[1] Pero la idea está ya en Solón y en Hipócrates; cfr., por ejemplo, Filón de Alejandría, La creación del mundo, 103-105. <<
[2] Plutarco, Demóstenes, 13, 3 (pero Plutarco contrapone la lealtad de Demóstenes a la demagogia oportunista de Demades, que, por lo demás, se habría declarado siempre fiel al interés público, no a la verdad). <<
[3] Pascal parafrasea este pasaje al evocar la «cualidad universal» que caracterizaría al honnête homme (Pensées, Lafuma, 647). <<
[4] (b-c1) y sin arte [Variante c1 tachada: «y filosofar sin Aristóteles»]. <<
[5] Tras la muerte de La Boétie, pues, como dice un pasaje del capítulo III, 9 (en la edición de 1588), «sólo él gozaba de mi verdadera imagen, y se la llevó. Por eso me descifro a mí mismo con tanto esmero». <<
[6] Cfr. Cicerón, La vejez, 9, 30-10, 31. <<
[7] Véase también, por ejemplo, el inicio de II, 3. <<
[8] Es decir, quienes defienden el llamado intelectualismo moral (véase el inicio de II, 12). <<
[9] Séneca, Cartas a Lucilio, 81, 22. <<
[10] Plutarco, La paz del alma, 19, 476e-477a. <<
[11] Séneca, Cartas a Lucilio, 39, 6. <<
[12] Cfr. Cicerón, La amistad, 13, 44; 24, 88. El tema aparece también en I, 27 y III, 8. <<
[13] Idem, Tusculanas, II, 26, 63. <<
[14] Idem, La naturaleza de los dioses, III, 35, 85. <<
[15] Lo dice Platón (según Plutarco, La tardanza de la divinidad en castigar, 9, 553f; cfr. Platón, Leyes, V, 728c). Pero Montaigne, que se ha referido ya a esta idea en el capítulo II, 5, aquí parece polemizar con Justo Lipsio, La constancia, II, 14. <<
[16] Horacio, Odas, IV, 10, 7-8. <<
[17] Idem, Banquete de los siete sabios, 12, 155d. <<
[18] Idem, Consejos políticos, 4, 800e-f. <<
[19] ldem, Agesilao, 14, 2. <<
[20] Cfr. idem, Pericles, 7, 6. <<
[21] Cfr. Mateo 13, 57. <<
[22] La primera edición de Los ensayos (1580), en Simón Millanges (Burdeos), corrió, al menos en parte, a cargo del propio autor. No así la de 1588 (Langelier, París). <<
[23] Cfr. Aristóteles, Ética a Nicómaco, X, 7, 1177b 4 y ss. (Aristóteles contrapone la actividad política y militar a la contemplación filosófica). <<
[24] Cfr. Cicerón, Los deberes, II, 12, 43; Jenofonte, Recuerdos de Sócrates, I, 7, 1; II, 6, 39. <<
[25] Erasmo (1469-1536) es, como se sabe, el autor de célebres compilaciones de adagios y de apotegmas. <<
[26] Cfr. Lucrecio, III, 307-310. <<
[27] Lucano, IV, 237-142. <<
[28] Véase I, 25, hacia el final. <<
[29] (b-c1) ni para escribir <<
[30] Por ejemplo, de Alejandro, que utilizaba la lengua macedonia en momentos de gran emoción (Plutarco, Alejandro, 51, 6). <<
[31] Montaigne parece referirse a los partidarios de la Reforma. <<
[32] (c1) externas arbitrarias <<
[33] Cfr. Ronsard, «Continuation du discours des misères de ce temps a la royne», 259-270 (es un escrito de polémica antiprotestante, de 1562): «Mostradme a alguien que haya cambiado de vida / tras haber seguido vuestra hermosa locura…» (en este punto, Ronsard se funda, seguramente, en Erasmo, Contra quosdam qui se falso iactant euangelicos, 1529). Ahora bien, si Montaigne se refiere a los protestantes, la alusión al «mérito» de las «reformas externas» es un tanto extemporánea, quizá provocativa, porque éstos no conceden ningún mérito a las obras puramente humanas. <<
[34] Cfr. el capítulo anterior. <<
[35] Quizá en el momento de la confesión, o bien una vez al año, por Semana Santa, o bien en la hora de la muerte. <<
[36] Séneca, Cartas a Lucilio, 94, 42; cfr. Plutarco, La superstición, 9, 169e; La desaparición de los oráculos, 7, 413b. <<
[37] (c1) la suya <<
[38] Los reformadores de que se ha hablado más arriba. <<
[39] (c1) nos prohíben afligirnos y disgustarnos [Plutarco, La paz del alma, 7, 468d]. <<
[40] Cfr. de nuevo Ronsard, «Continuation du discours des misères de ce temps a la royne», 259-270: «[Veo a algunos seguidores, / de la Reforma] que están más tristes, más sombríos y más pálidos que antes, / como Orestes agitados por furores infernales. / Pero no he visto a ninguno que, de audaz, se haya hecho más humilde, más afable, ni más benevolente… y ninguno ha cambiado / el vicio que antes le oprimía». <<
[41] Véase sobre este tema el capítulo «Las oraciones» (I, 56), y diversas alusiones en el Diario de viaje, por ejemplo a propósito de la Roma papal: «La pompa de Roma y su principal grandeza residen en la apariencia de devoción» (Semana Santa de 1581), y de Loreto: «Hay allí más apariencia de religión que en ningún otro lugar que yo haya visto» (abril 1581). Véase también un pasaje decisivo, crítico contra la Reforma, hacia el final del capítulo III, 12: «La práctica nos muestra una enorme diferencia entre la devoción y la conciencia». <<
[42] Dios escruta los corazones y los riñones humanos; cfr., por ejemplo, Salmos 7, 10; Jeremías 11, 20; Romanos 8, 27; Apocalipsis 2, 23. <<
[43] Plutarco, Máximas de reyes y generales, 188d-e; Foción, 23, 6. <<
[44] (c1) muy pocos <<
[45] Véase un pasaje hasta cierto punto paralelo en Marco Aurelio, V, 8 ad finem. Montaigne realiza otra declaración de fatalismo estoico en las páginas finales del capítulo II, 37. <<
[46] Se trata de Sófocles (cfr. Platón, República, I, 329b-c; Cicerón, La vejez, 14, 47; Plutarco, El amor a la riqueza, 5, 525a; La imposibilidad de vivir placenteramente según Epicuro, 12, 1094e). <<
[47] Quintiliano, V, 12, 19 (en referencia a la emasculación). <<
[48] Séneca, La ira, I, 12, 6. <<
[49] Diógenes Laercio, VI, 5. <<
[50] Cfr. Lucrecio, III, 445-446. <<
[51] Cfr. Jenofonte, Recuerdos de Sócrates, IV, 8, 1; Apología de Sócrates, 6; 8. <<