[1] Plutarco, Pirro, 16, 7; Flaminino, 5, 6. <<
[2] Idem, Flaminino, 5, 6. <<
[3] Tito Livio, XXXI, 34, 8. <<
[4] (a-b) y hemos de juzgar las cosas. <<
[5] El 7 de marzo de 1557, la expedición que mandaba Nicolás Durand de Villegagnon, compuesta por protestantes, llegó a la bahía de Guanabara (actual Río de Janeiro, en el Brasil), país de los tupinambás, y ocupó un islote que fue bautizado como «Francia antártica». El proyecto colonizador se desvaneció en 1560 minado por los conflictos internos y el hostigamiento de las tribus indias. El cosmógrafo real André Thevet, tras una breve estancia, divulgó esta experiencia en Les singularitez de la France Antarctique, autrement nommée Amerique (París, 1557); otra crónica la ofreció el protestante Jean de Léry, Histoire d’un voyage fait en la terre du Brésil (Ginebra, 1578). <<
[6] Montaigne expone la misma duda en un pasaje de II, 12. Este pasaje y las referencias que siguen a Platón y, más abajo, a Aristóteles están tomados del «Discurso» que Urbain Chauveton añade al capítulo 5 del libro I de su traducción francesa (aparecida en Ginebra, 1579) de La historia del mondo nuovo, de Girolamo Benzoni. Esta obra, publicada en Venecia en 1565, muy crítica con la colonización española de América, constituye una de las bases de la leyenda negra antiespañola. El calvinista Chauveton, que, por cierto, poco después de 1578 ejerce como pastor en Bergerac, muy cerca de Montaigne, acentúa todavía más la crítica contra los conquistadores. <<
[7] (a-b) como se suele decir, y se dice de aquellos a quienes el apetito y el hambre les hace desear más comida de la que pueden tolerar. <<
[8] Es decir, del mar Negro. <<
[9] Cfr. Platón, Timeo, 21e - 22a y 24e - 25d (sin embargo, la cita está tomada del «Discurso» de Chauveton en G. Benzoni, Histoire nouvelle du Nouveau Monde, I, 5). <<
[10] Virgilio, Eneida, III, 414 y 416-417. <<
[11] Se trata de la isla de Eubea. <<
[12] Horacio, Arte poética, 65-66. <<
[13] Todo el pasaje, transcrito literalmente del «Discurso» de Chauveton, en G. Benzoni, Histoire nouvelle du Nouveau Monde, I, 5. <<
[14] Thomas de Beauregard (1534-1602), que se había casado en 1566 con Jacquette de Arsac, hijastra de La Boétie. <<
[15] Cfr. el pseudoaristotélico De mirabilibus auscultationibus, 84; pero Montaigne sigue de nuevo el mencionado «Discurso» de Chauveton. <<
[16] Una reflexión parecida, a propósito de los historiadores, que Montaigne dice preferir o muy simples o excelentes, se encuentra en la parte final del capítulo II, 10. <<
[17] Muy probable alusión al cosmógrafo André Thevet (1515-1592), que publicó una voluminosa Cosmographie universelle (1575) tras una estancia de tres años en Oriente y una brevísima expedición a América del Sur. Ya Jean de Léry, en el prefacio de su Histoire d’un voyage fait en la terre du Brésil (1578), le acusaba de pretender describir hasta el «reino de la luna» y le contraponía la modestia de su propio proyecto. Con su planteamiento «topográfico» Montaigne, por otra parte, se aleja de las pretensiones totalizadoras de la filosofía clásica (cfr., por ejemplo, Platón, Teeteto, 173e-174a y, sobre todo Pseudo-Aristóteles, El mundo, I, 391a 18 - 391b 8, donde la atención a lugares particulares es presentada como signo de pusilanimidad). <<
[18] (a-c1) Lo cierto es que parece que no tenemos <<
[19] Cfr. Heródoto, III, 38, 1-2: «En efecto, si a todos los hombres se les diera a elegir entre todas las costumbres, invitándoles a escoger las más perfectas, cada cual, después de una detenida reflexión, escogería para sí las suyas; tan sumamente convencido está cada cual de que sus propias costumbres son las más perfectas» (trad. C. Schrader, Madrid, 1979; sigue un pasaje que Montaigne utiliza en I, 22). <<
[20] Propercio, I, 2, 10-11 y 14. <<
[21] Platón, Leyes, X, 888e - 889a (Platón expone esta valoración para rebatirla). <<
[22] Cantada por poetas como Hesíodo, Los trabajos y los días, 109-126; Virgilio, Geórgicas, 1, 125 ss.; Lucrecio, V, 925 ss.; y Ovidio, Metamorfosis, I, 81-112; y entre los contemporáneos de Montaigne, por Ronsard, «Discours contre Fortune». Para una crítica, también contemporánea, y que parece haber tenido en cuenta al propio Montaigne, véase Giordano Bruno, Expulsión de la bestia triunfante, III, 1 (ed. M. A. Granada, Madrid, 1989, pp. 222-229). <<
[23] La República de Platón. <<
[24] (c1) uiri a diis recentes [hombres recién hechos por los dioses; Séneca, Cartas a Lucilio, 90, 44]. <<
[25] Virgilio, Geórgicas, II, 20. <<
[26] Cfr. Jean de Léry, Histoire d’un voyage fait en la terre du Brésil, 8 (al inicio). <<
[27] Cfr. F. López de Gómara, Historia general de las Indias, 125. <<
[28] Cfr. Jean de Léry, Histoire d’un voyage fait en la terre du Brésil, 9. <<
[29] Cfr. ibidem, 9 (al inicio). <<
[30] Cfr. ibidem, 9. <<
