[1] Suetonio, Vespasiano, 24. <<

[2] Cfr. Esparciano, Elio Vero (en Historia Augusta), 6, 10. <<

[3] Cfr. Justo Lipsio, Políticas, V, 14, que plantea la duda entre las dos opciones (apoyándose en Tácito, Historias, II, 33, 2). Véase también Maquiavelo, Discursos sobre la primera década de Tito Livio, I, 30, decidido partidario de que los príncipes dirijan personalmente sus campañas militares. Montaigne puede tener presente el contraste entre el sedentarismo de Felipe II (a partir de 1559) y el estilo activista de su padre, Carlos V. <<

[4] Montaigne se refiere sin duda a Enrique de Navarra, convertido ya, o a punto de convertirse, en Enrique IV de Francia. <<

[5] René de Lucinge, De la naissance, durée et chute des Etats (1588), I, 13. <<

[6] Cfr. Ibidem, I, 1; I, 13. <<

[7] El ejemplo, extraído de Froissart, I, 123, es citado por I. Gentillet, Anti-Machiavel, I, 1. <<

[8] De las Indias orientales y de las occidentales (América). <<

[9] Cfr. Jenofonte, Ciropedia, I, 2, 16. <<

[10] Cfr. J. Zonaras, Juliano, ad finem. <<

[11] Séneca, Cartas a Lucilio, 88, 19. <<

[12] Tito Livio, II, 45, 14. <<

[13] J. Osorio, Historia de Portugal, V, 7. <<

[14] Diodoro de Sicilia, XVI, 16, 3. <<

[15] La batalla de Alcazarquivir (Qsar el Kebir), librada el 4 de agosto de 1578, en la que perdieron la vida Muley Abdelmelec (el Moley Moluc de Montaigne), su sobrino Muley Mahumet, que había usurpado el reino de Fez y de Marruecos, y Sebastián I, joven rey de Portugal imbuido de afanes de Cruzada. El trono de Portugal, extinguida su dinastía, pasó en 1580 a manos de Felipe II. A partir de entonces surge el sebastianismo, es decir, la esperanza mesiánica en un retorno liberador del rey, al que muchos creían vivo. <<

[16] (c1) otra segura <<

[17] Tito Livio, XXIV, 39, 5. <<

[18] Parece que Montaigne sigue a Ieronimo de Franchi, Dell’unione del regno di Portogallo alla corona di Castiglia, Génova, 1585, f. 35 y ss. <<

[19] (c1) en la cabeza y <<

[20] Véase Plutarco, Catón el Joven, 68-70; cfr. el capítulo I, 44. <<