[1] (a-b) de la sacrosanta voluntad divina <<
[2] Plutarco, Máximas de espartanos, 219f. <<
[3] Ibidem, 216c. <<
[4] Ibidem, 234b-c; cfr. Séneca, Cartas a Lucilio, 77, 14. <<
[5] Plutarco, Máximas de espartanos, 235b-c. <<
[6] Cicerón, Tusculanas, V, 14, 42. <<
[7] Séneca, Cartas a Lucilio, 70, 4. <<
[8] Cfr. Plinio, II, 7. <<
[9] Séneca, Cartas a Lucilio, 70, 24; 70, 15. <<
[10] Ibidem, 70, 14. <<
[11] Tácito, Anales, XIII, 56, 1. <<
[12] Séneca, Cartas a Lucilio, 70, 15. <<
[13] Ibidem, 70, 21. <<
[14] Idem, Fenicias, I, 151-153. <<
[15] Cfr. idem, Cartas a Lucilio, 78, 5. <<
[16] Ibidem, 70, 3. <<
[17] Ibidem, 70, 5. <<
[18] Ibidem, 70, 11. <<
[19] Cfr. ibidem, 69, 6; 77, 4; 70, 12-13. <<
[20] Ibidem, 70, 12-13. <<
[21] Cfr. ibidem, 77, 15. <<
[22] Es decir, sobre la vena mediana de la articulación del codo, la que se utilizaba para las sangrías. Cfr. ibidem, 70, 16. <<
[23] Plinio, XXV, 7, 24. <<
[24] cfr. Séneca, Cartas a Lucilio, 58, 36. <<
[25] Cicerón, El bien y el mal supremos, III, 18, 60-61. <<
[26] Diógenes Laercio, II, 94. <<
[27] Idem, IV, 3. <<
[28] (a-b) Pues, además de la autoridad, que, al prohibir el homicidio, incluye el homicidio de uno mismo, otros filósofos sostienen [Cfr. san Agustín, Ciudad de Dios, I, 20, a propósito del precepto de la Ley «No matarás»]. <<
[29] Juan Luis Vives, «Comentario» a san Agustín, Ciudad de Dios, 1, 22; cfr. Platón, Fedón, 62b; Cicerón, La vejez, 20, 73; República, VI, 15, 15. <<
[30] Cfr. Aristóteles, Ética a Nicómaco, V, II, 1138a 12-15. <<
[31] (c1) en éste y en el otro mundo [Cfr. Juan Luis Vives, «Comentario» a san Agustín, Ciudad de Dios, I, 22]. <<
[32] Virgilio, Eneida, VI, 434-436, citado en san Agustín, Ciudad de Dios, I, 19, 2. <<
[33] San Agustín, Ciudad de Dios, I, 24. <<
[34] Horacio, Odas, IV, 4, 57-60. <<
[35] Séneca, Fenicias, I, 190-192. <<
[36] Marcial, XI, 56, 15-16. <<
[37] Horacio, Odas, III, 3, 7-8. Ésta era, al parecer, la divisa del canciller Michel de L’Hospital. <<
[38] Marcial, II, 80, 2. <<
[39] Lucano, VIII, 104-107. <<
[40] Lucrecio, III, 79-82. En su ejemplar del De rerum natura, Montaigne anota junto a estos versos: «Non liquet», es decir, «No está probado». <<
[41] Platón, Leyes, IX, 873c-d. <<
[42] Lucrecio, III, 862-864. <<
[43] Cfr. Diógenes Laercio, VII, 130 (el concepto es estoico). <<
[44] Séneca, Cartas a Lucilio, 77, 4. <<
[45] En las primeras páginas del capítulo I, 40. <<
[46] Plutarco, Virtudes de mujeres, II, 249b-c; Aulo Gelio, XV, 10. <<
[47] Plutarco, Cleómenes, 31, 3-12; 37, 12-16. <<
[48] Versos atribuidos a Pentadio, tomados de Justo Lipsio, Saturnales sermones, II, 22. <<
[49] Séneca, Cartas a Lucilio, 70, 6-7; Séneca juzga poco viril la sentencia citada (que corresponde al rodio Telésforo). <<
[50] Flavio Josefo, Autobiografía, 28. <<
[51] En esta batalla, que se libró en abril de 1544, los franceses, bajo el mando de Enghien, vencieron a los imperiales. <<
[52] Séneca, Cartas a Lucilio, 13, 11. <<