[31] Cfr. ibidem, 14. <<
[32] Cfr. F. López de Gómara, Historia general de las Indias, 68, 79, 92; Jean de Léry, Histoire d‘un voyage fait en la terre du Brésil, 8. <<
[33] F. López de Gómara, Historia general de las Indias, 43; Jean de Léry, Histoire d’un voyage fait en la terre du Brésil, 16. <<
[34] Heródoto, IV, 69. <<
[35] Cfr. Jean de Léry, Histoire d’un voyage fait en la terre du Brésil, 15. <<
[36] Cfr. F. López de Gómara, Historia general de las Indias, 70 y 71; Jean de Léry, Histoire d’un voyage fait en la terre du Brésil, 15. <<
[37] Heródoto, IV, 106. <<
[38] Cfr. Jean de Léry, Histoire d’un voyage fait en la terre du Brésil, 15: «No es, sin embargo, como podría estimarse, que hagan esto [comer carne humana] atendiendo a la alimentación. Porque, aunque todos confiesan que la carne humana es extraordinariamente buena y delicada, sea como fuere, más por venganza que por el sabor… su principal intención es que, persiguiendo y royendo así a los muertos hasta los huesos, infunden de este modo miedo y espanto a los vivos». <<
[39] Montaigne parece resumir, muy elípticamente, un pasaje de Jean de Léry: «Si se considera seriamente lo que hacen nuestros grandes usureros (que chupan la sangre y la médula, y, por consiguiente, se comen vivos a tantas viudas, huérfanos y otras pobres personas a las que mejor sería cortarles el cuello de una sola vez antes que hacerlas languidecer así), se dirá que son todavía más crueles que los salvajes de que hablo» (Histoire d’un voyage fait en la terre du Brésil, 15). Tras la referencia a este tópico antisemita (recuérdese el Mercader de Venecia de Shakespeare), Léry se refiere al canibalismo real, pero aplicado a cadáveres, en que habrían incurrido a veces los cristianos, y en especial los católicos en la masacre de protestantes desencadenada en la Noche de Saint-Barthélemy de 1572. Se ha sugerido, por otra parte, que este pasaje de Montaigne podría contener una alusión satírica al misterio eucarístico, dado que la asimilación entre la misa católica y el canibalismo era frecuente entre los polemistas protestantes. El mismo Léry reprocha a los católicos, en el capítulo 6 de su libro, que, de acuerdo con el realismo eucarístico que defienden, practican una suerte de canibalismo: si el pan es realmente el cuerpo de Cristo, el católico devora un cuerpo humano crudo: «No sólo querían comer la carne de Jesucristo de un modo grosero, antes que espiritualmente, sino, lo que es peor, a la manera de los salvajes Waitaka, de los que antes he hablado, la querían masticar y tragar del todo cruda». <<
[40] Blaise de Monluc, Commentaires (a fecha de 15 de noviembre de 1561). <<
[41] Cfr. Diógenes Laercio, VII, 188; Sexto Empírico, III, 24, 207-25, 248. <<
[42] Julio César, Guerra de las Galias, VII, 77-78. <<
[43] Juvenal, 15, 93-94. <<
[44] Cfr. F. López de Gómara, Historia general de las Indias, pássim; Jean de Léry, Histoire d’un voyage fait en la terre du Brésil, 14. <<
[45] Anticipación casi literal de una frase decisiva que se encuentra en las líneas finales de Los ensayos. <<
[46] (a-b) y les proporcionan todos los placeres que se les ocurren. <<
[47] Claudiano, De sexto consulatu Honorii, 248 (citado en Justo Lipsio, Políticas, V, 17). <<
[48] N. Calcóndila, Historia de la decadencia del Imperio griego, V, 9. <<
[49] Séneca, La providencia, 2, 6. <<
[50] (a-b) por la fortuna; es derrotado de hecho y no de derecho; puede denunciarse su desdicha, no su cobardía. <<
[51] Diodoro de Sicilia, XV, 64, 4-5. <<
[52] Jean de Léry, Histoire d’un voyage fait en la terre du Brésil, 15. <<
[53] André Thevet reproduce una canción similar en sus Singularitez de la France antarctique, 40, París, 1557; también Jerónimo Osorio, Historia de Portugal, II, 15. <<
[54] Montaigne se refiere probablemente a ciertas ilustraciones incluidas en obras como André Thevet, Singularitez de la France antarctique y Jean de Léry, Histoire d’un voyage fait en la terre du Brésil. <<
[55] (a-b) entre su firmeza <<
[56] Jean de Léry, Histoire d’un voyage fait en la terre du Brésil, 17. <<
[57] Cfr. san Agustín, Ciudad de Dios, X VI, 25 y 38; cfr. Génesis 16, 1-2; 30, 1-4 y 9 («las esposas de Jacob» son Lía y Raquel). <<
[58] Suetonio, Augusto, 71. <<
[59] Plutarco, Virtudes de mujeres, 258d. <<
[60] Anacreóntica por el tema relacionado con los placeres del amor, y sobre todo por la ligereza, el donaire y el gusto delicado. <<
[61] (a-b) La suya es la más dulce lengua del mundo, y la que tiene la sonoridad más agradable al oído. <<
[62] Cfr. Jean de Léry, Histoire d’un voyage fait en la terre du Brésil, 19 (al final). <<
[63] En 1562; Carlos IX tenía entonces doce años. Es digna de nota la proximidad de las palabras de los indígenas americanos que registra Montaigne con el planteamiento de La Boétie en La servidumbre voluntaria. <<