[1] Séneca, Cartas a Lucilio, 98, 6. <<
[2] Platón, Timeo, 72a; cfr. Cármides, 161b y 164d. <<
[3] Sobre la prioridad del amor a sí mismo, véanse las primeras páginas del capítulo 111, 10. <<
[4] (c1) Vt stultitia etsi adepta est quod concupiuit nunquam se tamen satis consecutam putat: sic sapientia semper eo contenta est quod adest, neque eam unquam sui poenitet [Cicerón, Tusculanas, V, 18, 54; la edición de 1595, que nosotros seguimos, ofrece la traducción de esta cita], <<
[5] Cicerón, Tusculanas, III, 15, 32. <<
[6] Montaigne piensa quizá en la «damnatio memoriae» [condena de la memoria] que practicaba el Senado romano. <<
[7] Al respecto, véase I, 22 ad finem. <<
[8] Cfr. Tito Livio, XXXV, 48, 2. <<
[9] Tácito, Anales, XV, 67-68. <<
[10] Cfr. Heródoto, VI, 58. <<
[11] (c1) según el orden. <<
[12] Cfr. Aristóteles, Ética a Nicómaco, I, I0, II00a I0 y ss. (donde el Estagirita se muestra escéptico sobre la supervivencia del alma). Montaigne comenta de nuevo la célebre sentencia de Solón en el capítulo I, 18. <<
[13] Cfr. Lucrecio, III, 877-878, 882. <<
[14] Jean Bouchet, Annales d’Aquitaine, IV, 6. <<
[15] Cfr. Francesco Guicciardini, Historia de Italia, XII, 17. <<
[16] Plutarco, Nicias, 6, 4-6. <<
[17] Idem, Agesilao, 19, 4. <<
[18] «Nuestros» ejemplos son sin duda los cristianos. <<
[19] Cfr. Thomas Walsingham, Historia brevis, Londres, 1574, p. 65. Eduardo II de Inglaterra fue, sin embargo, repetidamente derrotado por el héroe escocés Robert the Bruce (1274-1329). <<
[20] Cfr. Herburt de Fulstin, Histoire des Roys et princes de Poloigne, París, 1573, f. 150V. Jan Ziska (c. 1360-1424) fue un jefe husita bohemio. Jan Hus (c. 1370-1415), condenado en el Concilio de Constanza y muerto en la hoguera, adoptó las ideas de John Wyclef (c. 1320-1384) y predicó la reforma de la Iglesia en Bohemia. Recoge la anécdota, por ejemplo, Alciato en Emblemas, 170. <<
[21] Francisco López de Gómara, Historia general de las Indias, 72. <<
[22] Guillaume y Martin du Bellay, Mémoires, II, París, 1569, f. 59. <<
[23] Maximiliano I de Habsburgo, archiduque de Austria y emperador de Alemania, fue el bisabuelo de Felipe II. <<
[24] Cfr. Pedro Mexía, Historia imperial y cesarea (1545); Theodor Zwinger, Theatrum uitae humanae (1571). <<
[25] Jenofonte, Ciropedia, VIII, 7, 26. <<
[26] Tito Livio, «Epítome», XLVIII; Alejandro de Alejandro aprueba esta parquedad en Geniales dies, III, 7. <<
[27] Diógenes Laercio, V, 74. <<
[28] (b) y salvo las cosas requeridas al servicio de mi religión, si es en un lugar donde sea preciso prescribirlo. <<
[29] Cicerón, Tusculanas, I, 45, 108, <<
[30] San Agustín, Ciudad de Dios, I, 12. <<
[31] Platón, Fedón, 115 c; cfr. Cicerón, Tusculanas, 1, 43, 102-103. <<
[32] Diodoro de Sicilia, XIII, 97-102. <<
[33] Idem, XV, 35-1. <<
[34] Séneca, Las Troyanas, II, 30, 407-408. En los versos 397-402 se lee: «Nada hay tras la muerte, y nada es la propia muerte… La muerte es indivisible; nociva para el cuerpo, no perdona el alma». Se trata de un pasaje a menudo tachado de impiedad (por ejemplo, por el jesuita Martín del Río, por lo demás primo de Montaigne, en su edición de las Tragedias de Séneca), que será evocado frecuentemente por los libertinos del siglo XVII. <<
[35] Ennio, citado en Cicerón, Tusculanas, I, 44, 107. <<
[36] Cfr. Antoine Mizauld, Recueil des sympathies et antipathies de plusieurs choses memorables, París, 1556, f. IIr - V y f. 28V - 29r. <<