallecido en 1563 (véase el capítulo I, 27). <<

[12] Con La Boétie. <<

[13] Plutarco, La abundancia de amigos, 2, 93e (en referencia a la verdadera amistad, sólo posible entre dos personas). <<

[14] Platón, Leyes, VI, 777e - 778a (Platón se refiere a los esclavos). <<

[15] Cfr. la página final de I, 3, donde Montaigne afirma que «el dominio popular… me parece el más natural y equitativo». Cfr. también Diario de viaje (19 de junio de 1581, en Bagni della Villa): «En las naciones libres la diferencia de grados entre personas no es como en las otras; y hasta los más modestos tienen no sé qué de señorial en sus maneras». <<

[16] Horacio, Odas, III, 19, 3-8. <<

[17] Plutarco, El refrenamiento de la ira, 10, 458e; cfr. idem, Antiguas costumbres de los espartanos, 16, 238b. <<

[18] El motivo de las alas del alma, que en Platón está vinculado con el furor amoroso (cfr. Fedro, 246a-d, 251b-d), goza de una amplísima difusión en el siglo XVI. Es interesante, por otra parte, que, unos años después, Francis Bacon asuma la fórmula de Montaigne para caracterizar su propio proyecto epistemológico: «No hay que añadir plumas al entendimiento humano, sino más bien plomo y pesos para impedir todo salto y vuelo» (La gran restauración, «Aforismos», I, 104, trad. M. A. Granada, Madrid, 1985). <<

[19] Juvenal, VI, 189-191 (Montaigne sustituye el original «graece», en griego, por «docte», ‘doctamente’). <<

[20] Montaigne conoció a mujeres tan doctas como Margarita de Valois, a la que, al parecer, dedicó su «Apología de Ramón Sibiuda». <<

[21] Séneca, Cartas a Lucilio, 115, 2. <<

[22] Montaigne se refiere, seguramente, a la astrología judiciaria, es decir, adivinatoria, muy en boga en su tiempo, por ejemplo en la corte de Catalina de Médicis. <<

[23] En el original, «un nenny» (recuerdo de un célebre epigrama de Marot, titulado «De ouy et nenny»). <<

[24] Véase el capítulo «La soledad» (I, 38). <<

[25] Cfr. Cicerón, Los deberes, III, 1, 1: «[Escipión el Africano] solía decir que nunca estaba menos ocioso que cuando estaba ocioso, ni menos solo que cuando estaba solo» (trad. J. Guillén Caballero, Madrid, 1989; la sentencia aparece de nuevo en Cicerón, La república, I, 17, 27). Véase también, por ejemplo, Séneca, El ocio, 4, 1-2; Cartas a Lucilio, 68, 2. <<

[26] Es decir, en el palacio real. <<

[27] Aquí «familia» tiene el sentido amplio del conjunto de personas que vive y trabaja en una casa. <<

[28] Véase también el inicio de «El arte de la discusión» (III, 8). <<

[29] Se trata de un término jurídico relativo a las herencias. <<

[30] Cfr. Plutarco, Dión, 1, 4. <<

[31] Cicerón, Paradojas de los estoicos, V, 2, 38 (en referencia a objetos preciosos). <<

[32] Sobre la amistad con mujeres, véase también I, 27. <<

[33] Ovidio, Tristes, I, 1, 83-84. <<

[34] (c1) por su edad o por su risa <<

[35] Cfr. Estrabón, XV, 1, 62 y Alejandro de Alejandro, Geniales dies, I, 24. <<

[36] Tácito, Anales, XIII, 45. <<

[37] Cfr. Platón, Fedro, 231a - 234c. <<

[38] Cfr. idem, Banquete, 180d, donde Pausanias afirma que no hay Afrodita sin Eros. <<

[39] Cfr., en ibidem, 180d y ss., la distinción entre Afrodita Urania (celeste) y Afrodita Pandemia (vulgar), y entre las dos formas de Eros correspondientes. El neoplatonismo renacentista difunde ampliamente este tema; cfr. Marsilio Ficino, Comentario al Banquete de Platón, II, 7; VI, 7. <<

[40] Montaigne se ha referido ya a la existencia de la «simpatía» entre los animales en una página del bestiario de la «Apología» (II, 12). <<

[41] Tácito, Anales VI, 1 (Tácito subraya, sin embargo, la perversidad sexual de Tiberio, que prefería el candor infantil y el linaje noble a la belleza física). <<

[42] Antonio de Guevara, Epístolas familiares, 63. <<

[43] El Gran Señor es el sultán turco. Cfr. Guillaume Postel, La tierce partie des Orientales histoires, 1560, p. 3. <<

[44] Montaigne se refiere a Jacobo I de Nápoles (1370-1438), de la familia Borbón, que en 1435 se retiró a un convento en Besangon; cfr. Olivier de la Marche, Mémoires, I, 1. <<

[45] (c1) Mi espíritu no avanza si las piernas no lo mueven. <<

[46] Montaigne se refiere a la biblioteca. <<

[47] El nombre de Montaigne, es decir, montaña. <<

[48] Lugar paralelo al célebre pasaje sobre la «trastienda del todo nuestra, del todo libre» de que Montaigne habla en I, 38. <<

[49] Séneca, Consolación a Polibio, 6, 4. <<

[50] Cfr. el capítulo I, 3 (a propósito del emperador Maximiliano). <<

[51] Probable alusión a la orden de los fulienses (cfr. I, 36). <<

[52] Marsilio Ficino, en sus célebres Tres libros sobre la vida (I, 4), advierte de manera particular sobre el riesgo de que los estudiosos caigan en la melancolía. <<