[1] Cfr. Séneca, Cartas a Lucilio, 71, 22. <<

[2] Los fulienses (feuillants), en principio un movimiento dentro del Císter fundado en 1577 por Jean de la Barriere (1544-1600), eran famosos por su extrema austeridad. La orden de los capuchinos, introducida en Francia en 1574, había sido creada en 1525 con el propósito de restaurar la regla franciscana en su rigor y simplicidad primitivas. <<

[3] Cicerón, Tusculanas, II, 1, 3. <<

[4] Horacio, Cartas, I, 6, 31-32. <<

[5] Cicerón, Tusculanas, V, 2, 6. <<

[6] Heródoto, IX, 71 (pero se trata de la batalla de Platea). Cfr. idem, VII, 231. <<

[7] Cfr. III, 9 (en referencia a La Boétie): «Y si no hubiera defendido con todas mis fuerzas a un amigo que he perdido, me lo habrían desgarrado en mil imágenes contrarias». <<

[8] Plutarco, La malevolencia de Heródoto, 6, 856a-b. <<

[9] Posible referencia a san Agustín, Ciudad de Dios, I, 23 (cfr. XIX, 4, 4), que alude a la envidia o, cuando menos, a la vergüenza de Catón ante la gloria que habría supuesto para César otorgarle el perdón. <<

[10] Platón, Ión, 533d-e. <<

[11] Cfr. ibidem, 535e-536a. Montaigne insiste en su concepción de la poesía al final de «La embriaguez» (II, 2). <<

[12] Montaigne vuelve a juzgar estos tres poetas en II, 10. <<

[13] Marcial, VI, 32. <<

[14] Manilio, Astronómicas, IV, 87. <<

[15] Lucano, Farsalia, I, 128. <<

[16] Horacio, Odas, II, 1, 23-24. <<

[17] Virgilio, Eneida, VIII, 670. Virgilio es, en efecto, el poeta preferido de Montaigne (véase II, 10). <<