[1] Virgilio, Eneida, III, 72. Es la célebre ilusión del barco, que, por ejemplo, le sirve a Copérnico para ilustrar la posibilidad de la rotación de la Tierra en lugar del giro del cielo (De revolutionibus, I). Cfr. Lucrecio, IV, 389-390. <<

[2] B. Castiglione, El cortesano, II, 1; cfr. Horacio, Arte poética, 173-174. <<

[3] Lucrecio, II, 1164, 1166-1167 y 1170. <<

[4] Séneca el Rétor, Suasorios, I, 4. <<

[5] Es decir, al simple nudo que sujeta el alma al cuerpo. <<

[6] Lucano, V, 579-581 y 583-584. <<

[7] Ibidem, 653-656. <<

[8] Plutarco, César, 69, 4-5 (Plutarco menciona también, en este mismo pasaje, la aparición de un cometa, el famoso Iulium sidus, durante siete noches). <<

[9] Virgilio, Geórgicas, I, 466-467. <<

[10] ¿Incluyendo también el oscurecimiento del sol (el mismo fenómeno reseñado a propósito de César) que según los Evangelios se produjo a la muerte de Cristo?; cfr. Lucas 23, 44-45. <<

[11] (c1) nuestras menudas distinciones <<

[12] Plinio, II, 6, 8. <<

[13] Parece, pues, que debe entenderse que éste fue también el caso de Étienne de La Boétie (véase Carta sobre la muerte de La Boétie). <<

[14] Se trata de Calígula (Suetonio, Calígula, 30, 1). <<

[15] Suetonio atribuye la frase a Tiberio (Tiberio, 61, 5). <<

[16] Lucano, II, 178-180. <<

[17] Lampridio, Heliogábalo (en Historia Augusta, 33, 3-6). <<

[18] Lucano, IV, 798. <<

[19] Plutarco, César, 34, 6-7. <<

[20] Tácito, Anales, IV, 22. <<

[21] Ibidem, VI, 48. <<

[22] Plutarco, Nicias, 27, 2. <<

[23] Apiano, Historia romana, XII, 9, 60. <<

[24] Tácito, Anales, XVI, 15. <<

[25] Jifilino, Adriano, al final. <<

[26] Suetonio, César, 87; Plutarco, César, 63, 7; Máximas de romanos, 206 f, <<

[27] Plinio, VII, 53, 54. <<

[28] Epicarmo, citado y traducido por Cicerón, Tusculanas, I, 8, 15. <<

[29] Cfr. el capítulo II, 6. <<

[30] Cf. Jenofonte, Recuerdos de Sócrates, IV, 8, 2; Platón, Fedón, 58a-e. <<

[31] Cornelio Nepote, Ático, 22. <<

[32] Diógenes Laercio, VII, 176. <<

[33] Horacio, Arte poética, 467. <<

[34] Séneca, Cartas a Lucilio, 77, 5-9. <<

[35] Como el que experimentó La Boétie en su agonía, según cuenta Montaigne, o él mismo a raíz de un accidente de caballo que le acercó a la muerte (cfr. 11, 6). <<

[36] Cfr. Plutarco, Catón el Joven, 70, 8-10; Séneca, La providencia, II, 12. <<