[53] Virgilio, Eneida, XI, 425-427. <<
[54] (a-b) la segunda, el dolor de estómago; la tercera, el dolor de cabeza [Plinio, XXV, 7, 23; no se olvide que Montaigne padeció precisamente cálculos nefríticos, a partir de 1578 (véase II, 37)]. <<
[55] Séneca, Cartas a Lucilio, 58, 35-36. <<
[56] Cfr. ibidem, 70, 11. <<
[57] Tito Livio, XXXVII, 46. <<
[58] Idem, XLV, 26, 5-9. <<
[59] Gozzo es una isla cercana a Malta que fue conquistada en 1552 por Solimán el Magnífico; cfr. Guillaume Paradin, Continuatiori de l’histoire de notre temps, París, 1575, f. 99. <<
[60] Flavio Josefo, Antigüedades judías, XII, 5, 4. <<
[61] Cfr. Séneca, Cartas, 70, 10 (en realidad, según Séneca, Escribonia intentó disuadir a su sobrino de la idea de suicidarse). <<
[62] 2 Macabeos 14, 37-46. Se trata de un ejemplo bíblico (para los católicos, pues los protestantes rechazan el carácter canónico de este libro) de difícil encaje en la doctrina cristiana sobre el suicidio (cfr. santo Tomás, Suma teológica, II-III, q. 64, 5, que lo presenta como objeción). <<
[63] Cfr. san Agustín, Ciudad de Dios, I, 16; 18; y, sobre todo, 25; san Agustín, por el contrario, rebate que deba cometerse un pecado —el suicidio— para evitar otro —el riesgo de consentir la lujuria. <<
[64] Ibidem, I, 26 (con el «Comentario» de Juan Luis Vives); san Agustín justifica el hecho, contradictorio con su doctrina, por la posible existencia de un expreso mandato divino. <<
[65] Henri Estienne, Apologie pour Hérodote, XV, 22. <<
[66] Por un célebre epigrama del poeta protestante, pero licencioso en su juventud, Clément Marot (1496-1544), el titulado «D’ouy et nenny» (I, 69). <<
[67] Tácito, Anales, VI, 48. <<
[68] Ibidem, XV, 71. <<
[69] Heródoto, I, 213. <<
[70] Idem, VII, 107. <<
[71] Jerónimo Osorio, Historia de Portugal, IX, 27. <<
[72] Tácito, Anales, VI, 29. <<
[73] Ibidem, 26. <<
[74] Plutarco, La charlatanería, II, 508a-b. <<
[75] Tito Livio, XXVI, 13-14. <<
[76] Ibidem, 15. <<
[77] Quinto Curcio, IX, 4. <<
[78] Tito Livio, XXVIII, 22-23. <<
[79] Idem, XXXI, 17-18. <<
[80] Tácito, Anales, VI, 29. <<
[81] Filipenses 1, 23, y cfr. Romanos 7, 24: «¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?» (trad. Nácar-Colunga). <<
[82] Cicerón, Tusculanas, I, 34, 84; san Agustín, Ciudad de Dios, I, 22 (con el «Comentario» de Vives). Montaigne asocia de nuevo los dos ejemplos, el de san Pablo y el del fervoroso platónico, en las primeras páginas de II, 12, allí para argumentar el poco vigor de la fe de la mayoría de cristianos. <<
[83] Jean de Joinville, Histoire de Saint Louis, 77. <<
[84] Juan González de Mendoza, Historia del gran reino de la China, III, 25 (se alude al reino de Tutucurín, cerca de Ceilán). <<
[85] Valerio Máximo, II, 6, 7. <<
[86] Valerio Máximo, que formaba parte del séquito de Sexto Pompeyo. <<
[87] Valerio Máximo, II, 6, 8. Castiglione alude brevemente a este ejemplo en El cortesano, III, 24. <<
[88] Plinio, IV, 12. <<
[89] (c1) insoportable <<