[1] Quizá Montaigne piensa en Julio César Escalígero (1484-1558), mencionado en III, 13, que, en Poetices, V, 3 (1561), entroniza a Virgilio como poeta canónico en detrimento de Homero. <<

[2] A Virgilio, puesto que Montaigne no dominaba la lengua griega. <<

[3] Propercio, II, 34, 79-80. <<

[4] Cfr. Séneca, Cartas a Lucilio, 88, 5. <<

[5] Horacio, Cartas, I, 2, 3-4. <<

[6] Ovidio, Amores, III, 9, 25-26. <<

[7] Lucrecio, III, 1037-1038. <<

[8] Manilio, II, 8-11. <<

[9] La frase es de Veleyo Paterculo, Historia romana, I, 5, 2. <<

[10] Cfr. Aristóteles, Retórica, III, 11, 1411b 32-14128 9; citado en Plutarco, Sobre por qué la Pitia no profetiza ahora en verso, 8, 398a. <<

[11] Plutarco, Alejandro, 26, 1-2; 8, 2. <<

[12] Idem, Máximas de espartanos, 223a. <<

[13] Idem, La charlatanería, 5, 504d. <<

[14] Idem, Alcibíades, 7, 1; Máximas de reyes y generales, 186e. <<

[15] Idem, Máximas de reyes y generales, 175b. <<

[16] Cicerón, Tusculanas, I, 32, 79. <<

[17] Por ejemplo, la misma Francia (véase La Franciade de Ronsard). <<

[18] Cfr. 1. Gentillet, Anti-Machiavel, III, 1. <<

[19] Es traducción latina de un original griego anónimo. Cfr. Aulo Gelio, Noches áticas, III, 11, 6. <<

[20] Lucano, I, 149-150. <<

[21] Plutarco, Alejandro, 11, 10-12. <<

[22] Ibidem, 52, 3. <<

[23] Ibidem, 72, 3. <<

[24] Ibidem, 37, 3. <<

[25] Ibidem, 59, 6-7. <<

[26] Ibidem, 72, 4. <<

[27] Ibidem, 50-52, 2. <<

[28] Quinto Curcio, X, 5, 26. <<

[29] Plutarco, Alejandro, 62, 7; Alejandro habría hecho fabricar y esparcir utensilios de tamaño excepcional para excusar su renuncia a cruzar el Ganges. <<

[30] Idem, Flaminino, 21, 4; Tito Livio, 35, 14. <<

[31] (a-b) pues se afirma, entre otras cosas, que su sudor producía un olor muy dulce y suave [Cfr. «Los olores», I, 55]. <<

[32] Virgilio, Eneida, VIII, 589-591. <<

[33] G. Postel, La République des Turcs, París, 1575, II, p. 131. <<

[34] Virgilio, Eneida, XII, 521-525. <<

[35] Véase II, 16 al inicio. <<

[36] Diodoro de Sicilia, XV, 39, 2; XV, 88, 1-3; cfr. Cicerón, Tusculanas, I, 2, 4; El orador, III, 34, 139. <<

[37] Plutarco, Cómo se debe escuchar, 3, 39b; El demon de Sócrates, 23, 592f. <<

[38] Cfr. Diodoro, XV, 39, 1-2; Cicerón, Los deberes, I, 44, 155. <<

[39] Cornelio Nepote, Epaminondas, XV, 5, 1. <<

[40] Cfr. Diodoro, XV, 88, 3. <<

[41] Cfr. Plutarco, El demon de Sócrates, 14-15, 583d-585d. <<

[42] Plutarco dedicó, en efecto, unas Vidas paralelas a Epaminondas y a Escipión el Africano (¿el segundo?), probablemente las primeras en el orden original, hoy perdidas. Se encuentra otra referencia admirativa a Escipión Emiliano al final de II, 33. <<

[43] Plutarco, Coriolano, 4, 6; Máximas de reyes y generales, 193a; Si el anciano debe intervenir en política, 6, 786d; La imposibilidad de vivir placenteramente según Epicuro, 16, 1098a-b. <<

[44] Idem, El demon de Sócrates, 3, 576e-f; 25, 594b-c. <<

[45] El tema aparece de nuevo en III, 1. <<

[46] Diodoro de Sicilia, XV, 72, 1-3. <<

[47] Ibidem, 79, 2; 88, 4. <<